No hay vuelta atrás.

62.4K 3.6K 307
                                    

#Mía

Creo que pasé el momento más romántico de mi vida apoyada sobre su pecho con nuestros cuerpos encima del capó viendo cómo se escondía el sol sin nadie más allí que nosotros. Ninguno de los dos hablamos más allá de soltar unos cuantos "Te quiero", no hizo falta en ningún momento tener ninguna conversación simplemente se nos pasaban las horas dándonos besos y más besos.

-Nena.

- ¿Umm? - le digo sin levantar si quiera mi cabeza para mirarle mientras me habla. Estoy tan a gusto que no quiero que esta tarde pase nunca, no quiero que llegue esta noche.

- Está empezando a hacer frío- me dice moviendo el brazo con el que me rodea de arriba a abajo con el fin de darme calor- ya está oscureciendo, es mejor que nos vayamos antes de que anochezca.

- ¿Podemos hacer esto más veces? - le digo mientras me reincorporo un poco quedando sentada sobre el capó sin dejar de mirar los restos del atardecer que hay frente a nosotros. Siento como él se sienta a mi lado también sin dejar de mirarme.

- Podemos hacerlo todas las veces que quieras- me besa en la nuca haciendo que un escalofrío recorra todo mi cuerpo, siento como sonríe con sus labios todavía en mi cuello al darse cuenta de lo que me provoca.

- Malo. -Él se ríe bajándose del capó mientras yo sigo ahí queriendo guardar a fuego lento en mi cerebro su risa.

-Métete ya en el coche cielo, hace frío. -Asiento sabiendo que tiene razón y haciendo lo que él me dice.

- ¿Qué le vamos a decir a tu familia esta noche?

- ¿Qué? ¿Para ir a la carrera? - Yo asiento esperando su respuesta - Les dije que esta noche íbamos a celebrar tu cumpleaños con los chicos, en cierto modo no miento. Pero antes... ¿qué te apetece cenar?

- ¿No vamos a cenar en tu casa? - Él niega con la cabeza mientras pone una mano en mi pierna sin dejar de mirar a la carretera.

- Hoy en tu día, hoy decides tú. Todavía nos quedan unas horas para disfrutar los dos solos, nena. - Asiento sin decir una palabra mientras pongo mi mano sobre la suya y miro por la ventana. Me siento extraña al ver cómo la gente anda tan normal por la calle, siendo totalmente inconsciente de lo que estoy sintiendo en este momento. Me siento tan abrumada por todo lo que me ha hecho sentir Marcos hoy, que siento que lo único que quiero hacer es gritar a todo el que pasa lo mucho que le quiero.

- ¿Podemos pedir Mcdonals para llevar? - Él me mira como si tuviera cinco cabezas.

- ¿Eso quieres? ¿Comida barata por el día de tu cumpleaños? - dice divertido. ¿Qué problema tiene con Mcdonals?

- Sí, eso quiero. Podemos llamar a tu madre y preguntar si quieren algo, seguro que los niños se mueren por comer nuggets.

-Cielo, eres una cajita de sorpresas. Yo que pensaba llevarte a algún sitio bonito...

-Podemos disfrutar de hamburguesas, nuggets y alitas de pollo en tu salón.

-Yo pensaba en algo más íntimo, tú y yo en mi cuarto. Con la chimenea encendida, los dos solos.

Me río ante sus palabras, cualquiera diría que somos dos obsesos sexuales que no pueden estar ni un día sin tocarse el uno al otro. Y en cierta manera, podía ser verdad.
Salió todo como planeaba, Marcos me llevó a por la comida y llegamos a su casa con un montón de bolsas llenas de comida basura y refrescos, pero en mi defensa diré que mereció la pena solo por ver la cara de felicidad que tenían los pequeños. Ahora estábamos cenando nosotros dos con ellos en la habitación de Marcos sentados en el suelo frente a la chimenea.

- ¡Me pido el último nugget! - dice Tomi, pero antes de que pueda llevársela a la boca Lili se lo quita de las manos.

- ¡No Tomi! ¡Yo también quiero! - reprocha la pequeña sentada en mis piernas. Yo miro a mi novio intentando no reírme ante la situación. ¿Cómo no le pueden gustar los niños?

- Explícame porque están cenando con nosotros en vez de dejarnos solos- los niños le miran enfurecidos rápidamente al escuchar sus palabras y eso hace que me ría. Vaya tres.

-También podéis partir el nugget por la mitad y compartirlo- les digo intentando que dejen de enfocar la atención en él comentario de mi novio.

- ¡Pero es que yo lo he cogido antes! - dice Tomi cruzándose de brazos.

- Yo resolveré el problema- los niños y yo miramos como Marcos le quita el nugget a su hermana de la mano y se lo come sin pensárselo dos veces. Me fijo en los niños, están increíblemente apenados.

- No os preocupéis chicos, os podéis comer mis patatas si queréis.

- ¡No! ¡Yo me voy!

- ¡Y yo también! - ambos niños se levantan y salen con total indignación por la puerta dejándonos a los dos solos.

-Por fin. Yo sí que quiero una de esas patatas, cielo. -Marcos se acerca a mí para quitarme la patata de la mano con un mordisco.

-Deberías dejar de ser tan bruto con ellos o te van a coger manía- le digo sentándome sobre sus piernas.

- No te preocupes nena, mis hermanos me adoran.

- Yo también te adoro- le digo moviendo suavemente mis caderas. Marcos sonríe en cuanto se da cuenta de cuáles son mis intenciones, pone sus manos sobre mi cadera y se lanza a mi boca. Pero para nuestra mala suerte, no pasa ni cinco minutos entre besos y caricias cuando nos interrumpe el sonido de un móvil.

-Mierda. -Marcos contesta, ambos sabemos que si no hubiera sido el día que es hoy no lo hubiera hecho, pero ese no es el caso.

- ¿Sí?... claro que sí Ryan... sí, sí que estaba ocupado... está bien, nos vemos en un rato.

- ¿Qué pasa? Todavía no es la hora ¿no? - Él me mira fijamente mientras aleja sus manos de mi cuerpo, que enseguida echo en falta.

- Es hora de que nos vistamos cielo, tenemos que irnos.

Mi corazón da un vuelco ante las palabras de mi novio, no sé si estoy preparada para afrontar la noche que nos queda, o por lo menos eso es lo que siento cuando le veo levantarse totalmente serio y decidido para dirigirse a la ducha. Parece ser que ha llegado el momento, ya no hay vuelta atrás.

ERES MÍA, PRECIOSA. (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora