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Trató de beber su vaso repleto de jugo de naranja y apenas pudo beber un par de sorbos. Pocos segundos después, se sumergió en profundos pensamientos y recuerdos. Lo depositó sobre la mesa y se concentró en el líquido naranja y dulce como si se tratara de lo más interesante del mundo.

Charlie conversaba con Vaggie animadamente y él permanecía sentado alrededor de su mesa de desayuno haciendo un mal tercio, para variar. Pero no podía irse, ellas fueron muy amables en hacerle esa gran cantidad de comida para él, tanto así que no pudo rechazarlo. La rubia se mostraba muy preocupada por las últimas semanas en las que había estado encerrado y notablemente deprimido, pero Angel no dio muchos detalles al respecto, solo mencionó que aún no estaba listo para hablar de lo que había sucedido.

Suspiró, tomó el vaso de cristal entre sus manos y pensó en cada cosa que estaba sucediendo a tanta velocidad. No había pasado demasiado tiempo y su vida era una tormenta de emociones y sensaciones nuevas. Todo en el mal sentido, porque se sentía confundido y más perdido que nunca desde la última vez que Alastor se encargó de brindarle ese placer fuera de los límites de lo que alguna vez había conocido.

Su segunda marca había sido liberada, su celo podría llegar en cualquier momento. Se mordió el labio inferior, no iba a controlarse en lo más mínimo y eso lo preocupaba mucho porque estaba seguro de que en su estado de éxtasis de placer, llamaría a Alastor y él vendría. Le rogaría que lo marcara solo por instinto y eso era terrible, porque no quería tener esa marca, no quería que nadie lo hiciera porque precisamente se estaba deshaciendo del sello de Valentino para no volver a tener un dueño, para ser libre y para no depender de nadie.

Todo el interés que le despertaba Alastor se basaba en sus feromonas y en su lado más salvaje, no había otra clase de explicación. A veces era lindo y no iba a negar lo atractivo que era, pero no existía ninguna otra clase de trasfondo. Él no era como Tyco y jamás sería como él. Sus heridas y sus recuerdos todavía no habían sanado, no se podía permitir estar con nadie más hasta que eso sucediera.

La maldita sonrisa de Alastor estaba grabada en su mente y su aroma de alfa seguía impregnado en su habitación, tenía que establecer un límite para que las cosas no se salieran de control nuevamente y ser firme en eso, porque temía que el demonio radio se aprovechara de su debilidad como omega en un momento tan crítico como el que sería su celo.

Se levantó de su lugar más determinado que nunca y esto llamó la atención de las chicas, las cuales dejaron de hablar de repente.

¿Dónde está Alastor?

—Eh... En la cocina. ¿Por...?

Se dio media vuelta y caminó con firmeza hasta ese lugar. Iba a hacer exactamente lo que él siempre hacía. Por eso mismo, apenas llegó a la puerta de la cocina, la abrió totalmente dando un estruendoso portazo. Allí estaba, preparándose una taza de café negro y amargo. Alastor se giró hacia Angel y le sonrió como habitualmente hacía. En realidad, ni siquiera se inmutó por el portazo, él siempre estaba en estado de alerta y escuchó sus pasos desde las afueras de la cocina.

Solo es sexual, ¿Ok?

La araña lo señaló con el ceño fruncido. Parecía que en cierto sentido se estaba tratando de auto convencer a sí mismo de su situación. Alastor arqueó una ceja hacia él, ¿Acaso se perdió de algo importante esos días?

¿Mmn?

Mi atracción. Mi innegable atracción hacia tí. Solo es sexual. No te conozco, no me conoces. Me liberarás y todo seguirá normal. Me iré del hotel y haremos como que jamás nos vimos.

Oh, comprendió un poco más la cuestión. El ciervo rio discretamente y posó una mano sobre su pecho. Entonces, le dirigió una cálida sonrisa confiada, luego entrecerró sus ojos de esa manera tan jodidamente hermosa y... sexy que tanto odiaba Angel. La araña apretó sus puños con bastante fuerza, no iba a caer en ninguno de esos malditos encantos nuevamente, ¡No podía permitirlo!

Pensé que ese siempre fue el plan.

Tarareó Alastor con aquella voz radiofónica que lo caracterizaba, volvió a enfocarse en su café y lo sirvió desde una tetera sobre una pequeña taza de porcelana. Permaneció sonriendo feliz, satisfecho, pero Angel torció una mueca de confusión bastante notable.

¿Sí?... Digo, ¡Sí! ¡Claro que sí!

Se volvió a colocar en aquella posición firme, porque no había tiempo para dudar o llenarse la cabeza con pensamientos innecesarios. La parte de obtener su absoluta libertad era la que más buscaba y no necesitaba de ningún demonio para encontrar su verdadera felicidad, quería dejar de sentir ataduras y no quería depender de alguien como Alastor. Definitivamente no era una opción.

¡Y esta noche vas a venir conmigo a comprarme un celular! ¿De acuerdo?

Lo volvió a señalar con perseverancia, Alastor seguía escuchando lo que decía pero la preparación de su café resultaba ser más interesante que su palabrería de auto convencimiento propio. Era tan obvio que Angel también sentía el lazo, ¿Hasta cuándo iba a jugar a qué no era así? Omegas, nunca los iba a entender.

Sí. Rompiste la pantalla del mío con tu extraño poder vudú, así que me debes uno. Y no es una cita. No lo es.

Aclaró algo que debía ser evidente, pero quiso remarcarlo con mucha insistencia para que el ciervo no se confundiera ante sus intenciones. Alastor ladeó levemente su rostro hacia él sin borrar su sonrisa y alzó sus cejas con algo de escepticismo ante su forzosa manera de aclarar que no iban a salir con una intención romántica.

Querido Angel. Sé que tus feromonas te están enloqueciendo porque fueron suprimidas por años. Te recomiendo que utilices supresores, harán que dejes de actuar como un lunático.

Angel abrió la boca absolutamente indignado por sus malditas palabras y por supuesto que se puso más a la defensiva, ¡No estaba exagerando! El ciervo se empezó a reír sin poder controlarse, debía admitir que era gracioso presenciar lo dramático que podía ser.

—¡Lo estoy haciendo! Mierda.

Se dio media vuelta y se retiró de la cocina, dando nuevamente otro portazo con más enojo que antes. Le hacía sentir tantas emociones al mismo tiempo, iba a explotar. Alfas, ¿Quién carajo los entendía?

Cinnamon's Radio [ RadioDust ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora