Treinta y ocho

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Ahora lloro,
Solo lo siento mucho por ti.
Ahora lloro,
Porque no pude protegerte.

- Stigma.

04:40 am.

Reina el silencio profundo, inigualable, abismal. Como esos que están presentes en los cementerios cuando no sopla el viento.

En aquella desolada y desconocida habitación el único ruido que había era el mental, donde una mente no dejaba de gritar y chillar de miedo.

Taehyung despierta atado de manos y piernas en una dura silla que se siente viscosa al contacto con la piel – ¿Jungkook? – se oye su eco por toda la habitación – ¿Kookye...?

Sin poder ver nada comienza a desesperarse. Su costilla derecha dolía como un demonio y parte de su espalda también. Su cuerpo tiembla del miedo ante la terrible oscuridad que le albergaba, y es que Tae le temía demasiado a la oscuridad.

- Se trata de un juego ¿verdad que sí, cariño? – su voz se quiebra y comienza a llorar empapando el mal oliente trapo que cubría sus ojos – ¿Por qué no me respondes?

Aspirando hondo, intenta recordar cómo fue que había llegado hasta allí.

El olor a carne putrefacta y agua estancada le causaba mareos. Desorientado, siente su cuerpo extraño cuando intenta moverlo como si pesara o no sintiera sus extremidades.

- ¿Con quién hablas? – dice una voz demasiado conocida para él – Pareces asustado.

Taehyung escucha pasos a su espalda y se gira con la mirada baja a pesar de no ver absolutamente nada – ¿Señor Jung...?

De pronto, alguien quita la venda de sus ojos dejándolo encandilado por la potente luz que se hallaba a su costado, y cuando ambos hacen contacto visual luego de unos segundos, Tae intenta apartarla pero le es imposible – Hola Taehyung.

Luego un agudo piqueteo en su brazo hace que su cuerpo se estremezca sintiendo un líquido espeso y cálido correr por sus venas. Su vista se nubla y vuelve a caer dormido sintiendo que solo se trataba de una horrible pesadilla.

05:58 pm.

Cuando Tae vuelve a despertar el señor Jung permanece cabizbajo sentado en una silla. El pánico vuelve a invadir su cuerpo sintiendo sus manos temblar y una gota de sudor caer desde su frente.

- Kookye... – murmura atrayendo atención del hombre – Jungkookie....

El nombrado se encuentra sentado en el piso con las manos cubriendo sus oídos, pero no le mira. Parece perdido en su mundo.

- Maldición – suelta el mayor poniéndose de pie rápidamente – No debías despertar tan pronto, ¡hazte el dormido si es que no quieres sufrir!

- ¿Qué...? – balbucea aun medio drogado – ¿Por qué...?

- ¿Recuerdas cuando te dije que debías mantener quién eras en secreto? No bromeaba.

Lo siento... – se disculpó el menor apenado. En una ciudad donde reinaba la homofobia era de esperarse que el señor Jung fuera uno de ellos, más cuando se trata de gente mayor.

Tranquilo, no te disculpes. Entiendo que su amor sea... singular. Y no diré nada al respecto salvo que lo mantengas en secreto.

¿Tan terrible es que la gente sepa que me gustan los chicos? Usted mismo me ha dicho que soy mucho mejor que todas las personas que me critican.

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