Anfitrite || KookMin

Extra: Amantes Sedientos

ADVERTENCIA: Este capitulo y todos los que tengan en su título "Extra" son NO canónicos dentro de la línea original. Esto no ocurre, sino que se trata de una alternativa o micro-relato dentro de la misma historia.
Ubicado después de: Ninguno

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Extra: Amantes Sedientos

— ¡Zhìmín! ¿Dónde estás? ¡Necesito que vengas!

—Espera un momento.

Da un molesto tirón a su pomposa e incómoda prenda de vestir. Impresionado de odiarlas tanto. Toma el grueso pincel y coloca tinta roja en la comisura interior de sus gruesos labios. Exhala y piensa en mil tonterías con respecto a ello antes de rendirse ante la fantasía. Ante que no es otra cosa que ello: Fantasía. Sale del enorme camarote y una vez en la proa del barco encuentra a Lau. El más tierno gesto surge consecuencia de ver cómo el barco de encuentra decorado. Toma la mano extendida hacia él y recibe el beso en la mejilla por parte de su esposo.

— ¿Te gusta? —Interroga con expresión ansiosa.

—Me encanta, Lau.

A pesar de su afectuosa intención no es capaz de darle el pequeño beso en los labios que quería, siendo llevado a ver el resto de la proa totalmente adornada y con una especie de pequeña celebración. El ambiente frío es lo único que lo mantiene alejado de la queja a su ropa. También a su elaborado y muy obvio maquillaje blanquecino. Lau da un divertido toque a su frente, donde hay un círculo hecho con tinta roja—Cada día te sale mejor—. Opina haciendo referencia a aquello.

—Aprendo en la marcha. —Responde únicamente. Lau sonríe.

—Lo sé, Zhìmín.

"Zhìmín"

No "Jimin"

Cuando Lau se aparta no hace sino pensar lo desconectado que está a sí mismo desde que se casó con él. Su padre organizó este matrimonio y es lo último que vio de él antes de morir poco después. Se pregunta si se encontraba en una especie de lista de deseos. Cosas antes de partir. Sea como sea, le gustaría decir que su matrimonio con Lau, emperador de China, es fenomenal, una maravilla de la que no puede quejarse, sin embargo, esa no es la entera realidad. El mudarse de Corea a China no funge como un motivo para quejarse, a final de cuentas es algo que tal vez pasaría sin importar nada. El verdadero problema es que no ha ido a Busan o siquiera Corea en dos años.

Su palacio es inmenso, pero apenas puede salir de este en contadas situaciones y circunstancias. Su habitación es su mundo al menos la cuarta parte del tiempo. Aprendió y fue impuesto que en su papel de Emperador -nadie le llama emperatriz aparte de sí mismo en suave broma-, conjunto debe de guardar un aspecto muy específico

Uno que implica maquillarse de blanco, con los labios rojos y detalles más que lo hacen sentir sobrecargado. Odia este maquillaje. La ropa es tiesa para mantenerlo recto, la tela dura por lo intrincado de su composición. Los zapatos siempre duros e incómodos con los que bailar es imposible en cualquier circunstancia. Su tono de voz e idioma es mandarín, no ha hablado con sus hermanos en todo este tiempo y para acabar con lo superficial ni siquiera tiene su nombre de nacimiento en los caracteres adecuados, ni la pronunciación adecuada ni... Nada. Casi vuelto a nacer.

" Zhìmín"

Se siente asfixiado. Anulado y cambiado a fuerza por algo que sencillamente no podía evitar. Extraña su ropa, su maquillaje sencillo, sus prendas, su región, su nombre, incluso su vida. Se siente tan miserable y ajeno. Alienado de su vida, pero ¿Qué más puedo hacer? Tal como siempre tiene una sola opción: resignarse y vivir con ello.