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Se dirigió al interior de un cuarto desordenado y sombrío. El aroma a humedad inundaba el ambiente y no lo hacía nada agradable para nadie. Había un conjunto de papeles regados en medio del escritorio, los muebles estaban cubiertos de polvo y los cristales de las ventanas estaban tapadas con tablones de madera y clavos oxidados que aseguraban las tablas, como si aquella habitación hubiera sido abandonada desde hace bastante tiempo.

Los pasos marcados de un demonio se hicieron escuchar al ingresar y cerrar la puerta detrás de él. Pero el negociador detuvo sus pasos cuando se encontró con un delgado demonio al final de la habitación, quien con un porte elegante pero siniestro, subió un poco su sombrero y le dirigió una mirada fría y de carácter seria.

No tengo mucho tiempo, cariño. Necesito información sobre la mercancía.

Cruzó sus brazos inferiores y sus ojos bicolor brillaron con intensidad cuando dirigió la mirada hacia aquel demonio que, a pesar de que era mucho más alto y robusto, no contaba con el mismo porte elegante que el contrario. El jefe criminal de la región oeste no era reconocido por tener grandes habilidades en batalla ni armamento, siempre enviaba a sus hombres a hacer el trabajo sucio. Pero si había que describir alguna buena característica, era imposible no nombrar a su gran negocio de metales y materias primas de diferente calidad y precio.

Y por supuesto que Angel estaba interesado. Ese robusto demonio subestimó su apariencia y lo débil que parecía físicamente, por eso le sonrió de forma cínica.

¿Tu padre te envió?

—Mi padre tiene a sus propios demonios. No es mi asunto.

Contestó Angel sin cambiar su expresión en ningún momento. Destacaba el negocio de ese jefe criminal porque era el que traficaba con gran parte de los hierros y metales que sobraban en los exterminios. La mayoría era parte del mercado negro y esa clase de armamento y su venta estaban bajo su cargo.

Cada vez que alguien se cruzaba con Angel, lo relacionaban con su padre por haberse mezclado en el mismo ámbito de trabajo y tratar con los mismos traficantes que él. Pero no había idea más alejada, no había visto a su padre desde hace años a pesar de que habitaban en el mismo infierno. Su relación no era buena, para nada.

Solo háblame de la mercancía.

La araña sonrió con misericordia repentina, porque sabía que estaba siendo subestimado únicamente por su apariencia. Y como lo esperaba, el jefe criminal se rio en su cara con total descaro y le sonrió como un demente. Aplastar a una araña tan delgada y pequeña sería algo demasiado sencillo.

No tengo nada de que hablar, no me interesan los negocios con personas que tengan lazos con Henroin. Ve a jugar al gangster con alguien más, maricón.

Se volvió a reír con impertinencia y Angel no pudo evitar sonreír con gracias ante su comentario, porque toda la escena se armó en menos de quince segundos. El viejo criminal pudo desenfundar su revólver de su cinturón, quiso apuntar hacia la cabeza de la araña con lo que creía, una gran velocidad. Pero no tenía idea de con quién se estaba metiendo. Apenas parpadeó, borró su sonrisa y se dio cuenta que ya no estaba en frente de él, lo había perdido de vista en medio de la oscuridad.

Desde atrás, Angel le clavó un rodillazo en medio de la columna vertebral y le quebró mínimo dos huesos. El pobre demonio solo pudo gritar de dolor, ni siquiera entendió como tuvo la habilidad y sobre todo, la astucia y velocidad para llegar a su retaguardia sin haberse percatado de ello.

Cuando cayó de rodillas al suelo y soltó su revólver por el dolor contundente que recorría su anatomía, Angel lo tomó del cuello y azotó su frente contra el piso de concreto. Los borbotones de sangre empezaron a fluir y a manchar el suelo formando un charco de fluidos rojos, mientras el viejo se quejaba del dolor y trataba de no ahogarse con la sangre que emergía de su nariz rota.

Cinnamon's Radio [ RadioDust ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora