Capítulo 7. Esto es un sueño

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Eran las siete de la mañana. Mi despertador no paraba de sonar. Así que me desperté y lo apagué.

Esto de madrugar, no es lo mío.

Me dirigí al baño y me metí en la ducha. Enguaje mi cabello y mi cuerpo. Estuve bañándome durante media hora, tenía que despertarme de alguna manera. Salí de la ducha, aún pareciendo un zombi. Me cepille el cabello y los dientes. Me lavé mi cara con mi jabón facial y después me apliqué mi crema hidratante.

Abrí mi armario y pensé en que ponerme. Cogí un conjunto de un top de tirantes y falda midi negro con flores blancas. Cogi mis convers blancas altas de plataforma y me los puse.

Me miré en el espejo. Me quedaba bien, así qué no lo pensé más. Mientras el cabello se terminaba de secar, me maquille un poco. Lo mínimo para tapar mi cara de zombi. Puse un de gel fijador en mis cejas, un poco de sombra de ojos marrón para darle profundidad a la cuenca de mi párpado. Aplique un poco de máscara de pestañas. Puse color en mi mejilla con un blush color melocotón y un iluminador dorado en los puntos más altos de mi rostro. Y para terminar elegí un tono nude para mis labios, me encantaban esos tonos.

Ahora sí. Prepare un neceser con todas mis cosas de maquillaje y otro con mis cosas de aseo. Los metí en la maleta, donde ya estaban los cargadores y el portátil. Cogí un poco se ropa, unos zapatos y los metí.

Había decidido llevarme la maleta, ya que no me acordaba lo que había dejado en mi casa, muy típico por mi parte.

Cogí un bolso de mano y en el metí mi teléfono, cartera, unas gomas para el cabello y las llaves de la habitación. Mire la hora en el reloj de mi muñeca, las ocho. Siempre era puntual. Cogí mi maleta y la levanté para no hacer ruido. Heche último vistazo a la habitación para ver si me dejaba algo y la cerré con llave.

Bajé las escaleras de mi residencia y Blake me esperaba fuera del coche, apoyado en la puerta del copiloto.

Visualice todo su cuerpo. Llevaba puesto unos jeans cortos de color negro, una camiseta de manga corta de color blanca, con unos dibujos en la parte derecha y unas zapatillas del color de los jeans.

El pelo, ligeramente peinado hacia atrás. Y su rostro tan esculpido como siempre.

- Buenos días. - Se acercó a mi a coger mi maleta.

- Buenos días para ti. ¿Nos hemos puesto de acuerdo?

- ¿En qué? - Me decía mientras abría el maletero y metía mi maleta.

- Pues blanco y negro, blanco y negro, coincidencia. - Comencé a reír.

- Algo así.

- Las camisetas blancas te sientan muy bien. Deberías usarlas más. - Le guiñe un ojo, a decir verdad no sé por qué lo hice, me sentí estúpida.

- ¿Me estás diciendo que estoy guapo con una camiseta blanca?

- Estás guapo con todo lo que te pongas.

Ahí está, muy bien Bella. Lo que faltaba. Cierra la boca o te van a entrar moscas.

- Vaya, gracias. Tú también. - Comenzó a reír.

Nos metimos en el coche y él comenzó a conducir.

- ¿Qué llevas ahí? - Miré la parte de atrás, en los asientos estaba colocado una tela blanca.

- Está el esmoquin. Ahí es donde se guardan, es como un estuque por así decirlo.

- Sé donde se guarda un esmoquin. Además tendría que haberlo supuesto, ya que tiene toda la pinta de ser eso.

𝚂𝙴𝙰𝙼𝙾𝚂  𝚂𝙸𝙽𝙲𝙴𝚁𝙾𝚂 •1• ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora