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Entrelazó sus dedos por los cabellos de Angel, lo acarició por varios minutos y lo mantuvo abrazado contra su pecho. El contrario se acurrucó en la cama y trató de apegarse aún más a su cuerpo. Los días pasaban y el embarazo comenzaba a resultar más pesado y difícil de lo que había creído. Suspiró. No recordaba la última vez que se sintió fuerte. Era como si cada semana su vitalidad física se fuera desintegrando.

Alastor seguía acariciando su cabeza y siempre estaba apegado a él, no había otra cosa que pudiera hacer en realidad. Pero el ciervo comenzó a sentir que no era suficiente para aliviar su malestar y dolor. Podía permanecer allí para siempre y podía cuidarlo, pero nada de eso impedía que Angel empeorara con el pasar del tiempo y que comenzara a manifestar cambios notables, su cuerpo se apagaba y se deterioraba con el paso de los días.

Aún no estás acostumbrado a los cambios bruscos. Es la primera vez que estás preñado, así que esto es normal.

Angel escuchó la voz radiofónica y se aferró con sus uñas a sus ropas. Lo sabía, pero la fiebre no bajaba desde hace días y su cuerpo no estaba tomando bien la pérdida de energía. Tenía que resistir. Aunque se sintiera muy mal, debía seguir resistiendo todas esas dolencias. Subió un poco su rostro hacia el de Alastor y el ciervo le tomó una mejilla. Su corazón se estrujó al verlo sufrir de esa forma, Angel estaba preocupado por el bienestar del bebé porque su cuerpo no estaba soportando bien esos cambios.

El alfa captó cada parte de sus sentimientos, estaba preocupado por su cría pero también por él. Los grandes ojos de su pareja poseían enormes ojeras negras por debajo, también se notaba que su cuerpo de por sí delgado estaba consumiéndose, sus huesos se notaban mucho más que antes y su piel se estaba volviendo opaca. Angel abrió los ojos pasmado al darse cuenta de cómo analizaba su apariencia, tembló dolido ante esa mirada.

Le daba vergüenza. Nunca nadie lo vio tan mal, nadie vio esa parte tan nefasta y decadente. Se cubrió el rostro con una mano, sensible y receptivo tan solo por una mirada. Quería llorar por lo horrible que se sentía y lo horrible que debía verse, no quería que Alastor lo siguiera mirando de esa forma.

Mi amor, tranquilo.

El ciervo quitó aquella mano temblorosa, redujo el espacio entre sus rostros para besar sus mejillas, bajó un poco para llegar a su clavículas y dejó un camino de besos muy suaves. Esa era la prueba más fuerte que debían atravesar juntos, nunca se vieron de esa forma antes y nunca estuvieron tan expuestos. Alastor sentía a su alfa palpitar con tanta fuerza, jamás se sintió tan propio de esa naturaleza. Era su instinto de protección que estaba más elevado que nunca.

Eres tan hermoso, siempre brillas ante mis ojos.

Murmuró antes de besar sus labios. Angel cerró sus ojos llorosos. Nunca se sintió tan frágil, indefenso y vulnerable en toda su vida en ese infierno. Jadeó cuando Alastor comenzó a frotar su vientre, el cual estaba comenzando a crecer. Estaba demasiado sensible, suspiró un poco ante esas caricias tan gentiles. Lo necesitaba mucho, jamás podría atravesar algo así estando solo.

Las noches habían sido terribles, el dolor físico y la fiebre le impedían dormir y, a pesar de que Alastor nunca dormía y estaba acostumbrado a eso, sabía que solo era una carga para él en cada madrugada que pasaba. Estaba todo el tiempo aferrado a su cuerpo y se quebraba cuando sentía que ya no podía soportar esa situación. Y su alfa tenía tanta paciencia, jamás protestó o se quejó cuando Angel caía preso de la desesperación. La nobleza de su corazón crecía a cada momento.

El ciervo cargó su cuerpo entre sus brazos y caminó por la extensión del pasillo. Angel se mantenía aferrado a su pecho y cerraba sus ojos sintiéndose muy agotado.

Cinnamon's Radio [ RadioDust ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora