Capítulo 29. Nuestro lugar

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Su mano acarició mi rostro y mis ojos se abrieron de forma leve. Su hermosa sonrisa rebosaba felicidad y la mía se dejó llevar por la suya. Dejo un beso en mis labios y los acarició con la yema de sus dedos. Vaya, empezamos caliente, digo rápido. Humedeci mi labios y segui sus ojos, estos los miraban con atención.

- Me estoy conteniendo mucho. - Sostuvo mi mirada.

Le golpee con una almohada y salí de la cama. Camine hasta la cocina y tome una de las dos tazas de café que había encima de la mesa. Me llevé la taza a los labios y sorbi de ella.

Mi coche. Necesitaba ver cómo esta. Si le pasa algo, Philip me matará. Cogí las llaves y caminé en su dirección. Me llevé la manos al pecho al ver que estaba lleno de arena, pero intacto, sin ningún árbol encima. Aún llovía, pero las gotas eran diminutas.

- Gracias Dios. - Alcé las manos y cerré los ojos.

Escuche una pequeña risita tras de mí, es obvio que era él. La ignore y me metí en mi coche, necesitaba ver si el motor aún funcionaba. Rugió como nunca al pisar el acelerador, volví a agradecer a los cielos y me sentí aliviada. Ese coche no era barato, y ni siquiera era mío, sino de Philip.

- ¿Qué creías que se había rayado con unas gotas de lluvia? - Se burló Blake.

- ¿Crees que puedo asesinar a alguien con las llaves de un coche? - Levanté una ceja.

Su expresión se volvió seria. Estalle a carcajadas y se las contagie a él. Recordaba su rostro segundos atrás y no podía parar de reír.

Entramos en casa, y desayunamos. Nos dimos una ducha, separados, aunque no me importaría si se ofreciera a hacerlo conmigo, para ahorrar agua y esas cosas. Esta vez me puse un pantalón de chándal gris y una sudadera negra aún más grande que la anterior. Recogí mis cosas, sí, también la ropa que use ayer de Blake y las metí en el  maletero. Se lo devolvería, creó.

Saldríamos después de dejar la casa en perfecto estado, igual que cuando la encontramos.

Conducio hasta casa. Blake tenía que terminar una maqueta. La había dejado a medias, por mí. Para poder disfrutar juntos de aquella casa, y poder, poco a poco, volver a coger impulso hacia arriba.

- Siempre será nuestro sitio.

- ¿El qué? - Salí de mis pensamientos y lo miré.

- La casa, siempre sera nuestro rinconcito.

Sonreí. Él me miraba de reojo, aún con la vista en la carretera y sonreía.

- Prometeme que irás allí cuando estemos enfadados y quieras arreglarlo. Te estaré esperando, lo juro. - Volvió a decirme.

No dije nada. Lo tomé de la mano y la acaricié suavemente con la yema de mis dedos, él la elevo hasta sus labios y la beso.

- Te lo prometo.

Subí a casa después de despedirme de Blake, y me tumbe en la cama.

Encendí mi teléfono, varias llamadas y mensajes de Fred y de los chicos, no me extraño que no hubiera ninguna de mi madre, le dije que necesitaba desconectar. Me vestí con unos tejanos negros y me dejé la sudadera de Blake, era demasiado calentita. Cogí las llaves del coche y conduci hasta la casa de Fred, según él tenía que decirme algo importante.

Toque el timbre y espere a que me abriese. Su expresión era algo seria, pero cambió al verme, aunque en sus ojos había algo que no estaba bien. Le abracé y sus brazos me envolvieron, sentí que el mundo se detenía. Fred despertaba en mí un sentimiento diferente, que ni siquiera yo lograba descifrar.

𝚂𝙴𝙰𝙼𝙾𝚂  𝚂𝙸𝙽𝙲𝙴𝚁𝙾𝚂 •1• ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora