#Mía
Escuché sin perder el mínimo detallé todo lo que salía por la boca del doctor. Embarazada. Oficialmente estaba embarazada, y por lo visto Marcos era totalmente consciente de ello. ¿Qué pensaría sobre ello? ¿Cómodo habría tomado la noticia? ¿Habría reconsiderado lo de ser padre? ¿Y si no era así? ¿Y si estaba sola en esto? Pasé las horas en esa habitación mirando hacia la ventana como se escondía el sol. No quise encender la televisión en ningún momento, no había nada que quisiera escuchar a parte de los latidos de mi futuro bebé, procedente de esa máquina.
- Hola Mía, ¿cómo estás? - giro mi cabeza para ver al doctor Méndez entrar a la habitación con una amplia sonrisa. Le estaré agradecida el resto de mi vida por tratarme así, por cuidarnos y darnos tanta atención.
- Mejor doctor. ¿Cómo está mi hijo? - un cosquilleo recorrió mi cuerpo en ese mismo instante. Todavía no me podía creer que iba a ser madre tan joven.
- ¡Oh! Veo que estás feliz. Me alegro. El bebé está estable Mía, pero no te voy a mentir, es tu primer embarazo y toda esta situación ha sucedido en un momento de gestación clave, lo que significa que, aunque el futuro niño o niña esté perfectamente bien en este momento, nadie garantiza que pueda haber alguna complicación en un futuro próximo. Tienes un embarazo de riesgo.
- No le va a pasar nada a este niño, doctor. No estoy dispuesta a permitirlo, no después de todo por lo que he pasado- el doctor me lanzó una leve sonrisa mientras revisaba la pantalla en la que se veía el pulso de nuestros corazones.
-Lo sé. Eres una mujer muy valiente Mía, ambos lo sois. ¿Sigues sintiendo dolor en la espalda?
- Sí, pero ahora es mucho más leve.
- Entiendo, tienes un gran golpe. Seguirás amoratada incluso cuando te dé el alta- yo asiento sabiendo que, aunque no me haya podido ver el golpe, debe ser bastante grande- Por cierto, Mía, en unos minutos empezará el horario de visitas y ni tu novio ni tus amigos se han movido de la sala de espera en horas. Solo podrá pasar uno por hoy. ¿Quieres que deja pasar a alguno?
- Sí.
- Bien, lo haré. Pero recuerda, nada de estrés, si sientes que te empieza a doler algo pulsa el botón- le hice un gesto con la cabeza indicando que le haría caso en todo lo que me dijese y me dejó allí de nuevo sola con mis pensamientos.
Hasta que el ruido de la puerta me hizo apartar la mirada para dirigir toda mi atención a la persona que se encontraba allí de pie. Marcos. Mi precioso e impulsivo chico malo, estaba parado en la entrada de la habitación luciendo increíblemente guapo aún con los ojos rojos y ojeras bajo los ojos, bajé mi mirada poco a poco viendo en su camiseta blanca restos de... ¿tierra? ¿Sangre? ¿Era esa mi sangre?- Mía.
Vi como su cuerpo se movía rápidamente hasta llegar donde estaba yo con la intención de abrazarme o de besarme. Nunca supe cuál de las dos cosas iba a hacer porque al ver su cuerpo inclinándose sobre él mío me vinieron imágenes de anoche, de ese hombre encima de mí, de ese hombre besando mi cuello, tocando mi cuerpo...
- ¡No! ¡No! ¡No por favor! ¡No! - alcé mis brazos intentando cubrir mi cuerpo en un intento de protección cuando sentí un gran dolor en mi brazo- ¡Ahh!
- ¡Mía cuidado! - me dijo al oír cómo me quejaba. Pero ya era tarde, la sangre no paraba de caer por mi brazo izquierdo, la vía había sido arrancada de mi piel en un movimiento brusco. Marcos mientras tanto contemplaba mis movimientos sin saber qué hacer, estaba horrorizado.
- Botón rojo, botón rojo- intenté pulsarlo una y otra vez, pero mi pulso temblaba tanto que se me hacía imposible. Marcos presionó el botón en cuanto se dio cuenta de mis intenciones, y no pudo hacer nada más que observar desde el otro lado de la habitación como entraban las enfermeras para arreglar el destrozo mientras yo lloraba de dolor.
- Mía, le dijo el doctor que nada de estrés. Qué no es bueno ni para ti ni para el bebé. ¿Qué ha pasado? ¿En qué estabas pensando? - me dice una de las enfermeras presionando sobre el brazo para que no salga sangre. Pero no le contesto, mi cuerpo no reacciona ante las órdenes de mi mente. Todo mi ser se ha detenido en el mismo momento en que en el que la palabra bebé ha sonado en la habitación y los ojos de Marcos se han conectado con los míos.
- Necesitamos cortar la hemorragia, se ha roto un vaso sanguíneo- escucho a las enfermeras hablando entre ellas.
-Cámbiale la vía de brazo, tendremos que ir a por más analgésicos, esto no va a hacer más que aumentar el dolor que ya tiene. - En cuanto la enfermera termina de hablar, los ojos de Marcos se dirigen a mi brazo, después a mi vientre, donde se detiene uno instantes antes de volver a encontrarse con mis ojos. Él también lo está pasando mal, parece que le hubiesen echado diez años más encima.
- Ten más cuidado al moverte la próxima vez, puedes perder mucha sangre con una hemorragia como esta. Ahora tienes que pensar por dos. -Asiento hacia ella sabiendo que lleva razón, y enseguida noto las lágrimas caer a borbotones de mis ojos y mi cuerpo entero llorando.
-Soy una mala madre- digo intentando encogerme en la cama, pero el dolor me lo impide- ¡Ahh!
- ¡Mía! - Marcos se aproxima hasta mí, pero la enfermera se pone de por medio impidiéndole avanzar.
- ¿Quién es usted joven?
- Soy su novio. -La voz ronca de Marcos hace que mi cuerpo se estremezca sin parar de llorar.
- ¿Entonces es usted el padre de la criatura?
- Claro que soy yo, por supuesto que soy el padre. -Cierro mis ojos como acto reflejo ante el dolor que me supone escuchar esas palabras. Había deseado tantas veces escucharle hablar así... ahora me atemorizaba.
- De acuerdo. En ese caso, debo pedirle que se marche y deje a la paciente y a su futuro hijo descansar, la situación es bastante crítica y su presencia no le va a hacer ningún bien.
-Pero...
Marcos paró de hablar de inmediato en cuanto se dio cuenta de mi reacción. Giré mi cabeza hacia la ventana para no tener que encontrarme más con sus ojos, lo siguiente que escuché fue un suspiro y y los pasos saliendo de la habitación. En el momento en el que escuché la puerta encajase, volví a romper en llanto hasta quedarme dormida. Quererle me estaba matando.
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ERES MÍA, PRECIOSA. (I)
RomanceÉl es extremadamente impredecible, arrogante y adictivo. Ella, seductora, descarada e insaciable. ¿Hasta donde serías capaz de llegar por conseguir algo? Atención. Esta es una novela hecha única y exclusivamente por mí, no se admite el plagio. Si qu...