Hoy es el día.

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#Marcos

Supe que había engañado una vez más a Mía desde el momento en el que salió la primera palabra de mi boca cuando le dije que mi oponente era pan comido.
Así como le mentí ese día seguí haciéndolo un día sí y otro también, cada vez que me iba a entrenar y volvía diciéndole que iba a ganar la carrera, cada vez que le decía que no tenía miedo cuando en realidad me temblaba la mano antes de subirme a un coche, cada vez que me levantaba por las noches y le dejaba sola para irme a fumar y pensar como ganar. Ganar, ganar, salir de toda la basura en la que me había metido. Todo lo hacía por ella.

- ¿Qué haces despierto tan pronto? -Su pequeño cuerpo rodeando el mío por la cintura me saca de mis pensamientos. Otra vez la he despertado, no era mi intención.

- Estaba pensando. -Le digo sin dejar de mirar él amanecer que se pone ante nosotros.

- ¿Y se puede saber en qué? - me dice dándome besos en la nuca. Yo sigo sentado en el borde de la cama con ella detrás, y aunque no es nada del otro mundo, tenerla así me hace sentir lleno.

- Sabes qué día es hoy nena, no puedo evitar estar nervioso.

Mía deja de darme besos en el cuello para sentarse sobre mis piernas y mirarme cara a cara. Estábamos en casa de mis padres, ya nos habían dado las vacaciones de navidad y me encantaba despertarme todas las mañanas con ella al otro lado de la cama y no tener que preocuparme de rectores ni mierdas de esas, pero desde luego que hoy hubiese preferido que mi único preocupación fuese escondernos de los rectores del campus... ese ahora era el menor de mis problemas.
Había llegado el día, llevaba muchas horas semanales entrenando y entrenando. Estaba jugándolo todo en esta carrera y lo último que podía permitirme ahora era perder. Si ganaba esta noche dejaría de vivir así, comenzaría una nueva vida estudiando y saliendo con mis amigos y mi novia los fines de semana a emborracharme. Una vida de adolescente, no pedía nada más.

- Escúchame cielo, creo que tienes que relajarte un poco apenas está amaneciendo y ya le estás dando vueltas a la carrera. Has entrenado mucho y eres bueno, sé que vas a ganar. - Tener que cargar con el peso de que todos se esperaban que ganase era bastante para mí, pero que Mía lo diese por hecho era algo que me atormentaba. Lo último que quería era decepcionarle a ella.

- ¿Y si no gano? - le digo totalmente en enserio cuando ella pone sus manos en mis mejillas hasta acercar nuestros rostros.

- Estaré esperándote al final del circuito. Si ganas te querré incluso más de lo que lo hago ahora, y si pierdes pasará lo mismo porque pienso estar ahí apoyándote.

-Te amo. - Nunca se lo he dicho, pero siento que no hay un momento más indicado para decirle lo que siento que este. Me quiere como nadie lo ha hecho nunca y yo a ella le quiero aún más si es que eso es posible.

-Marcos- me dice susurrando.

-Lo sé, sé qué debería decirlo más, pero es que- los labios de Mía sobre los míos no me dejan terminar la frase.

-Yo también te amo. ¡Te amo! ¡Te amo! ¡Te amo! - grita a todo pulmón mientras se ríe de felicidad. No sabía que con esas dos palabras iba a ponerse tan contenta, ni tampoco que verle así me iba a hacer tan feliz a mí. Ella me hacía sentir vivo.

-Mía cállate vas a despertar a mis hermanos- le digo riéndome mientras le tapo la boca- tenemos suerte de que la casa sea tan grande.

- ¡Le ha dicho te amo! ¡Le ha dicho te amo, Tomi! ¡Eso sólo se lo dicen los príncipes azules a las princesas! ¡Son como la Bella y la Bestia! - Mi cara se torna a un gesto de desaprobación en cuanto escucho las últimas palabras de mi hermana. ¿Yo la bestia? ¿No era yo su favorito?

-Voy a abriles la puerta antes de que te llamen algo peor- me dice mi novia mientras se levanta de mis piernas riendo para dirigirse a la puerta. Maldita sea, ¿Qué hacen estos niños despiertos a estas horas? ¿Por qué Mía está abriéndoles la puerta en vez de quedarse en la cama conmigo?

- No es gracioso.

-Sí que lo es- me dice ella divertida. Dios santo, ¿habrá una mañana en la que me despierte a su lado sin ninguna erección?

- ¡Marcos!¡Marcos te hemos escuchado! - dice mi hermana corriendo hasta mí, yo la cojo en brazos para empezar a hacerle cosquillas.

- ¡Sí! ¡Y eres un cursi! - grita mi hermano pequeño haciendo que todos en la habitación se rían, incluso yo me estoy aguantando la risa.

-Vamos a ver enanos, ¿es que no os han enseñado a no meteros en conversaciones ajenas?

- ¿Ajenas? - Lili hace una mueca graciosa dándome a entender que no ha entendido nada de lo que he dicho.

-Me refiero a no debéis escuchar las conversaciones de los demás si no tenéis permiso u os meteréis en un lío.

-Pero sí que tenemos permiso, ¿verdad Mía que tú nos das permiso? - yo me río al ver la cara de mi novia, mis hermanos son expertos en el chantaje emocional.  Es algo de la familia.

-Emm, yo...- me río aún más fuerte cuando ella me pide ayuda con la mirada.

-Dejadla ya, que sois muy listos vosotros dos- digo intentando quitarle hierro al asunto.

-Está bien- dice Tomi sin darle más importancia al tema- Mía...

-Dime cielo- ¿Por qué llama así a mi hermano? Creía que solo me llamaba a mí así. Dios mío, pero que estoy diciendo, cómo voy a estar celoso de un niño... ya no sé ni lo que pienso.

- ¿Es verdad lo que dice mamá de que vas a celebrar con nosotros tu cumpleaños?

-Sí, lo celebraremos hoy juntos y mañana lo haremos tu hermano y yo con nuestros amigos antes de irnos el resto de las vacaciones con mi familia.

- ¿Y cuantos cumples? - está vez es mi hermana la que pregunta cuando se baja de mi regazo. Parece que mi novia capta la atención de ambos, dejándome en un segundo lugar. Pero no lo discuto, captar la atención de la gente es otro de sus dones.

- Diecinueve.

-Eso son muchos años- le dice mi hermano a mi hermana moviendo la mano derecha con exageración.

-Sí, seguro que con diecinueve ya puedes casarse- Mía y yo nos empezamos a reír por las ocurrencias de los niños, me hacen sentir mayor.

- Creo que esperaremos un poquito más para eso cariño, solo un poquito más.

ERES MÍA, PRECIOSA. (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora