Pan comido.

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#Mía

En pleno domingo, mi día favorito de la semana iba a dejar de serlo pronto si no acababa de llevarme malas noticias. Mi mejor amigo se acababa de ir de vuelta a España, y apenas diez minutos de verlo marchar ya estaba Marcos montándome uno de sus numeritos en público. Quería este chico a pesar de todos sus defectos, pero a veces no sabía ver más allá de sus propios intereses sin importarle el estado de ánimo de nadie más, y el mío precisamente no estaba ahora para ninguna discusión.

-Marcos- le digo cogiéndole la cara con las dos manos sin importarme el frío que hace en la calle a finales de noviembre- No sé qué vamos a hacer en navidades, no he dicho en ningún momento que no quiera pasar la navidad contigo.

- ¿Entonces no vamos a estar todas las vacaciones sin vernos? - sonrío. ¿Cómo puede parecer una persona el tipo con más jeta en un segundo y ser todo un encanto minutos después?

-Claro que no, podemos llegar a un acuerdo.

- ¿Qué clase de acuerdo? - me dice curioso, estoy segura de que se le está pasando algo pervertido por esa mente tan sucia que tiene.

- No es nada de lo que estás pensando obseso sexual.

- ¿Pero ¿cómo? - ¿Qué cómo lo he sabido? Podría saber más cosas sobre él que sobre mí misma.

- Puedo saber lo que piensas con solo mirarte mi amor, sé reconocer cuando piensas en sexo y cuando no. Y ahora mismo lo has hecho. - Él niega con la cabeza mientras sonríe, hasta que veo cómo cambia su gesto cuando de repente una gota de agua le cae en la nariz haciendo que ambos miremos hacia el cielo.

- Será mejor que lleguemos al coche antes de que empiece a llover.

Y así es, un trueno suena como si hubiese caído a nuestro lado mientras andamos, lo que me hace pegar un chillido y acercarme a él que me abraza rápidamente. No está enfadado, gracias a Dios.

-Entra- me dice abriéndome la puerta.

- Gracias caballero- le respondo dándole un casto beso sobre los labios antes de que cierre la puerta.

-Entonces como lo vamos a hacer, no hemos hablado de ello y no queda nada para que sea navidad.

-Podemos pasar la mitad de las vacaciones aquí con los chicos y con tu familia, y la otra mitad con la mía.

- Así que conoceré a mis suegros ¿eh? - me dice echándome un vistazo rápido antes de volver la vista a la carretera. No sabía por qué no estaba nervioso, yo si lo estaba... mis padres no eran muy amigables por así decirlo.

- Si- le digo con un poco de nervios esperando a que él no los note.

-Nena, ¿Qué pasa? - vaya, sí que los ha notado. Bien, mejor decirle lo que llevo mucho tiempo pensando que seguir haciendo como si nada.

-No quiero que te tomes esto a mal ni mucho menos, Marcos. Yo ya te dije que mis padres no eran muy... ¿simpáticos? No lo sé, lo que quiero decirte es que no sé cómo se van a tomar nuestra relación.

- Pero tú ya me dijiste que tú madre sabía que estábamos juntos Mía- ay no, su voz me dice que no estoy yendo por buen camino.

-Sí cielo, y lo más probable es que a estas alturas lo sepa mi padre también.

- Deja de dar vueltas nena. ¿Dónde está el problema? - yo suspiro. Él no va a ponerse en mi lugar porque cuenta con el apoyo de su madre y no le importa el de su padre, pero ese no es mi caso. Ojalá todos los padres fuesen como mi suegra.

- Marcos, mi madre ha dedicado cada año de mi vida a hacer de mí una niña educada y refinada de cara a la sociedad.

-Lo sé. -Sí, claro que lo sabía. Él me había visto muchas veces hablando con profesores o incluso con ellos por teléfono, exhibiendo mis modales, fingiendo ser alguien que no soy.

-Bien. El caso es que mi madre siempre a procurado que yo tuviese buen ojo con los chicos a los que me acercase, que fuesen de buena familia. Incluso ha intentado buscarme novio en más de una ocasión, le encantaría que saliera con él hijo de alguno de los socios de mi padre. - Agacho la cabeza porque no estoy orgullosa de lo que estoy diciendo, aunque sea totalmente verídico. Siento como Marcos me mira molesto, su semblante se pone cada vez más serio a medida que se da cuenta de mi estado de humor. No le está haciendo ninguna gracia esto.

-Si es por el dinero Mía, a mi familia le sobra. Lo sabes. - Por supuesto que lo sabía, su familia tenía cinco veces más dinero que la mía. Y eso era mucho dinero.

-No es eso Marcos, sé que tienes dinero. Sabes que eso no me importa.

- Lo sé. Si lo que te preocupa son mis pintas, me puedo poner un traje y una corbata todo el tiempo que estemos allí, tengo muchos de todas las veces que he tenido que acompañar a mi padre en reuniones de la empresa.

-No me preocupa tu ropa, aunque estoy segura de que a mi madre le encantaría ver cómo salgo con un chico que va por ahí en traje, como un empresario u oficinista- le digo sin poder evitar reírme.

-Bien, ya tengo un punto a favor de mi suegra. ¿Qué más necesito saber?

-Me preocupa que mis padres se enteren de alguna manera de a qué te dedicas- su rostro se ensombrece al instante- Si mis padres se enteran de algo, de las carreras, de las peleas... el más mínimo detalle. Se encargarán de que no me acerque más a ti, Marcos.

-Eso no va a pasar.

-Tú no puedes asegurar eso, mi padre siempre ha sabido enterarse de todo. Con él no se puede tener secretos.

-Te estoy diciendo que no va a pasar nada Mía, confía en mí. Tus padres no se van a enterar de nada. Además, para ese entonces ya habré corrido la última carrera y todo esto habrá acabado.

- ¿Cuándo es? -le pregunto.

-Si Toni no cambia la fecha, el día antes de la cena de navidad. Lo que significa que pasaremos las primeras fiestas aquí.

-Me parece genial, celebraremos tu victoria y mi cumpleaños también esa noche con los chicos.

- ¿Cuándo es tu cumpleaños? ¿Por qué no sabía nada de ello hasta ahora?

-Porqueno ha surgido el tema, cielo- le acaricio la nuca mientras veo lo concentradoque está conduciendo con la lluvia- Mi cumpleaños es el día de año nuevo, el último día del año.

-Lo pasaremos con tus padres entonces- me dice mirándome- y no te preocupes. Saldrá todo bien.

- ¿Es muy bueno tu contrincante?

- Sí, es bueno nena. Pero para mí, es pan comido.

ERES MÍA, PRECIOSA. (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora