Veintisiete

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Más allá de la niebla aun te miro mientras sonríes.

-134340.

16:33 pm.

Dos semanas después Jungkook al fin puede respirar con normalidad. El odiado olivo había dejado su nariz en paz y ahora podía tirarse en el césped junto a Tae que apuntaba al cielo delineando la forma de las nubes.

Apoyado en un codo y con la mano en su cabeza, observaba a Taehyung. Y ante la mirada de sus ojos duros, comienza a transmitirle cosas tristes, amargas y sombrías. Como si estuviera desangrándose, como si necesitara vaciar su pecho de algo largamente opreso en su interior. Pero Taehyung no lo nota, está demasiado perdido en la forma de las nubes y los traviesos pajarillos que volaban de aquí para allá como para notarlo.

Jungkook le mira por última vez esperando que comprenda el llamado de su alma, pero cuando Tae le devuelve la mirada, todo vuelve a cambiar y ahora sus ojos solo reflejan amor.

Jungkook recuesta su cabeza en el césped sin poder dejar de mirar de reojo el olivo en un extremo del lugar. No comprendía porqué amaba y odiaba tanto estar ahí. Y cuando cierra los ojos intentando recordar el cómo fue que descubrió aquel escondido y secreto rincón que se había convertido en el lugar favorito para ambos chicos, siente una mano buscar la suya.

Tae toma firmemente la mano de Jungkook para luego perderse en sus pensamientos. Tenía mucho en qué pensar pues el día había sido algo extraño.

Justo antes de reunirse con Jungkook en su nuevo lugar favorito, había visitado a Jimin.

Tenía planeado pasar todo el día con él y en la noche el rubio había prometido llevarlo a una de esas divertidas competencias de baile callejero a las cuales asistía junto con Hoseok, pero no pudo ser, porque mientras Jimin bebía su batido de arándanos casero, parecía totalmente ausente.

Tae estaba preocupado. Últimamente su mejor amigo actuaba demasiado extraño, perdido en sus pensamientos y ya casi ni encendía esos malolientes inciensos que apestaban toda la casa.

- Jimin – le llamó Tae por quinta vez con la vista fija en el atrapasueños que se mecía por el viento del balcón – Park Jimin.

Tae estaba aburrido. Se preguntaba constantemente en qué rayos estaría pensando tanto su amigo sentado frente a él.

De repente se puso rígido. Y aunque sus ojos eran rudos y tenía el ceño fruncido, no dejaba de verse malditamente tierno.

Taehyung lo observó. Imaginaba en lo que pensaba Jimin, pero ni siquiera estaba cerca de lo que realmente pasaba en su mente. Hace días que no dejaba de soñar con el mismo lugar e incluso podía sentir el olor a tierra mojada.

Jimin caminaba desesperado por los senderos diáfanos del frío bosque, entre los helechos gigantescos y troncos que se elevaban hasta el cielo. En su memoria desaparecía el camino que conducía a la salida y señales guías, y estaba completamente sólo caminando en el silencio solemne de aquel templo de rocas y vegetación. Caminó y caminó con paso liviano por los desfiladeros de niebla, pero está siempre detenido en ese ignoto lugar, rodeado de árboles centenarios, troncos caídos, trozos de cortezas aromáticas y raíces que asomaban de la tierra como mutiladas manos vegetales. 

De un momento a otro, entre los pastizales se abría un sendero. Jimin apresuró el paso sintiendo que no avanzaba nada, pero sí lo hizo, pues llegó a un lugar diferente con un gran árbol que limitaba con las peligrosas corrientes de un tenebroso arroyo que a cada paso que avanzaba se hacía más y más grande.

Jimin salió de su trance cuando su teléfono comenzó a sonar ruidosamente sobre el televisor apagado. Le tomó un par de segundos recordar que estaba en su casa bebiendo un frío batido de frutas con Tae frente a él que parecía muy ocupado mensajeándose con quién sabe quién recostado sobre el sofá de terciopelo.

INVENIET | KOOKV Donde viven las historias. Descúbrelo ahora