Maldita seas por ser tan guapo.

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#Mía

- ¡Ah! ¡Me cagó en la puta! - Marcos se ha dado en el pie con el escritorio que hay en la habitación. Me aguanto la risa, no quiero despertar a Lili. Ella duerme tan plácidamente en mis brazos que me da ternura solo con mirarle.

- ¿Estás bien? - Enciendo la luz y le miro a la cara. Es gracioso ver así a un tipo tan duro.

-Sí, estoy bien solo que no entiendo quien mierda decoró esta habitación. Casi me parto el dedo del pie con este maldita escritorio.

-Cielo, esta habitación es más grande que la mía en el campus. - No estaba bromeando, el espacio en esta casa era excesivo o por lo menos a mí me lo parecía.

- Sí, mi padre siempre ha estado obsesionado con tenerlo todo a lo grande. Para él, todo es poco. -Observo como me hablas a medida que acuesta al pequeño, le arropa y le da un beso en la frente. Es tan bueno con sus hermanos... se quieren tanto que me atormenta la idea de que alguno de ellos sufra por no pasar el tiempo suficiente con el otro.

-Buenas noches Marcos, te quiero. - Susurra Tomi. Se me encoge el corazón, quiero volver a vivir esto en un futuro, con nuestros propios hijos.

-Yo también te quiero, campeón- Marcos apaga la luz y se acerca a mí. De repente se queda en shock, se lo que está pensando. Yo con una niña en brazos, le ha cambiado el rostro. Está totalmente serio.

- ¿Qué pasa? - Sé perfectamente lo que es. No me lo ha llegado a decir nunca, pero tampoco ha hecho falta. Lo conozco perfectamente. No quiere niños, no quiere hijos, ni ahora ni en el futuro.

-Nada -responde cortante. Yo suspiro. Espero no tener que irme a la cama hoy enfadada con él. Si no me quiere contar lo que le pasa, le dejaré tiempo. No pienso forzar nada, no he hecho nada malo para tener que lidiar con su mal humor.

-Aquí es- mi novio me abre la puerta con cuidado, supongo que no quiere despertar a su hermana. Miro la habitación en cuanto Marcos enciende la luz. Es la habitación que toda niña quisiera tener, es blanca y rosa, está llena de muñecas y cosas de las princesas.

-Qué habitación tan bonita- Marcos asiente mirándome impasible desde la entrada de la habitación. No se ha movido ni un centímetro. Por mucho cuidado que tengo para no despertar a la pequeña, me sobresalto cuando la escucho hablar con los ojos cerrados.

-Mía, quédate mañana a comer -bosteza- No quiero que os vayáis todavía. Echo de menos a Marcos. - Ella abra sus ojitos y me mira como si me lo estuviera pidiendo por favor. Miro a Marcos que nos observa apoyado en el marco de la puerta.

-Haré todo lo que pueda para convencerlo ¿vale? -ella asiente y vuelve a cerrar los ojos mientras me incorporo- buenas noches princesa.

Pero la niña no me contesta, se ha quedado completamente dormida. Yo me giro para salir con Marcos de la habitación, pero no lo veo por ninguna parte. ¿Dónde se ha metido? Cierro la puerta tras de mí con todo el cuidado posible y lo veo al final del largo pasillo así que decido seguirlo hasta la que supongo que es su habitación.

-Marcos, Marcos espérame- susurro. Él se gira para echarme un vistazo antes de adentrarse en la habitación paro no me espera.

- ¿Se puede saber qué te pasa? - veo como abre la ventana de un amplio balcón y se saca un paquete de tabaco del bolsillo. Odio que fumar le haga parecer tan sexy. Muerdo mi labio.

-He visto tu mirada Mía. - ¿De qué está hablando? ¿Por qué no me mira a la cara?

- ¿Qué? ¿Qué mirada Marcos? - me aproximó para acariciarle el pelo mientras que él se apoya sobre el muro del balcón.

-No te hagas la tonta, sabes realmente de lo que te estoy hablando nena. - No, realmente no tenía la mínima idea de que estaba hablando.

-No Marcos, no lo sé. Si te ha molestado la forma en la que he mirado a tu padre en algún momento yo lo siento no era mi inten-me interrumpe, como siempre.

-No nena, no tiene nada que ver con el idiota de mi padre. Como si quieres matarlo con la mirada, seguiría estando orgulloso de ti- se gira sobre sí mismo y me mira mientras le da una calada al cigarro. Yo trago en seco. ¿Es esta casa que hace a la gente más guapa o soy yo que me estoy obsesionando?

-Entonces...- le digo incitándolo a hablar. Él levanta una ceja mientras me toma de la cintura con posesividad. Ahora soy yo la que está apoyada en el muro, mi espalda choca con la fría piedra, y él se acerca a mí.

-Te he visto durante toda la noche, cielo. Vi como mirabas a mi hermana cuando me abrazó al llegar, he visto como mirabas a mi hermano cuando jugaba con él y además- me coge de la barbilla y me levanta el mentón, de manera que sus ojos acaparan por completo los míos- he visto como como nos mirabas a los tres, nena.

- ¿Y eso es malo? Os miraba con cariño, me gusta verte así de feliz, y a ellos también. Están locos por pasar tiempo contigo. -Marcos asiente y aleja su mano de mi cara mientras le da otra calada al cigarro y se aleja de mí. No tener su cuerpo junto al mío hace que sienta el frío de la noche al instante sobre mi cuerpo.

-No, no es malo Mía. Pero los mirabas como cuando me viste por primera vez, como cuando sacaste un diez en economía, como cuando viste el nombre de tu padre llamándote al móvil.

- ¿Qué quieres decir Marcos? ¿A dónde quieres llegar con esto? - Tira el cigarro al suelo y lo pisa mientras expulsa el humo restante por su boca. La luna le ilumina parte de su cara y le acentúa aún más la mandíbula. Maldita seas Marcos Rodríguez por ser tan guapo.

ERES MÍA, PRECIOSA. (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora