Smaug

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Estaba en su cama tamaño King mirando el techo, la chimenea de su cuarto lo mantenía caliente y acogedor. El tapizado gris estaba cubierto por grandes retratos de dragones y castillos, reflejando su gusto por las historias fantasticas de la Edad Media. Varios adornos como candelabros y lamparas estaban hechos de oro para gusto del muchacho, incluidos los bordes de su cama y el hogar. Giró la cabeza hacia su mesa de noche, la copia del libro favorito de Baggins estaba ahí. Se levantó y lo guardó en su biblioteca, allí revisó sus otras historias. Pasó los dedos por el lomo de uno de los pocos libros sanos, lo tomó y lo lanzó a traves de la habitación, éste golpeó la pared y cayó en la cama. Estaba molesto por su actitud, por la de Bilbo y porque el chico estaba caminando ese día con el nerd mas arrogante de la escuela. 

Se puso los zapatos y bajó al comedor al escuchar los llamados de la sirvienta de su padre. Tomó asiento en el medio de la mesa y observó la cena, dio gracias a la mujer y comenzó a comer. Sus padres, unos en cada extremo de la mesa a pedido del mayor de ellos, mantenían silencio mientras cenaban. Rodó los ojos, tomó su plato y se fue a la cocina ignorando los llamados de su padre, se sentó junto a la mujer en la mesa redonda y siguió comiendo

-Está delicioso, A

-Gracias, Smaug-. La mujer observó al chico, dejó de lado su plato y posó las manos en la mesa, -¿Qué sucede?

-¿Con qué?

-Contigo. Te conozco, tienes las mismas manías que tu padre. ¿Qué te molesta, pequeño?

Smaug se apoyó en el respaldo de la blanca silla y soltó aire por la nariz

-Hice un amigo

-Eso es bueno

-Y lo arruiné. Lo empujé y lo lastimé y ahora posiblemente esté enfadado conmigo y no quiera hablarme nunca mas

La voz le temblaba levemente, sonaba algo desesperado, golpeó la mesa haciendo saltar los cubiertos y bajó la mirada. La mujer posó una mano en su mejilla y lo obligó a mirarla

-No te aflijas. Parece un chico especial por lo enojado que te ves. Si es así entonces seguro te perdonará

-No después de lo que dije

-¿Qué le dijiste?

-Que no eramos amigo

-Entonces cambia eso. Cuando vuelvas a la escuela habla con él y...

-Pido disculpas

-Correcto. Ahora termina tu cena

Iba a seguir comiendo cuando su padre Gregory ingresó en la cocina

-Smaug, tu padre está molesto- habló con duda

-¿Si? Pues yo también

-Smaug Lestrade-, el hombre de voz fría ingresó en la cocina, -¿Qué te he dicho de levantarte así de la mesa?

-Mycroft-, los tres vieron a la mujer ponerse de pie y fruncir el ceño, -¿Por qué le gritas a mi pequeño? ¿No ves que está mal?

-Mal de caracter. Si me permites..-

-No,no te lo permito. El niño necesita un padre en este momento, no un jefe. Y tú-, Greg se encogió de hombros, - ¿qué clase de hombre no tiene autoridad sobre su pareja? Deberían ser iguales. Ademas eres policía, deberías darte cuenta cuando algo anda mal

Los adultos se quedaron en silencio. Smaug contenía la risa hasta que también lo regañaron

-Tu padre tiene razón. Debes tener modales y pedir disculpas y permiso antes de dejar la mesa

-Si. Lo siento, A

-Recogeré los platos sucios, con permiso

La mujer se fue y todos soltaron suspiros. El chico resopló cuando sus padres se sentaron frente a él

-¿Qué te está sucediendo, hijo?- preguntó el de cabello plata

-Perdí un amigo

-No es gran cosa- comentó Mycroft

-Ignora a tu padre. ¿Qué fue lo que pasó?

-Me enojé con él por... andar con otras personas

-Entonces no lo perdiste. Solo deben hablar y arreglar las cosas. Tal vez puedas ser amigo de sus nuevos amigos

-Y si no quieres entonces solo recupera a tu amigo. Seguro no esta molesto por tal tontería- aconsejó Mycroft con una sonrisa, era lo mejor que podía hacer

-Gracias

El chico se levantó y se fue a su cuarto.
Allí se tiró en la cama y tomó el libro que había lanzado, Breves Respuestas A Las Grandes Preguntas de Stephen Hawking. ¿Por qué tenía eso? Porque su padre quería que desarrollara su intelecto al máximo, también tenía una pelota de fútbol que le regaló su padre Greg pero él no era fan del deporte asi que la mantenía guardada. Sin ganas de pensar que otro libro tenía ánimos de leer, se sentó frente a su hogar y estudió junto a ese gran físico.

En su concentración, no sintió a la presencia a su lado hasta que tomó su mano. Era suave y calida, volteó para encontrarse frente a Bolson con una sonrisa en su bobo rostro. Su silueta era borrosa y danzaba sin música, parecía hecha de llamas. La mano de fuego acarició si rostro y los ardientes labios se posaron en los suyos con suavidad, era un beso inocente, sin movimientos. Su mano de carne y hueso se alzó con la intención de tocar el rostro distorsionado de aquel flamante chico, sus dedos se sentían mas calientes a medida que se acercaba a el. Cuando la llema de su dedo medio tocó la mejilla se escuchó un sonido similar a las brasas y entonces apartó la mano.

Parpadeó varias veces para darse cuenta de que casi metía su mano en la chimenea, bajó la vista encontrando el libro dado vuelta sobre la alfombra y a sí mismo de rodillas frente al fuego. Se cubrió el rostro y se recostó sobre la suave tela, había soñado despierto como solía hacer aquel pequeño

-¿Qué me hiciste, Bolson?

Te llevo a cuestas (Freebatch Crossover - Segundo Libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora