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Entre medio de los fragmentos de piedras y minerales de aquella cueva siniestra, los sonidos del magma anaranjado y brillante escurriéndose en forma de un arroyo inundaban el enorme espacio constituído de toda clase de rocas preciosas. La temperatura de la cueva era bastante elevada y el aroma a azufre era casi insoportable.

Se trataba de uno de los lugares más primitivos del infierno, alejado de cualquier clase de civilización. El infierno en bruto, el que tanto predicaba la biblia y las almas que no conocían lo que significaba descender.

Charlie se corrió unos mechones de cabello del rostro pero, aunque tratara de arreglarse, el hollín negro estaba manchando sus mejillas y parte de sus ropas de colores claros. Se mantuvo arrodillada en el suelo de rocas y tierra y limpió con sus manos desnudas parte del puñal que estaba en la fase final de su elaboración. Levantó el arma que poseía un brillo verdoso, no era una cuchilla mortal a simple vista, pero cumpliría el verdadero cometido por el cual fue creada desde un principio.

He logrado diluir las piedras malditas y formular el ritual adecuado. Está listo.

Antes de hacer entrega del puñal, se puso de pie y observó con bastante tristeza a Alastor. El ciervo ni siquiera la miraba a los ojos, únicamente se enfocaba en el arma sucia que la rubia portaba en sus manos. El brillo era distinguible, esa clase de armas y rituales solo podían ser efectuados por seres con la sangre maldita de Lucifer.

Extraño tu sonrisa, Alastor. ¿Esto no es suficiente para que tú esperanza vuelva?

Charlie nunca había dejado de pensar en eso. En toda la pena que rondaba por el corazón de Alastor y en como su alfa no dejaba de irradiar la angustia y el dolor de la pérdida. Él nunca podía ser franco con sus emociones y era de esa clase de personas que solo podía callarse ante esa parte de debilidad que lo conformaba. Pero ella lo notaba porque era su cercana. Habían pasado tres años desde que no había vuelto a formar una sonrisa honesta hacia nadie.

El ciervo iluminó sus ojos rojos al mismo tiempo que la interferencia de una radio vieja retumbaba con un notable eco por dentro de esa cueva. Agudizó su mirada hacia Charlie, porque nada aseguraba que todo pudiera salir bien.

Aunque disuelva la marca de Rosie, no existe una garantía absoluta de que mi poder sea el suficiente como para enfrentarla. Y no me perdonará esto.

Alastor encontró la forma de poder ser libre a pesar de que todo acto que cometiera tuviera peligrosas consecuencias. Su poder como overlord era algo que la mayoría temía, pero la mujer que había marcado era una demonio mucho más antigua y más experimentada que él. Podría disolver su marca si ejecutaba un plan cuidadoso, pero su reacción sería inesperada. No podía predecir sus movimientos, como tampoco podía estar seguro de quién saldría victorioso si se realizaba un enfrentamiento.

Únicamente estaba seguro de algo, necesitaba su libertad absoluta y el primer paso era liberar su alma de la atadura de esa mujer. El puñal era su ayuda.

Ser libre es mucho más complicado de lo que parece. Angel tuvo que soportar esta clase de penurias por tantas décadas... no creo que exista alguien que lo entienda como yo lo hago.

—Alastor. Debes buscarlo.

La princesa del infierno le dirigió una mirada suplicante porque no podía olvidar su terrible separación y, sobre todo, el enorme malentendido y la falta de explicaciones que había desencadenado toda esa serie de eventos catastróficos.

Sabes que siempre te lo digo. Nuestro pacto consistía en esto, en conseguir tu libertad. Pero una vez la obtengas, debes buscar a Angel. Ustedes son una pareja destinada y el dolor de sus almas terminará por corromperlos en amargura y soledad.

Cinnamon's Radio [ RadioDust ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora