Veintiuno

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Intenté de todo pero no puedo evitarlo,
controla mi corazón, mi mente, mis emociones, pero no escucho mis palabras.
Estoy hablando sólo de nuevo, 
estoy hablando sólo de nuevo,

-I need u.

06:45 am.

La voz familiar de Tae resuena en el pasillo de la estación de trenes con un adormilado Jungkook arrastrando su bolso varios pasos más atrás.

- Jungkook – se voltea Tae por quinta vez – Si no te apresuras vamos a perder el tren.

Jungkook sabía que lo de madrugar iba a ser una tortura, pero no pensaba que tanto. Odiaba madrugar, odiaba el frío y las multitudes. Comenzaba a arrepentirse de ese espantoso viaje.

- Sabes... – bosteza acomodándose la gorra sobre su cabeza – Aun podríamos volver y dormir abrazados en mi cama hasta que nos salgan raíces.

- Una oferta tentadora – dice el mayor frenándose de repente haciendo que Jungkook sonría triunfante – Pero no. Ahora mueve ese trasero.

Mediante gestos un hombre vestido de gris indica la puerta de entrada del tren a Busan. Parecía algo cansado y malhumorado, pero Jungkook le comprendía pues nadie estaría feliz a esas horas de la mañana.

A pesar del sol resplandeciente que iluminaba sus caras adormiladas y el ligero frío que hacía, ambos chicos permanecieron de pie frente al grupo de personas que intentaban hacer una fila para subir. Y una vez dentro, toman asiento en uno de los vagones más desocupados.

Jungkook es el primero en instalarse al lado de la ventanilla, siendo Tae quien por estar hacia el pasillo no deja de oír conversaciones ajenas acerca del asesino de Daegu.

Diez minutos después, cuando casi son las siete de la mañana en punto, el tren echa a andar lentamente.
En el interior los gritos de los niños se mezclaban con conversaciones ruidosas, pero eso solo duró un par de minutos. Después todos callaron, posiblemente durmiendo o haciendo el intento.

Jungkook estaba nervioso. Se notaba por el piqueteo de su pie contra la madera una y otra vez.
Tenía la mirada perdida en la ventanilla observando las nubes invitaban a imaginar figuras en el cielo coloreado de naranja.

- ¿En qué piensas? – pregunta Taehyung al verlo tan sumido en sus pensamientos. Sabía que tenía miedo, pero preguntaba de todas formas.

No sabe cuándo, pero desde cierto momento ahora podía sentir o compartir sentimientos con Jungkook. Era hermoso y tétricamente extraño.

- ¿Crees que mamá vuelva a quererme? – pregunta sin quitar la vista del cristal.

- Ella te quiere, Jungkookye – intenta animarle – Solo debe estar confundida.

- No lo sé... tú no viste sus ojos cuando me llamó enfermo. Es difícil creer que la mujer que te arropaba y te besaba en la frente antes de dormir sea la misma que te llame error y te eche de casa. Es triste pensar en no tener un lugar donde ir – Jungkook recuerda ese momento como una patada en las bolas. Es hasta ahora el golpe más grande que ha tenido y dolía como el infierno.

Quizá no logró matarlo, pero algo se destrozó en su alma aquel día.

- Jungkook... – le insiste pasando un brazo por su torso para acurrucarse y brindarle calidez – Todo saldrá bien. No vuelvas a decir que no tienes un lugar donde ir. Yo siempre estaré aquí. Nunca te dejaré solo, lo prometo.

Tu lugar es conmigo, Jungkook.

Para Jungkook, Tae era todo lo que alguna vez pidió a una estrella fugaz. Y ahora con su cabeza apoyada en él, dejando caer el fino y castaño cabello sobre su hombro, se preguntaba si el chico a su lado podría ser realmente el amor de su vida porque su corazón latía con solo recordar su rostro.

INVENIET | KOOKV Donde viven las historias. Descúbrelo ahora