Capítulo 12. Todo en ti es especial

158 9 3
                                    

El reloj comenzó a sonar, era hora de levantarse y mi cuerpo se negaba ante la idea.

Me incorporé lentamente y me dirigí al baño. Me miré en el espejo, mi nariz estaba mejor aunque seguía un poco inflamada. Me quité la pequeña tirita y la tiré en el cubo de la basura. Lavé mi rostro con el jabón fácil, con mucho cuidado y apliqué un poco de crema hidratante. Después cepille mis diente y coloqué de nuevo una tirita en la herida.

Abrí mi armario. Me puse un pichi negro, debajo, una camiseta blanca ceñida al cuerpo y me calce con unas convers altas negras. Fui de nuevo al baño, cepille mi cabello y me hice una coleta. Solté unos cabellos para dar ese toque desenfadado y me apliqué perfume.

Cogí las cosas que necesitaba para clase y salí de la habitación. Bajé las escaleras de la residencia y me dirigí a la primera.

Eran las tres de la tarde y yo salía de mi última clase. La cabeza me iba a explotar en breves.

No había visto a Blake en todo el día, él estaba en su tercer año de carrera, lo cual hacía que nuestros horarios fueran bastante distintos, aunque a veces coicindiamos.

Me dirigí de nuevo hacia mi habitación y me tumbé en la cama. Pero alguien llamó a la puerta segundos después, corrí a abrir.

- Mamá, Philip, creía que no os había dado tiempo venir.

- Cariño, ¿pero qué te ha pasado?

- Nada mamá, me caí. Pero da igual. - Intenté tranquilizar el ambiente.

- Dale un respiro, Kate. - Philip intervino y calmo un poco a mi madre, la cual estaba histérica.

- ¿Os vais ya?

- Sí, nuestro vuelo sale en dos horas pero nos hemos pasado a despedirnos. - Mamá me dio un abrazo.

- Sí, te echaremos de menos.

- Yo a vosotros también.

- Cariño, vendremos en Navidad, cuando acabes las clases a mediados de diciembre, irás a casa y después llegaremos nosotros.

- Sí, estaremos hasta que comiencen de nuevo tus clases y después nos volveremos a ir.

- De acuerdo, no os preocupéis.

Llego la hora de despedirse de Philip y de mamá, su vuelo salía en breves. Los abracé por última vez y vi su coche alejarse.

Volví a mi habitación, me senté en el escritorio a estudiar y a seguir haciendo trabajos de la universidad. Tenía que ponerme al día con todo.

Llevaba horas allí encerrada a base de una ensalada que me trajo Sasha, un agua y los apuntes de clases. No podía más. Miré por la ventana, justo en ese momento Blake se disponía a subir las escaleras de la residencia. No quise llamarle, quizás iría a ver a alguno de sus amigos. Seguí concentrada en mis apuntes, hasta que alguien llamó a mi puerta. Me levanté de la silla y fui a abrir.

Blake apareció tras la puerta. A los pocos segundos sus labios estaban pegados a los míos. Podría acostumbrarme a esto, sí, sí.

- ¿Cómo está mi nariz de berenjena?

- Supongo que igual, me sigue doliendo. Pasa. - Me aparte para que pudiera entrar.

- Siento no haber venido antes, tuve que llevar mi coche al mecánico.

- No pasa nada. He estado estudiando.

Se sentó en la cama y yo lo hice en la silla del escritorio.

- He pensado que podrías quedarte hoy en mi casa. Mañana coincidimos en horarios. - Su propuesta era tentadora.

- ¿Vas con doble intenciones? Porque si es así, ya sabes mi respuesta.

𝚂𝙴𝙰𝙼𝙾𝚂  𝚂𝙸𝙽𝙲𝙴𝚁𝙾𝚂 •1• ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora