Treinta y nueve

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Tú... quien eras más delicado y frágil fuiste castigado en mi lugar.

- Stigma.

14:07 pm.

No me gustan tus ojos. Son muy pequeños y alargados, tanto que me haría falta una cuchara para arrancártelos de la cara.

- También quiero un café helado – dice una mujer mirando el menú – Y uno de esos pasteles de manzana, ¿tienen muffins de chocolate?

Mierda, me ha pillado absorto en mis pensamientos. ¿Por qué estaba pensando cosas horribles cuando esta mujer tan hermosa frente a mí tiene los ojos tan bellos como cualquier otra?

- Disculpe – dice Hoseok volviendo a concentrarse en su libreta – ¿Me podría repetir lo último?

La mujer sonríe con coquetería. El chico que toma su orden además de guapo tiene una sonrisa muy preciosa – Un café helado, un pastel de manzana y un muffin de chocolate, por favor.

- Gracias – dice Hoseok anotando el pedido – Umm... Lo lamento, pero creo que no nos quedan muffins de chocolate.

- ¿No? – pregunta la mujer en tono triste – Es una lástima...

Pero claro que no me molestaría prepararte uno con mis propias manos. Primero te golpearía en la cabeza contra la mesa y te arrastraría por el piso hasta llevarte a la cocina. Te colocaría sobre un mesón y te violaría ferozmente para luego cortar con un cuchillo tu inflado estómago repleto de pasteles y jugos gástricos. Luego cortaría tus extremidades con un serrucho y las herviría a fuego lento hasta apestar el lugar con el fétido olor de carne humana cocida. Quizá antes de cortarte los brazos rompería todos tus dedos excitándome al oír el sonido de tus huesos crujir y dejaría alguna cuchilla a tu alcance para poder hacerme daño. Dame aquí, dame aquí justo en el brazo. Me encanta como sabe mi sangre en ese lugar. Imposible. Con tus dedos rotos te sería imposible tomar el objeto con las manos y entonces nos echaríamos los dos a reír como si se tratase del momento más gracioso de nuestras vidas.

¿Qué estoy pensando? ¡Es una mujer!

- Pero haré lo posible para traer uno para usted, bella dama – dice el pelirrojo con una sonrisa antes de girarse y desaparecer en la cocina.

16:00 pm.

Cuando son apenas las cuatro de la tarde Hoseok termina su turno temprano. Había hablado con su jefe días antes para que le cambiasen los turnos por la mañana y ahora tenía toda la tarde libre.

- ¿Jimin no vendrá hoy? – le pregunta a Jen, la chica con la que trabaja.

Ella niega con la cabeza haciendo una mueca – Ni siquiera habló con el jefe, simplemente desapareció.

Hoseok frunce el ceño – ¿No? Podrían despedirlo por eso.

- Lo mismo pensé, pero parece no importarle porque aún no da señales de vida. No tengo su número de teléfono de todos modos. Quizá volvió a enfermarse.

- Intentaré contactarlo – dice Hoseok tomando sus cosas – Nos vemos mañana.

Y despidiéndose con una sonrisa, una de aquellas tan radiantes que suele regalarles a las personas a su alrededor, sale del local caminando contento por la acera.

- ¿Jiminnie? – habla luego de marcar el numero de su amigo. Al oír unos pitidos de espera se echa a reír pasando una mano por sus cabellos sintiéndose un idiota. Jimin ni había contestado la llamada y él ya estaba hablándole.

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