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Batió su taza de café caliente y cuando terminó de remover el azúcar, tomó con ambas manos la porcelana y mantuvo sus manos cálidas.

La temperatura había bajado esa mañana y no poseía abrigo, sentía timidez de pedirle a Alastor más ropa o más servicios del que estaba abusando. Pudo conseguir una camisa bastante holgada para su cuerpo, con eso tenía suficiente. No debía acostumbrarse mucho a esa extraña mansión oscura, porque debía irse pronto.

Se masajeó un poco el cuello y quiso relajarse, el dolor corporal había disminuído notablemente y ya estaba en condiciones de salir, se sentía recuperado luego de todos aquellos desastrosos días.

Cuando Alastor le dijo que habían pasado siete días de celo, no pudo evitar sorprenderse demasiado. Esos períodos no duraban tanto normalmente, había sido algo totalmente monstruoso por haber contenido y reprimido sus instintos por tantos años. Pero tal vez hubiera sido peor si Alastor también hubiera sufrido su celo al mismo tiempo. Por suerte, seguía conteniendo esa clase de instintos por razones personales que desconocía.

Bebió un sorbo de café, aun de pie en medio de la cocina. Luego, observó el nublado exterior por la ventana. Cerró sus ojos por unos momentos. En sus memorias, las cosas que sucedieron en su celo se repetían como si fueran recuerdos borrosos e inestables. Pero habían sucedido. Y comenzaba a sentir una enorme carga de confusión sobre sus hombros.

¿Qué tan malo era sentir esa clase de confusión con respecto a Alastor? Sentir tanta felicidad cuando lo abrazaba y besaba sus labios y tener esa absoluta necesidad de sentir su dulce aroma cerca. Pensaba que su alma le seguía perteneciendo a Tyco. Pero no podía negar que Alastor le despertaba emociones que no recordaba haber experimentado antes. Su corazón se aceleró al recordar cómo le confesaba sus sentimientos, con tanta seguridad y sin que nada más importara.

¿Estaba bien entregarse tanto al sentir esa inmensa cantidad de contención, protección y cariño? ¿No era un ingenuo por quererlo y necesitar sus besos? ¿Todas sus reacciones se debían únicamente a que eran una pareja destinada o existía la posibilidad de que fuera más allá de eso? Depositó la taza sobre la mesada y antes de girar hacia atrás, sintió como alguien le colocaba sobre su espalda un grueso abrigo que proporcionaba mucho más calor que una simple camisa. Angel giró su rostro y Alastor acarició sus hombros, sonriendo con tranquilidad hacia la araña.

Sé que tienes frío, estabas temblando.

—Alastor...

No pudo articular palabras porque el ciervo le rodeó la cintura con sus manos y se apegó a su cuerpo desde atrás. Tomó su mentón y besó sus labios, causando que Angel cerrara los ojos y suspirara por el placer que sentía cuando lo besaba de esa forma tan serena y casta.

Correspondió su gesto y se dio la vuelta para envolver sus hombros con sus brazos. Amaba besarlo incluso más que tener relaciones con él, porque le hacía sentir que era querido. No sabía si era mentira o no, no sabía que tan confiable podía ser el demonio radio. Pero por un momento, quiso creer ciegamente que sus palabras eran ciertas y que le gustaba como demonio, como hombre.

Alastor se separó luego de acariciar sus caderas con sus grandes manos y seguido de esto, lo alzó entre sus brazos y se lo llevó a su habitación. El contrario no dejó de mirarlo a los ojos, apreciando su brillo y aquella siniestra sonrisa que adornaba su rostro siempre.

Se dejó llevar por él, y cuando lo colocó lentamente sobre la cama, pudo sentir como él se recostaba a su lado para poder abrazarlo y volver a tomar sus labios con tanto cariño y protección. No pudo resistir esa clase de gestos. Tomó las mejillas de Alastor y le correspondió con mucho deseo de ser querido de esa forma pura y honesta que le estaba brindando.

Cinnamon's Radio [ RadioDust ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora