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Arrastró su cuerpo hasta estamparlo contra la pared, lo aprisionó con sus manos desde atrás y presionó con sus garras sus pechos de pelusa entre sus dedos. Entonces, aspiró el dulce aroma de su cuello, besó su costado y apretó cada vez más fuerte su blando y cálido pecho.

Ambos cuerpos desnudos volvieron a empezar a moverse, Alastor bombeó contra su interior mientras su falo recorría sus entrañas que no dejaban de contraerse. Pero Angel ya no podía moverse, cerró sus ojos totalmente agotado y sintiendo como sus rodillas temblaban inestables y débiles, se aferró a la madera de la pared con sus uñas y sollozó de placer al mismo tiempo que trataba de sostenerse inútilmente contra la superficie.

El ciervo dominaba su cuerpo en totalidad y aunque los días seguían pasando y la fiebre de su celo aún seguía corrompiendo todo su ser, su estructura estaba llegando a su límite. La maratón no daba indicios de cesar en ningún momento y necesitaba seguir siendo tomando por Alastor, aunque ya no tuviera un sentido del presente o la realidad.

Angel solo podía pensar en el miembro del contrario penetrándolo una y otra vez mientras sujetaba su pecho y lo estrujaba brusco con sus garras, en como pajeaba su verga a una gran velocidad y en como lamía su piel y mordía su carne. Las posiciones siguieron variando y las horas corrían una tras otra, los días y las noches. Sus cuerpos eran uno solo la mayoría del tiempo, el sudor y la sangre invadían las sábanas, al igual que el semen fresco.

Gimiendo y perdiendo el control, Angel abrazó por el cuello a su alfa y montó sobre su regazo, se auto penetró al subir y bajar a gran velocidad. Arqueó su espalda dejando caer su cabeza hacia atrás y derramó más lágrimas de dolor y placer mientras gemía lastimosamente. Sus caderas se siguieron moviendo sobre el miembro de Alastor, quien guió sus movimientos sujetando su cintura con sus manos y apresurando el ritmo de sus subidas y bajadas.

El ciervo entrecerró los ojos con una sonrisa de satisfacción pura, abrazó su cuerpo y estrujó su trasero deslizando sus manos por cada una de sus sensibles nalgas. Angel jadeó afectado y se movió incluso más rápido, raspó su interior y lo frotó contra su punto más débil, mojando el vientre de Alastor con sus fluidos y gimiendo de una forma encantadoramente aguda y femenina.

Oh no... Esta posición se siente tan bien...

El demonio radio abrió sus ojos luminosos y rojizos al escucharlo hablar con esa voz tan erótica y quebradiza. Encajó su mano contra la garganta de Angel y lo hizo gemir más fuerte, sus gotas de sudor se deslizaron hasta mezclarse con la piel de su pecho haciéndolo ver delicioso.

Entonces, lo acercó para besarlo. Sus labios se unieron y la araña cerró sus ojos, gimiendo dentro del beso y atrayendo su cuerpo contra él todo lo que le era posible. Su alfa posó una mano en su pequeña espalda y, con su otra mano libre, le acarició la cintura, lo acercó a su pecho y cerró sus ojos para sentir la calidez y dulzura de sus labios.

Angel correspondió su beso y entrelazó su lengua con la de él, aún rodeando sus hombros con sus largos brazos y respirando agotado por el exceso de movimiento. Pero por un momento, se detuvo y permaneció contra el regazo de Alastor totalmente quieto, con su falo entero en su interior. Se siguieron besando por eternos segundos, el ciervo lamió sus labios y lo hizo temblar ante esas cálidas y tiernas sensaciones tan repentinas.

Aunque sabía que Angel tal vez no recordaba lo sucedido en esos días, quiso al menos probar algo de su delicadeza y de su dulzura como omega. Se separó del beso y apreció su expresión perdida y desorientada, mientras respiraba agitado y sus ojos aún permanecían nublados por sus fuertes instintos dominando su razón.

—Angel... No falta mucho para que esto termine.

Tomó sus mejillas con sus dos manos y la araña deslizó sus brazos hacia abajo, hasta depositar sus palmas sobre el pecho desnudo de Alastor. Sonrió ido y feliz, observándolo con sus grandes ojos que aún permanecían grises. Cualquier caricia de su alfa le hacía sentir bien, le hacía ser dócil y querer complacerlo en todo. Alastor se acercó lentamente hacia su frente para dejar un beso casto sobre aquella zona, porque quería preservar su seguridad.

Cinnamon's Radio [ RadioDust ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora