Es mi mujer.

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#Marcos

Cuando salimos de casa de mis padres ese mismo sábado me despedí de mis hermanos una vez más. Siempre los echaba de menos, y ellos siempre se quedaban mal cuando yo me iba.

-Adiós enano. Espero que alguien te corte ese pelo de aquí a la próxima vez que te vea. Pareces una nenaza.

- ¡Marcos! - dicen las dos mujeres de mi vida a la vez. Yo me descojono.

-Hazme caso Tomi. Así no te vas a comer una rosca- le digo señalándole con el dedo.

-Mamá, ¿Qué es comerse una rosca? - mi madre me fulmina con la mirada mientras que Mía me pega un codazo para que pare de reírme. Venga ya, hasta ella se quiere reír.

-A ver Tomi hijo, comerse una rosca es...- una voz le interrumpe. Todos nos giramos a ver quién es.

- ¡Marcos! ¡Marcos! - mi hermana llega corriendo con sus dos coletas moviéndose de lado a lado. Me agacho con los brazos abiertos. En cuanto llega hasta mí la aúpo y me reincorporo.

- ¿Qué pasa enana? Creía que te habías dormido. - Ella niega con la cabeza y yo la miro incitándola a hablar.

-No. Es que le estaba haciendo un regalo a Mía- dice vergonzosa. Sentiría celos si le hubiese hecho un regalo a cualquier otra persona que no fuese yo, pero por mi novia no. Por algún motivo se han hecho muy amigas, y eso me sorprende porque es cierto que Mía tiene un don para caer bien, pero Lili siempre ha sido una niña muy desconfiada. Incluso cuando era un bebé. Ponía mala cara a todo el que no era de nuestra familia, incluso a las niñeras.

- ¿Para mí? - Miro a mi novia. Ni que le estuviesen regalando un collar de diamantes. Parece que está realmente feliz.

-Sí. Eres tú con Marcos- dice mi hermana señalando los monigotes- y estos somos mamá, Tomi y yo.

- ¿Y Raúl? ¿Por qué no has pintado a tu hermano mayor Lili? - ella agacha la cabeza. No puedo ver mal a mi hermana, es mi debilidad.

-Mamá déjala solo tiene cuatro años.

-Lili- le dice mi madre con tono de advertencia haciendo caso omiso a mis palabras.

- ¡Porqué Raúl y papá nunca están!¡Y son malos!¡Y Mía es buena! ¡Mía es buena! - Lili se desliza sobre mis brazos y sale corriendo. Vaya, para tener cuatro años se da cuenta de todo.

- Esta niña siempre igual. Habla de todo- dice mi madre. Yo no me lo puedo creer, ¿Dejará algún día sus favoritismos de lado?

- ¿Puedo hablar con ella antes de irnos Eva?- dice de repente mi novia. Yo la miro como si tuviera cuatro cabezas, a este paso vamos a llegar de noche a la residencia.

-Mía- le advierto. Quiero irme ya de esta jodida casa.

-Sí claro, ve- le dice mi madre. ¿Pero es que ninguna puede hacerme caso?

-Bueno hijo, me voy al despacho que tengo trabajo- me dice mi madre mientras me acaricia la cara- vuelve pronto por favor, sabes que esta es tu casa- ay no, me va a montar una escena- Te quiero hijo. Llámame para lo que sea. No vuelvas a tardar tanto en venir a vernos- me dice con las lágrimas en los ojos. Siempre ha sido muy dramática.

-No te preocupes mamá, por mucho que no quiera venir dudo que Mía no me obligue a veros más a menudo- mi madre me sonríe como si yo fuera un corderillo. ¿Qué hace? Me río.

-Esa niña te quiere de verdad hijo. No le hagas daño.

-Lo sé mamá, lo sé- mi madre me da un beso y se marcha por donde se ha ido Tomi dos minutos antes... supongo que irá a ver a su favorito. Saco un cigarro y me voy a la terraza a fumármelo, si mi madre me ve fumármelo en casa me mata. No me deja desde que con catorce años le llamaron los bomberos estando de viaje en Miami, la culpa fue de Ryan que no sabía fumar y llenó de humo todo el salón hasta que saltaron las alarmas.
Me río y apago el cigarro mientras miro el cielo, ya está atardeciendo. Voy a buscar a Mía antes de que se haga más tarde.

-Vale, no volveré a gritarle nunca más a mamá- me paro en cuanto las veo de espaldas a la puerta a ambas. Mía está sentada en el suelo y mi hermana sobre ella, es increíble, casi se lleva mejor con ella que conmigo. - ¡Pero con una condición!

- ¿Cuál? - le responde Mía divertida. Yo sonrío. Esta mujer está hecha para mí.

- ¡Quiero que sigas con mi hermano para siempre, y que os caséis y que tengáis muchos hijos y- Mía le interrumpe! Lili ha tocado un tema delicado para ella.

-Para, para, para chiquilla- se ríe, pero su voz no es tan animada como hace uno segundos- yo no te puedo prometer esas cosas Lili...

- ¿Por qué? - Sí cielo, di porqué no.

- Porque todavía es muy pronto. Pero te prometo que siempre voy a ser tu amiga ¿vale?

- ¿Y me prometes que Marcos va a estar más tiempo con nosotros? -Mía se queda sin hablar por lo que decido intervenir hasta que vuelvo a escuchar su voz y me quedo donde estoy.

-Haré todo lo que pueda cariño.

- ¡Sí! ¡Mía eres la mejor! ¡Eres la mejor!

- Eh, ¿y yo qué? - salgo de mi escondite cuando ambas se giran a mí. Lili sale corriendo a mis brazos mientras Mía se queda mirándome. Sabe que la he escuchado. Agacha la cabeza y yo me siento mal. No has dicho nada malo nena.

-Tú también eres el mejor Marcos- mi hermana me abraza mientras que miro a mi novia levantarse evitando mi mirada.

-Cielo, nos tenemos que ir- le digo a mi novia.

- ¡No! ¡Quedaros hasta el lunes! ¡Hasta que tengáis cole! - Mía se ríe por lo que dice Lili y yo la miro embobado. Qué guapa es.

-Te prometo que volveremos pronto- mi novia me mira en cuanto ve que cuento con ella. Está feliz. Le sonrío.

- ¡Bien! ¡Yupi! ¡Yupi! - Lili no para de gritar cosas mientras ríe feliz.

-Ah, y Lili... claro que algún día nos vamos a casar. Mía y yo vamos a comer perdices, como en los cuentos- digo mirándola fijamente a los ojos en cada palabra. Y por eso, me besa cuando mi hermana sale corriendo gritando por toda la casa que nos vamos a casar. Me río, Mía se ríe, esta es mi mujer.

ERES MÍA, PRECIOSA. (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora