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Cuarenta y uno

¿Por qué no estoy en mi vida si no que en la de alguien más?
Esto es real, esto no es una aventura o un juego, es sólo una vida 

- Intro: O!rul8,2?

08:28 am.

Desde su lugar Jimin puede ver claramente el pequeño letrero que pone en la puerta de la oficina donde acababa de entrar el hombre que hacía que su corazón se acelerara.

- Min Yoongi – lee soltando un suspiro. No sabiendo si reír o llorar sus pies caminan seguros por el largo pasillo hasta llegar al final. Sabía que estaba mal. Le había quedado muy claro el mensaje de su hyung acerca de alejarse, pero aun así ahí estaba caminado hacia su oficina.

Tal vez estaba siendo muy egoísta y un idiota demasiado insistente, pero es que el pelinegro se había vuelto una parte tan importante en su vida que su ausencia dejaba un vacío en su pecho. Un vacío que sumado a la falta de Taehyung solo se hacía más grande con el tiempo.

Dentro de aquella oficina de madera oscura se encontraba el detective, el hombre que había robado parte de su corazón; y luego de reunir suficientes fuerzas, sus manos abren la puerta lentamente haciendo que entrase y la cerrara con seguro a sus espaldas.

Yoongi, con las manos atrás y de pie con la vista perdida en el exterior de una ventana, no se gira. Parece muy concentrado en las personas que caminan por la acera y en los autos recorrer las calles.

Dentro la pequeña oficina huele a café. Un aroma muy característico del detective que a Jimin le encantaba a pesar de que tiempo atrás le mareara por pasar tanto tiempo en su trabajo.

Eso le recuerda que no ha ido a trabajar en dos días. Quién sabe, quizá su jefe le había despedido o algo y él ni enterado, pero le daba igual. No tenía tiempo para esas cosas cuando estaba concentrado en hacer las cosas bien. Tenía que encontrar a Taehyung donde fuera que estuviera escondido para decirle la verdad y recuperar a su hyung. Quizá luego de eso podría vivir su vida tranquilo o relativamente tranquilo.

- ¿Cómo estás? – habla el mayor sin quitar la vista de la ventana y Jimin da un brinco en su lugar. Traga saliva antes de responder.

Infeliz, derrotado, triste, cansado, solo, inútil, confundido, a punto de romper en llanto, angustiado, perdido, roto, rechazado, lastimado, atormentado, arrepentido, desgraciado, abatido.

- He tenido días mejores – responde sin moverse de su lugar. Hace una mueca por lo graciosa que había sonado su voz y cierra los ojos mentalizado en no salir corriendo como un cobarde.

Yoongi se ve más alto de lo que realmente es, o eso piensa Jimin que no deja de sentirse pequeño apoyado en la puerta.

Empuñando las manos en su ropa, Jimin abre la boca para decir algo, pero nada sale de ella. Qué sentimiento más horrible estaba sintiendo. Se sentía vulnerable, como si alguien abriera su pecho y entrara sin permiso.

Recordaba lo que sintió la primera vez que lo abrazó. Recordó como esa calidez y energía recorría su cuerpo con tan solo un roce. Esas manos frías acariciando sus mejillas, esos ojos felinos mirándole tan fijamente como si viera el verdadero Jimin y le gustara. Echaba de menos su risa extraña, su sentido del humor, su sarcasmo, su rara forma de ser divertido, y que le mirara con esos ojos oscuros haciéndolo sentir seguro cada vez que se sentía atrapado en un agujero.

- ¿Qué haces aquí? – vuelve a hablar el mayor esta vez caminando hasta sentarse en su silla de escritorio. Aun no le mira, pues ahora sus ojos están sobre un documento que tiene entre sus manos.

Quizá las personas mágicas que Tae le decía no eran tan irreales como pensaba. Sí existen, y aparecen de manera inesperada pidiendo un café todas las mañanas. Son aquellas que saben llegar hasta el fondo de ti, como si te conocieran desde siempre; en cuestión de segundos logran meterse en tu mundo y no puedes echarlas por más que quieras. Hacen sentir lo que nunca sentiste en todos tus años de vida, acompañándote y regalándote un poco de magia con una caricia o una simple palabra.