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La mujer de cabellos blancos deslizó sus brazos alrededor del cuello del demonio radio, lo atrajo a su cuerpo y, de a poco, el humo de color negro empezó a envolver ambos cuerpos. Alastor se quedó inmóvil con una expresión sería, pensativa y fría. Sin embargo, Rosie sonrió tranquilamente, acarició la piel de su cuello y dejó que el humo sombrío que emanaba su cuerpo se mantuviera ocupando cada esquina de la habitación.

—Mi preciado Alastor.

La omega se separó brevemente para empujarlo contra la cama con ambas manos. De inmediato, se abalanzó sobre su cuerpo y acarició su pecho con una de sus manos, pudo percibir su aroma con gusto, se deleitó con su distinguible olor a alfa. Ella se mordió los labios y deslizó sus garras por su torso, llevó sus dedos hacia la piel de sus mejillas y sujetó su mentón con sus garras.

Era una delicia, un postre. Y era suyo, solo le pertenecía a Rosie y nunca había sentido tanto orgullo por tener en su poder a un alfa tan codiciado, hermoso e indudablemente poderoso. Disfrutó del tacto de su piel, sintió su propia marca hervir de excitación al tenerlo acorralado contra su cuerpo. Poseía algo que nadie más tenía en todo el infierno... su marca. Sonrío con mucha crueldad y egoísmo, nadie se lo podría arrebatar nunca.

Hace mucho no entras en celo a mi lado. ¿Cuántos años han pasado?

Lamió su mejilla. Alastor cerró sus ojos, suspiró bruscamente y se estremeció cuando ella comenzó a acariciar su entrepierna con toda intención de introducir su mano y tomar su sexo. Tal vez lo tenía bastante... Abandonado. Pequeños errores sin importancia. Alastor debía saber las reglas del juego, él era un inferior después de todo. Y ella era su dueña, podía utilizarlo cuando se le antojara para satisfacer sus propios deseos. Rosie sonreía de una forma lujuriosa al observarlo tan sumiso debajo de su cuerpo, tan débil, resignado, precioso y sin nada de voluntad para oponerse a sus deseos. Así lo quería y lo necesitaba, no era más que un alfa y las omega de su poder podían dominarlos a su voluntad.

Sin embargo, Alastor abrió sus ojos y le sonrió con su misma tranquilidad. El gesto desconcertó un poco a Rosie, pero él se encargó de rodear su cintura con una mano y de no romper el contacto visual.

Cuando te conocí, entré en celo al poco tiempo. Recibiste mi primer celo con tus brazos abiertos. Pero no te culpo, este es el infierno. En tu situación... habría hecho lo mismo.

Su voz se distorsionó un poco y sus ojos rojizos comenzaron a oscurecerse, Rosie siempre le decía que amaba el color de sus iris rojos y brillantes en contraste a sus globos oculares negros. Se los mostró para que apreciara la oscuridad de sus emociones, al mismo tiempo que su rostro se cubría entre sombras y extraños símbolos rojizos rodeaban su cuerpo.

Eres tan astuta, Rosie. Y tan fuerte.

Le tomó el rostro con una de sus manos, sujetó su rostro y ella dejó de sentirse extrañada, le sonrió con confianza y dulzura. Disfrutó del tacto de su Alastor, cerró sus ojos negros y se sintió extrañamente correspondida por sus instintos más bajos de omega.

Hubieras sido una esposa ideal en otro tipo de escenario.

Materializó el puñal maldito en medio de su mano descubierta y agrandó una sonrisa desquiciada en su rostro. Sus ojos se tornaron grandes y negros, la oscuridad invadió cada centímetro de la habitación y los símbolos vudú de color sangre se ampliaron violentamente. En medio de su ataque demencial de adrenalina y frenesí absoluto, Alastor enterró el puñal en medio de su espalda.

Rosie se horrorizó al sentir el impacto del filo desfigurando su piel, pero el dolor resultó ser nulo. Se trataba de un arma que no tenía la intención de matar, sino que portaba una misión mucho peor. Se levantó de su pecho y jadeó fuerte sintiendo que todo el aire se le estaba escapando y que ya no podía respirar. Se trataba de magia, de algún tipo de maldición.

Cinnamon's Radio [ RadioDust ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora