Cincuenta | Final

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El color en el cielo que vimos juntos,
la esencia del sendero que caminamos juntos,
no las olvides.
Con el fin de liberar tu mano ahora tengo que hacerte saber que necesito dejarte ir.
Es difícil decir adiós, pero no puedo correr.
Estoy listo para dejarte ir.

-Let go.

11:55 am.

Dos semanas después Yoongi camina a paso lento notando el césped húmedo bajo sus botas. El clima ha cambiado. Las mañanas son frías y las tardes cálidas, pero a pesar de ser casi medio día sigue estando bastante fresco.

El sol aparece y desaparece cuando le da la gana. Yoongi quiere preguntar al cielo el porqué de su repentino aspecto travieso, tal vez él estaba haciendo de las suyas otra vez.
Su loco pensamiento le hace reír avergonzándose inmediatamente por ello, así que ahora con ambas manos metidas en los bolsillos de su largo abrigo gris, sigue su camino hasta la salida del cementerio.

Pensaba volver a Busan unos cuantos días, pero por ahora definitivamente no podría hacerlo. Suelta un suspiro mirando el cielo, quizá buscando alguna nube o una señal que le recordara su rostro. Rostro que no olvidaría jamás, sin embargo, lo veía en todas partes.

Debía volver, lo necesitaban - Jimin...

13:12 pm.

Odiaba los hospitales, siempre los había odiado. Siempre tan ruidosos y llenos de gente.

¿Por qué cuando el cartel pone claramente que guarden silencio, nadie lo hace? Bueno, tal vez los muertos no leen carteles, y si lo hacen, pasan de ellos.

- No sé qué es lo que voy a hacer ahora - chilla la señora Kim sentada en una de las sillas del pasillo fuertemente agarrada a su hijo mayor - ¡No sé qué haré, SeokJin...!

Taehyung se estaba muriendo, pero seguía aferrándose a la vida. Ese chico era un obstinado.

Desviando la mirada de las cerámicas bajo sus pies hasta SeokJin, el menor de todos intenta adivinar en qué demonios pensará el muchacho. SeokJin parecía ser el más estable, pero no lo estaba en absoluto.

El mayor de los Kim aun no podía creer todo lo que estaba pasando. La noche que habían llamado a su casa avisando que habían encontrado a su hermano, él estaba allí. Lo había visto todo. Desde el momento que un bulto que para su desgracia había resultado ser Taehyung, flotaba por los aires hasta caer al agua como quien arroja una piedra, hasta que la policía atrapó a un chico que reía como un maniático rodeándolo como si portara una bomba. Él lo había visto.

Quería olvidar esos recuerdos que no servían de nada. Solo le traían más dolor a su corazón. Jamás tuvo que haber estado allí buscándole hasta el cansancio. Lo había encontrado, pero ya su hermano no era él.

Tan solo hace unas horas le habían permitido verlo por primera vez. Aquella imagen jamás se borraría de su mente.

Taehyung, el lindo chico de piel canela con sonrisa cuadrada y grandes ojos cafés, no era nada más que un triste cuerpecillo lleno de heridas y moretones. Su piel había perdido el brillo. Ni siquiera podía respirar por él mismo. Estaba sufriendo.

Otra vez.

- ¿Señora Kim? - un hombre vestido de blanco aparece de pronto. Lleva gafas, su cabello es canoso y tiene un lunar en su nariz bastante notorio.

La nombrada mujer se pone rápidamente de pie para prestarle toda su atención. Las palabras de aquel hombre habían definido su estabilidad emocional en las dos semanas que Taehyung llevaba dormido - Dígame, doctor...

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