Los esclavos de plata

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Namjoon observaba fijamente a SeokJin, este lucia diferente. Un brillo especial lleno de perspicacia estaba ahí, uno que con el tiempo creyó perdido, la situación era tensa, sus palabras intentaban cobrar sentido aunque no mucho, estaba perdido.

—¿Secreto? ¿A qué te refieres?

—Quiero hablarte de algo muy importante, seré honesto, pero, también necesito que tú lo seas ¿Puedes hacer eso?

—Te escucho—asintió confundido.

—Es muy largo, pero puede ayudarnos, Namjoon sé que me has ocultado cosas, pero, antes de hablar de eso tengo que decirte algo, Ken volvió.

Los ojos de Namjoon se agrandaron, sabía que Ken estaba cerca, él mismo había intentado buscarlo, sin embargo, escucharlo de boca de Jin desbloqueó un nuevo nivel de inseguridad, le miró perplejo, entonces, algo en su mente cobró sentido.

—¿Estabas con él?

—Sí—susurró temeroso.

—¿Estás bien? —lo tomó de los hombros revisando sus ojos—. ¿Te hizo algo?

—No—tomó una enorme bocanada de aire—. Quería que me reuniera con alguien, estaba asustado, no entendí hasta que lo vi.

—No entiendo nada.

—Te voy a explicar—suspiró—. Todo sucedió cuando tenía seis meses de haber llegado ahí, en ese entonces ya me había dado cuenta que estaba embarazado, y el plan de Ken estaba en marcha.

—¿Plan?

—Él quería que hiciera creer a un cliente que el bebé era suyo, al principio no entendía, pero, con el tiempo me di cuenta que era alguien poderoso, pero no más que el hombre que vino después, escucha bien...

SeokJin estaba cansado, harto y asqueado, se veía en el espejo y por más que se observaba, no podía reconocer a la persona que estaba parada ahí, en medio de una habitación pequeña, sofocante, sin ventanas y sucia, su cuerpo era más delgado que nunca, su rostro demacrado con ojeras, y su vientre, demasiado pequeño, ni siquiera podía notarse que tenía seis meses o más de embarazo, no, parecía de cuatro, era muy pequeña y sabía bien que era peligroso, lo más probable era que el bebé no nacería o de hacerlo, no viviría y el simple pensamiento le llenaba de angustia.

Perdió la noción del tiempo, la noción de las horas, sólo podía saber que era de noche cuando iban por él, pero ese día, había terminado tan cansado que ni siquiera pudo moverse al baño a tomar una ducha rápido de agua fría, se quedó en la cama, mirando al espejo que estaba en el pequeñisimi clóset, simplemente se miró, temeroso de dormir, porque las pesadillas eran atroces. Le tenía más miedo a su mente que a la realidad que le rodeaba.

La puerta se abrió, cerró entonces los ojos muy fuerte, el único que entraba a deshora era Ken, y si lo veía despierto, no dudaría en usarlo y no estaba preparado para más, su estómago estaba revuelto.

—¿Jin? —a diferencia de otras veces, no paró al verlo dormir, se acercó y sin cuidado sacudió su hombro, lastimandolo, últimamente todo lo lastimaba.

Un Cambio De Vida *YOONMIN*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora