Cinnamon's Radio [ RadioDust ]

32•

Escuchó un pequeño goteo, algunas gotas de lluvia golpeado el cristal de la habitación. Muy en su inconsciente, podía percibir que estaba lloviendo, pero no sentía las fuerzas suficientes para despertar por completo, no aún. Fue entonces que una gran cantidad de agua helada cayó sobre su cuerpo, un enorme balde de agua fría lo empapó y Angel despertó shockeado y con el corazón a punto de escaparse por su boca. Empezó a toser por el agua que había tragado y se retorció en su lugar, fue en ese momento que se dio cuenta que sus brazos superiores estaban fuertemente sujetados por cadenas y amarrados por arriba de su cabeza, sus muñecas dolían por lo intensamente apretadas que estaban contra las cadenas de metal. Sus cuatro brazos restantes estaban aprisionados a sus costados por unas esposas de hierro y extendidos para permanecer inmovilizados.

Jadeó muy agitado, observó a su alrededor con el nerviosismo a tope y se encontró sentado en el piso contra una pared de madera a un costado de una ventana muy pequeña. Era una cabaña muy oscura. Sus piernas estaban libres pero no podía moverse mucho de todas formas. Alzó la mirada mientras las gotas de agua caían por sus mechones de cabello y se encontraba frente a frente con el responsable de tenerlo ahí.

Reconoció a ese demonio, fue el que quiso aprovecharse de él en el callejón cuando estaba ebrio y con sus defensas bajas. El alfa se arrodilló ante su cuerpo y le sujetó el mentón a la fuerza mientras Angel le regalaba una mirada de desprecio total.

—Que belleza. Te ves incluso mejor en un estado tan lamentable. Quiero jugar un poco, pequeño. Me la debes desde la última vez que nos vimos.

—Jódete.

Ese robusto demonio de piel rojiza ya se esperaba esa clase de impertinencia. Utilizó gran parte de su veneno anestésico para que su cuerpo no tuviera las fuerzas suficientes para resistirse o pelear, sin embargo, no iba a volver a permitir que un omega lo humillara. Soltó su rostro y sin pensarlo dos veces, le encajó un puñetazo en el estómago con todas sus fuerzas.

Angel jadeó ante la perdida de aire y retrocedió por el intenso dolor del golpe, se sacudió en respuesta y empezó a toser y a escupir algo de sangre. Pero el alfa no tenía tiempo que perder, volvió a sujetar su mentón con su mano y apretó su mandíbula, manchando sus dedos con los hilos de sangre que brotaban desde la boca de su presa.

—En poco entraré en mi celo y te voy a destruir. Te mantendré aquí hasta entonces, araña.

Sonrió muy confiado de sí mismo, gozando del patético estado en el que estaba ese omega. Sin embargo, Angel respiró fuerte y repleto de rabia ante ese sometimiento. Ese pervertido estaba muy a gusto de tener el control sobre su cuerpo, lo dejó indefenso y amarrado como un completo cobarde. Apenas el alfa soltó su rostro, Angel bajó la cabeza y quiso mover sus piernas para darle una patada y sacarselo de encima. Pero ese demonio adivinó sus movimientos de inmediato.

—Oh... ¿No falta mucho para el tuyo? Puedo olerlo, bebé. Sería una maravilla que pudiésemos concordar.

Angel abrió los ojos horrorizado y quiso forcejear con más fuerza para liberarse inútilmente de sus cadenas, pero el alfa le abrió las piernas de par en par y la araña gimió ante el dolor del brusco movimiento. Jadeó incluso más rápido, quiso cerrar sus piernas y alejarse, pero estaba totalmente inmovilizado. Tembló presa de la rabia y de la impotencia. Era un escenario horrible, espantoso.

—Necesitas aprender como funciona esto. Los omega como tú están abajo y nosotros arriba. Es sencillo. ¡Y ya deja de moverte!

Alzó su brazo y le encajó un puñetazo en medio de la cara, destrozando su labio inferior y provocando que grandes borbotones de sangre comenzaran a brotar desde aquella hemorragia. Angel gimió quebrando su voz por el terrible impacto y cuando quiso volver a retroceder, el alfa lo tomó del cuello y empezó a estrangularlo con demasiada fuerza. El menor apretó sus puños y jaló de las cadenas, pero era totalmente inútil.