Ha salido al cabrón de su padre.

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#Mía

-Marcos hijo, creo que lo mejor es que esta noche os quedéis aquí. - Ignacio nos sorprende. Me hubiera esperado cualquier cosa menos eso.

-No - mis hombros se endurecen. Marcos tiene el mismo tono de voz que el día en que lo descubrí en la "L" y nos peleamos. Igual de terco. Igual de decidido.

-Marcos cariño, tu padre tiene razón. Ya ha oscurecido y no es seguro conducir en estas condiciones. - Su madre le habla como si estuviera suplicándole, me siento tan mal por ella que ahora quiero quedarme.

-No nos va a pasar nada, no es la primera vez que conduzco de noche.

-Deja de hacer el macarra y haz caso a tu madre, hemos dicho que no te vas a ninguna parte y no te vas a ninguna parte. ¡Y punto! - El señor Rodríguez da un golpe en seco sobre la mesa. Los cubiertos retumban en la mesa, Eva y yo pegamos un brinco sobre nuestro sitio, los niños dejan de observar la nieve para girarse hacia nosotros asustados. Pobre niños, no deberían de ver a su padre así.

-Tú a mí no me das órdenes. - Marcos no aporta la mirada de su padre, parece un duelo entre ambos a ver quién puede más. Eva me mira pidiéndome que haga algo con la mirada, los niños no se han movido del sitio.

-Marcos- susurro esperando que no se enfade conmigo por lo que voy hacer-cielo.

-No Mía- dice sin apartar la mirada de los ojos de su padre- mi padre tiene que entender que hace mucho que dejó de mandar en mí. Antes de que pueda decirle algo más su padre comienza a hablar estropeándolo todo.

-Mientras lleves mis apellidos harás lo que me salga a mí de los cojones.

- ¡Ignacio! - grita Eva.

-Mi propio hijo, vacilándome en mi casa. - Todos miramos como Ignacio se levanta con los brazos abiertos y gritando - ¡A tu padre, que me he desvivido por ti!

Sujetando el brazo de Marcos bajo la mesa, observo como su padre se mueve por el comedor hasta salir de este. Y no sé si es porque estoy yo a su lado, por sus hermanos que le miran expectante o por su madre que está a punto de llorar, pero de repente veo a Marcos volver a ser el de siempre. Como si la salida de su padre por esa puerta hubiese sido una liberación para él. Pone su mano izquierda sobre mi rodilla y con la derecha agarra la de su madre sobre la mesa.

-No llores mamá. Mía y yo nos quedaremos esta noche. - Su madre suelta un suspiro mientras le estrecha la mano y le sonríe. - Sé que quieres que nos quedemos, sé que a Mía le va a dar miedo que conduzca con la nieve de noche, -me mira y yo le acaricio el pelo con adoración. - y también sé que no quiero daros la noche.

- ¿Entonces os vais a quedar? - le pregunta Tomi desde lejos.

-Solo nos quedaremos si os sentáis y terminamos de cenar -los niños corren a sus sillas como si llegar hasta ellas fuese lo más importante del mundo. Marcos me da un beso en la cabeza cuando me ve observándole.

-Sabes que lo hago por ti. - Yo asiento y cierro los ojos disfrutando el hecho de tenerle tan cerca. Dice que lo ha hecho por mí porque por lo que me ha contado en el camino, si hubiese sido cualquier otro momento de su vida ya se habría largado esta noche de aquí. Y ciertamente, no era para menos.

-Bueno yo ya he terminado, me voy a llevar esto. -Mi suegra se levanta con los platos de los niños en las manos y yo no me puedo resistirme en ayudarla.

-Te ayudo -le digo. Ella asiente y me sonríe con los labios unidos.

-Es estúpida la idea de que pagues a mil personas para hacerte las cosas de la casa y que siempre acabes haciéndolas tú- escuchamos a Marcos de fondo gritar.

Sigo a la madre de Marcos hasta una enorme cocina donde hay tres mujeres limpiando. No tengo ni idea de donde estará Ignacio, supongo que está casa es tan grande que si se pelean en otra ocasión no tendrán ni que encontrarse el uno al otro.

-Oh, ya se pueden ir por hoy chicas. Esto lo acabo yo- dice Eva mientras que se pone un delantal. Yo dejo los platos sobre la encimara mientras que observo la situación.

-Pero señora, el señor...

- El señor nada. Hasta mañana chicas. Díganle a Ramón que cierre la entrada cuando se vayan, ya es tarde.

-Claro señora. Buenas noches.

-Buenas noches Berta- mi suegra sonríe a la que parece ser la jefa de las otras dos y comienza a fregar los platos- La verdad es que nunca he entendido porqué Ignacio quiere que tengamos tanto servicio, siempre lo he visto como un gasto innecesario... pero supongo que no me puedo quejar. Yo misma me he ido convirtiendo en la mujer florero que soy hoy.

La miro hablar con pena en su rostro mientras tiro los restos de comida en la basura. Yo no me atrevo a decir ni una palabra, mi madre siempre me decía que cuando uno no sabe que decir es mejor callar.

-Eva yo...- me interrumpe.

-Oh, no cariño. No necesito que digas nada ni que te pongas triste por mi culpa. Hubiera deseado que la noche acabase de otra manera, mi hijo parecía tan ilusionado cuando me avisó de que ibais a venir. - Yo no abro la boca. Creo que no es el momento para interrumpir. - Ciertamente, es la primera vez que Marcos trae a alguna chica a esta casa. Quiero decir, sí que le he visto alguna vez con niñas o incluso mujeres. Por algún motivo siempre estaba con... chicas mayores que él. -Qué me va a decir a mí. Si supiera todo lo que he tenido que hacer para conseguir lo que tengo con Su hijo a día de hoy...

-Por lo que tengo entendido, Marcos siempre ha sido muy mujeriego. - Ella se ríe suavemente.

-Ay cielo, en eso ha salido al cabrón de su padre. - Ambas nos reímos.

ERES MÍA, PRECIOSA. (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora