INVENIET | KOOKV

Seis

Quiero quedarme,
Quiero soñar un poco más,
Pero aun así es tiempo de irse.

-Awake.

04:00 am.

El viento golpea fuerte contra la ventana haciendo que una rebelde rama piquetee una y otra vez contra el cristal. Su cuerpo suda y siente ahogarse, pero por mucho que le cueste respirar no se separará de la calidez de su madre mientras permanecen acostados en su dura cama.

- Mi pequeño niño – susurra su madre acariciándole los cabellos húmedos – duerme... mamá está aquí.

La mujer tararea de forma serena sin dejar de acariciarle, depositándole pequeños besos en la cien de vez en cuando.

Los minutos pasan en silencio. El hombre mantiene los ojos cerrados sintiendo unas manos recorrer su espalda hasta abrazarle. Ambos están empapados en sudor; el calor sigue entrando a través de la rejilla de ventilación, pero ninguno quiere pararse a apagar la calefacción.

El calor se intensifica, se siente sofocado. Y de pronto sintiendo como si le ardiera el pecho, abre los ojos. Está sólo otra vez.

El calor se esfuma inmediatamente haciéndolo estremecer y no le queda más que abrazar el viejo vestido de su madre muerta entre sus manos. Su alma lloraba por la ausencia.

Sumergido en la nostalgia se pone de pie, tambalea un poco, y se repone rápidamente para salir de la habitación a paso lento hasta llegar a la entrada del sótano. Las luces estaban apagadas, pero para su suerte conocía el camino a la perfección y podía recordar hasta los más mínimos detalles: como el número de escalones, grietas y huecos en el piso.

De una patada el fierro que trancaba la pesada puerta sale disparado hasta el suelo causando un sonido estruendoso, luego quita el candado y abre la puerta metálica.

- ¿Qué haces? – le pregunta a la persona amarrada en la fría silla volteada contra el piso – ¿Estás bien?

El chico envuelto en pánico tiembla como una hoja al sentir el tacto del hombre que lo había secuestrado y atado inconsciente por un golpe en la cabeza, para levantarlo y volverlo a acomodar en su silla.

Lo último que recordaba era estar saliendo de la clínica luego de recoger sus exámenes de sangre, así que no comprendía muy bien lo que estaba sucediendo.

- Deberías tener más cuidado, podrías lastimarte. La seguridad es importante – continúa – en estos tiempos con tanto loco allá afuera se vuelve algo imprescindible.

Su sombría carcajada causa eco en todo el lugar.

- ¿Sabes qué haré ahora? – pregunta con sonrisa maliciosa.

Su victima niega con la cabeza aterrorizado intentando gritar a pesar de tener la boca sellada.

- Arrancaré todos y cada uno de tus putos dientes... ¿Qué? ¿no te gusta? – pregunta viendo al chico empapado en lágrimas – entonces haremos algo más entretenido y cortaré tus manos para metértelas por el culo, ¿no es eso lo que te gusta? ¿No es eso lo que les gusta a todos ustedes? ¡Enfermos de mierda!

El golpe que le propina logra quitar un par de lágrimas rebeldes que recorrían las rojas mejillas del muchacho, pero no todas. Estaba loco.

El hombre observa uno de sus instrumentos tirados en el suelo y da un par de pasos para cogerlo. El objeto está manchado en sangre y eso solamente logra hacer que su cuerpo se cargue de adrenalina al recordar su pasada víctima que se había desplomado como un muñeco.