Diecinueve

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Quien quiera que sea, sálvame.
No tienen un fin aunque intente escapar,
estoy atrapado en una mentira.

-Lie.

Ha pasado una semana desde que Taehyung ignora a Jimin. Es bastante inmaduro, lo sabe, pero no pretende reencontrarse con él hasta saber qué hacer con la situación en la que está.

Su cabeza es un caos. 

¿Qué debería hacer? Esa es la pregunta que lleva haciéndose toda la semana. Todas las noches llega a la conclusión de que alejarse de Jungkook parece ser la mejor solución. Sí, eso no causaría más problemas, sin embargo en el momento que se imagina volviendo a rozar sus labios con los del muchacho de cabellos oscuros, su cabeza se va al demonio.

A él también intentó ignorarlo durante la semana, pero el pelinegro siempre sabía cómo y a qué hora dar con él. Tampoco era como que Tae se esforzase demasiado en evitarlo. Había algo más que hacía que lo buscase, era algo que ni él mismo podía explicar.

El lunes por la mañana Taehyung se siente vitalizado. Su madre le ha consentido el fin de semana como debe ser y no puede estar más contento. En cambio, Jin sigue actuando raro pero al menos el domingo estuvo todo el día en casa y pudieron fingir que eran una familia normal.

Cuando Tae llega a clases su felicidad se esfuma porque Jungkook le había mensajeado diciéndole que estaba enfermo y como no dejaba de llover desde la madrugada había faltado a clases, así que terminando su última pesada clase del día Taehyung decide visitarlo.

Toca la puerta del departamento del pelinegro mirando a un hombre unos diez años mayor que él un par de metros más lejos cerrando la suya. El hombre le mira y está a punto de acercarse a decirle algo, pero la puerta del azabache se abre y le deja ver vistiendo un pantalón deportivo y una sudadera negra. Inmediatamente el hombre da unos pasos atrás completamente asustado y decide desaparecer de allí.

– Taehyung – se sorprende el chico mirándole sin poder evitar sonreír. Para él, Taehyung era la criatura más hermosa que Dios había creado y siempre era un agrado verlo.

- Hola – el paraguas chorrea a su costado formando un pequeño charco en el piso y su mirada viaja hasta la madera del marco de la puerta. Si se hubiera quedado mirando esos hermosos ojos un par de segundos más estaría atrapado el resto de su vida.

Casualmente sus ojos se toparon con un pequeño letrero de presentación donde ponía el nombre de su amigo junto a otro que desconocía, pero ¿por qué le sonaba tanto el nombre Yugyeom?

- Que sorpresa. No esperaba verte hoy – el pelinegro se hace a un lado para permitirle el paso y le arrebata el paraguas de las manos.

- En realidad necesitaba saber si estabas muerto o algo, pero no te ves muy enfermo que digamos...

- ¡Oh! Sobre eso – suelta cerrando la puerta a sus espaldas – Ciertamente estoy enfermo, pero enfermo de vago.

Jungkook camina hasta el sofá seguido por Tae y se sienta tomando el mando de la consola encendida – Entonces... ¿faltaste a clase por quedarte jugando videojuegos?

- Prácticamente – sonríe mirando la graciosa cara de póker que Taehyung tenía – ¿Qué? No me mires así.

Taehyung de pie con los brazos cruzados lo fulmina con la mirada por haberlo hecho preocupar en vano – ¿Así cómo?

- Así – gruñe atrayéndolo de las caderas hacia él dejándolo sobre su regazo – Con esa carita tan hermosa...

Taehyung está muy seguro que Jungkook no sabe el efecto que causa su toque y cada una de sus palabras en él. Y comienza a ponerse muy nervioso cuando el rostro de Jungkook se acerca peligrosamente hasta el suyo.

INVENIET | KOOKV Donde viven las historias. Descúbrelo ahora