Capítulo 31. Un par de sábanas

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Desperté y pasé la mano por el lado donde Blake dormía, no estaba allí. Miré la hora en mi teléfono, faltaban unos veinte minutos para las doce. Dios mío, me perdí como tres clases de la universidad, me iba a matar a mi misma. Salí corriendo hacia el armario, cogí una sudadera y un pantalón de chándal, hacia frío y el cielo era de un tono oscuro. Me cepille los dientes y me lave el rostro, recogí mi cabello en un moño y salí corriendo a coger mi coche.

Entre en la clase y la profesora aún no había llegado, menos mal. Mataré a Blake en cuanto lo vea, no me despertó o apago mi despertador, una de dos. Me llegó un mensaje de él, después de clase me esperaba en el Pub's Jon's.

Miraba el reloj con desesperación, mi cabeza explotaría en breves, casi todos los profesores nos advertían sobre los exámenes finales y nos aconsejaban que comencemos a estudiar el temario cuanto antes, en fin, otro día con estrés. Le pedí los apuntes de las primeras clases a unas chicas que siempre coincidían conmigo y después, conduci hasta Pub's Jon's.

- Hola. - Saludé a Blake con un beso.

Volvía a estar serio, sin expresión alguna en el rostro. Y yo volvía a sentir mal, no podía verle triste ni siquiera un segundo.

- Tengo que decirte algo. - Unió su mano con la mía.

- Por Dios Blake, cuanto dramatismo. - Deje de reír al ver que él no lo hacía. - ¿Qué pasa?

- Me han ofrecido un puesto en un equipo de fútbol.- Soltó.

- ¿Y qué problema hay? - Frunci el ceño.

A Blake le gustaba el fútbol, y jugaba desde muy pequeño, según me había contado. El drama que había montado solo para decirme esto comenzaba a ser ridículo.

Se quedó en silencio sin articular ninguna palabra, solo me miraba. La camarera llegó con un par de hamburguesas y unos refrescos, e interrumpió nuestro choque de miradas, aunque se lo agradecí porque me empezaba a poner muy nerviosa.

- ¿Quieres decirme de una vez qué pasa? - Insistí pegando un bocado a mi hamburguesa.

- El puesto es en Finlandia.

Dejé la hamburguesa en el plato y me concentré en él. Sus ojos brillaban tristes.

- A miles de kilómetros de aquí. A miles de kilómetros lejos de ti. - Balbuceo.

Me quedé en silencio. No sabia que decir, ni como actuar. Tenia razón, estaría a miles de kilómetros lejos de él, pero joder si a él lo hacia feliz, a mí también.

- Tendré que consultar vuelos. - Sonreí.

Elevó el mentón y me miró extrañado.

- ¿Crees que serán caros? - Volví a decir.

Siguió en silencio y entendí por qué. No se esperaba mi respuesta, ni siquiera yo la espere. Suspiré y entonces comencé a hablar:

- Es tu sueño. El fútbol en ti despierta un sentimiento parecido al que siento yo por lo libros o por escribir. Es algo mágico. - Él miraba mis labios con atención. - Nunca te cortaría las alas por ser egoísta y quererte aquí conmigo.

Se levantó y se sentó a mi lado.

- Gracias. - Me susurró antes de besarme.

Sentí un zoológico entero en mi estómago. Aunque mi vida no fuera la mejor y puede que uno de mis apoyos fuera él, no me interpondría en su camino por nada en el mundo. Amo a ese chico y verlo feliz me hace bien.

- ¿Gracias por qué? - Logré decir casi sin aliento.

- Por apoyarme.

- ¿Por qué no lo haría?

𝚂𝙴𝙰𝙼𝙾𝚂  𝚂𝙸𝙽𝙲𝙴𝚁𝙾𝚂 •1• ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora