Cardenales de oro

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—No más, estoy muerto—dijo cayendo de espaldas sobre el pasto.

—¡No papá!

Yoongi rio cuando sintió el peso de Kai sobre su cuerpo, ambos estaban en el jardín jugando, hacía mucho que no estaban juntos, debido a todo lo sucedido, estaba preocupado por la recuperación de Baekhyun, cayendo en una pendiente de miedo, de la que sólo podía ser salvado por Jimin y sus hijos, la risa de Kai lo revivía, ver sus ojos—los mismos que Jimin—, brillar, le regresaba la esperanza.

Ambos se quedaron acostados mirando al cielo despejado, a las nubes de algodón, Kai señalaba el cielo.

—Esa nube parece un perrito—dijo con emoción.

Yoongi lo observó de reojo, y sonrió, estar cerca de su hijo lo regresaba a su infancia, a esos años donde no había dolor, donde podía ser él sin sentir miedo, a loa años de inocencia, cerró los ojos por unos momentos, jamás dejaría que sus dos pequeños sufrieran.

—Esa parece una flor—le dijo al niño quien soltó una ligera carcajada.

—No, papá, es un trébol, son de buena suerte—se volvió al pasto arrancando uno, se lo dio, sus diminutos dedos lo tomaban con cuidado, Yoongi lo tomó—. Te dará suerte—no quiso decirle que ese no era un trébol sino una florecilla normal, sólo asintió.

—Me dara la mejor de las suertes—dijo poniéndola en el bolsillo de su chaqueta.

Kai subió sobre él y comenzó a hacerle cosquillas, Yoongi reaccionó riendo a carcajadas al tiempo que él también le hacía estallar en risas.

No se daban cuenta que eran observados por Jimin, quien estaba recargado en la puerta corrediza, cargando a EunHa quien se había quedado dormida, apretó la mandíbula con ganas de llorar, la presión de saber la realidad que englobaba un terrible y doloroso secreto no lo estaba dejando tranquilo, quería negarse a que todo lo que sabía fuera verdad, pero la realidad era más cruel que esa.

Mordió su labio inferior antes de entrar, puso a EunHa en su portabebés y caminó al teléfono, por la mañana se reuniría con Hoseok y WheeIn, había pedido verlos, necesitaba aclarar sus dudas antes de saber qué es lo que harían, porque Yoongi tenía que enterarse de una buena forma, no podían permitir que alguien más se lo dijera.

Había algo más que quedaba entre líneas, ¿Dónde estaba Sana? ¿Podrían encontrarla? Incógnitas que le frustraban. No pasó mucho tiempo para que los escuchara entrar, Yoongi cargaba a Kai quien no dejaba de reír, verlos felices le ponía más sentimental, porque tenía miedo, no quería que lo poco que habían construido se derrumbara, una parte de él, quería ser egoísta, quedarse callado, pero estaba consciente que no era justo, que Yoongi no lo merecía, que años de culpa y dolor podrían terminarse sólo hablando, lo amaba lo suficiente para arriesgarse.

—¿Pasa algo amor? —preguntó al tiempo que dejaba a Kai en el piso, este salió disparado a los brazos de Jimin quien lo sotuvo con fuerza para sentarlo en sus piernas, Yoongi se sentó a su lado, su cabello estaba despeinado, sus mejillas rojas debido a haber estado jugando y sus ojos brillantes. Era feliz.

—No amor, es sólo que estoy hambriento—se levantó dejando a Kai en la silla—. Serviré.

—Te ayudo—dijo dándole a Kai su juego.

Ambos caminaron a la cocina, Jimin comenzó a sacar de la alacena los platos, Yoongi tomó su cintura con fuerza, pegando su cuerpo, llevando los labios a su cuello y besando ligeramente, Jimin suspiró relamiendo sus labios.

—Siento que hay algo que no me estás diciendo, pareces más tenso de lo normal—ronroneo en su oído, dándole a Jimin una descarga directa por todo su cuerpo.

Un Cambio De Vida *YOONMIN*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora