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Vaggie peinó con cuidado sus cabellos blancos repletos de brillos, entrelazó algunos mechones y le dio los últimos retoques a su apariencia. Trató de acomodar algunos detalles frente al espejo, aunque Angel no estaba muy al pendiente de lo que estaba haciendo. Permanecía sentado con la bebé sobre sus piernas, sonriéndole con cariño mientras ella jugaba con sus dedos y se aferraba a sus manos con una pequeña sonrisa. El omega traía puesto un vestido largo de color blanco que dejaba al descubierto sus hombros, sus brillos destellaban al igual que los pequeños cristales que utilizó la morena para decorarlo.

Charlie entró a la pequeña habitación, también vestía elegante al igual que su novia. Quedó fascinada por la apariencia de Angel, Vaggie había hecho un estupendo trabajo con su maquillaje y estética. Entonces, el omega se puso de pie con Rosé entre sus brazos y se giró hacia ambas con una sonrisa algo nerviosa. Era el gran día y una boda de tal importancia no se celebraba todos los días. Él nunca se había casado, ni siquiera cuando estaba vivo, por eso cada paso y preparación eran sinónimo de nervios.

¡Angel! ¡Te ves encantador! ¿Estás nervioso?

Preguntó la rubia mientras se colocaba al costado de Vaggie. Él bajó un poco la mirada para peinar los cabellos rosas de su hija. Cada vez que ambos se miraban a los ojos... cualquier tipo de problema en su mente simplemente desaparecía.

Si, estoy muy nervioso. Pero tenerla en mis brazos me hace sentir mucho valor.

La morena sonrió al acercarse a la bebé y al apreciar su inocente sonrisa. Apenas extendió una mano hacia ella, Rosé rio y le tomó los dedos como si estuviera jugando. Poseía mucha confianza y no le tenía miedo a nadie, parecía tener un interminable buen humor.

Es encantadora, sonríe todo el tiempo y nunca llora.

—Sonríe como su papá y también se ríe mucho.

Complementó Charlie tomando las pequeñas y esponjosas mejillas de la beba, ella se rio con más fuerza porque reconocía el tacto de la rubia. Estaba creciendo en un ambiente amable gracias a ella y a sus hermanos, les tenía plena confianza y eran sus compañeras habituales de juego, como también la cuidaban y se encargaban de ella de vez en cuando. Angel le sonrió a la pequeña con tranquilidad, porque Rosé amaba a sus padres pero cuando se trataba de Alastor, simplemente enloquecía de alegría y felicidad.

Adora a Alastor, está enamorada de él. Se pone triste cuando está lejos por mucho tiempo.

Cada parte de la convivencia entre ambos con su hija había sido memorable. Era como creía que debían ser las familias normales, algo que ninguno de los dos pudo tener en vida. Ese infierno era su segunda oportunidad de poder construir un vínculo sano y fuerte entre su bebé y entre ellos dos. Y era difícil de creer, pero no eran un desastre tan grande como pensaron que iban a ser. El cariño y el cuidado que le brindaban ambos era de otro mundo, tal vez por eso Rosé siempre sonreía con tanta naturalidad y pureza.

Algunas campanas empezaron a sonar desde el exterior. El bosque que rodeaba el lago de cristal era el único rastro de flora verde y viva en ese círculo del infierno y la mayoría de las parejas destinadas consolidaban sus matrimonios allí por buen augurio. Angel escuchó la señal e inhaló y exhaló con nervios, no podía creer que estaba sucediendo. Vaggie se acercó a la bebé y la tomó entre sus brazos, encargándose por unos momentos de ella.

La cuidaremos, Angie. Concéntrate en ti, es tu día.

—¡Llegó la hora!

Chilló Charlie totalmente emocionada porque el momento al fin se hacía presente. Cuando la araña dejó a su hija en los brazos de la morena, le acarició los cabellos por última vez y le dedicó una sonrisa sincera, la cual fue correspondida por Rosé con su mismo entusiasmo. Entonces, volteó para darle una última mirada a las chicas, porque en ese momento debía atravesar el camino de flores blancas por si solo hasta llegar al altar y encontrarse con Alastor.

Cinnamon's Radio [ RadioDust ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora