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Angel simplemente se acurrucó y cerró sus ojos, abrazó sus rodillas y logró empatizar lo suficiente como para sentir dolor en su corazón. La sensación de ser abandonado, de temer tanto a un lugar desconocido como el infierno y no tener a nadie, a absolutamente nadie que pudiera ayudarte en ese mundo. Levantó un poco su rostro hacia Alastor, las cosas pudieron ser diferentes si le proporcionaba parte de su historia y de su llegada desde el principio.

¿Por qué no me lo dijiste? Yo...

Sonrió con amargura, se sintió quebrado por dentro al recordar cada error que cometió. No debió confiar en nadie ni debió someterse al control de ningún alfa. Pero al llegar y descender tan abruptamente luego de ser juzgado, fue liberado a su suerte. Y nadie se ocupaba de hacerte comprender ese mundo, los demonios más fuertes se aprovechaban de la inexperiencia e ingenuidad de los recién llegados, de sus miedos más profundos y sus puntos más débiles.

Yo soy como tú. Cuando llegué... estaba perdido, asustado, confundido... Él me cazó como a una liebre. Valentino se aprovechó de mi y acepté estar con él porque pensé que sería el camino correcto.

Alastor escuchó sus palabras y tomó asiento al borde de la cama, su semblante serio permaneció en su lugar. Luego de que ambos estuvieran décadas habitando el infierno, podían comprender el mecanismo que tenían los más fuertes para aprovecharse de las almas recién llegadas. De eso se trataba un poco el juego también. Era cruel, pero era parte del castigo eterno que se debía experimentar.

Eres igual a mi. ¡Lo hubiera entendido más que nadie!

Exclamó Angel hacia él, invadido por el enojo y la indignación. Claro que sufrió por todos esos años y no hubo noche que no llorara y se preguntara porque Alastor lo había traicionado de una forma tan cruel. Pero en ese momento, las cosas eran tan claras, tan evidentes.

Se estrujó el pecho con sus manos, dolía aunque no se tratara de su propia angustia. Su omega estaba tan conectado al alma de su alfa que pudo sentir su sufrimiento como si fuera el suyo propio. La sensación de ser abusado, de perder el control y de no tener a nadie en el mundo que tuviera un auténtico interés en cuidarlo y protegerlo de lo despiadado que era el infierno y sus demonios.

Alastor entrecerró sus ojos y se sintió soberanamente patético, porque quería desconocer la clase de alma que había sido cuando Rosie se apropió de él. Estúpido, frágil e inestable.

Me avergonzaba admitir que...

Casi nadie sabía sobre esa parte de su pasado y nadie podría imaginar que esa historia era su origen en el plano infernal. Apenas se liberó, apenas pudo investigar las reglas del juego por su cuenta, su poder incrementó cada día más. Realizó grandes masacres, controló su poder que se basaba puramente en sus emociones. Y se encargó de realizar tratos con los más poderosos, se volvió tan fuerte como ellos e incluso mucho más que la mayoría.

Rosie le hizo crear esa determinación y esa sed de venganza a partir de todo su maltrato y abuso, pero no era algo de lo que podía estar orgulloso. Era todo lo contrario. Observó con ojos vacíos y tristes a Angel, su alfa tenía una herida tan grande y profunda que no pensaba que pudiera sanar nunca alguna vez.

Que soy un alfa tan corriente, que soy tan débil y... mentalmente inestable. Que fui la persona más estúpida e ingenua. Ni siquiera merezco mi linaje, ni siquiera sé porque lo tengo. Soy lamentable. No quería que vieras lo peor de mi.

Se quedaron mirando por varios segundos y el silencio reinó en la habitación.

Angel, muy de a poco, negó con la cabeza ante cada una de sus palabras. No sabía muy bien porqué, pero quería largarse a llorar. Quería decirle que no era así, quería abrazarlo y repetirle una y otra vez que no era su culpa y que nadie los preparaba en vida para recibir el infierno y saldar las deudas por cada uno de los pecados terribles que habían cometido.

Cinnamon's Radio [ RadioDust ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora