Capítulo 14. Mi suerte no me acompaña

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Llevaba horas dando vueltas en la cama, las palabras de Blake revoloteaban por mi mente una y otra vez. Miré la hora en mi teléfono, eran las nueve y media de la mañana. Ni siquiera sé como aguanté tanto tumbada en la cama. Mi clase comenzaba en media hora, fui en dirección al baño, lavé mi rostro, y cepille mis dientes y mi cabello, dejé que cayera sobre mi espalda llegando a ras de mi cadera.

Me vestí con unos tejanos azules, rotos en las rodillas, una camiseta de manga corta de rayas blancas y negras horizontales, y me calce con unas zapatillas blancas. Salí de mi habitación y me dirigí a mi primera clase.

A las una finalizó mi última clase, y salí de aquellas cuatro paredes. Tenía varias llamadas perdidas de mamá, así que la llamé.

Llamada con mamá.

- Hola mamá.
- Bella, por fin, estaba preocupada. No me cogías las llamadas.
- Mamá estaba en clase, deberías saberlo.
- Lo sé. Perdona.
- ¿Ha pasado algo?
- Cariño, quería pedirte una cosa.
- Mamá, ¿qué pasa?
- Tu tía se ha quedado sin coche, no puede invertir en comprarse otro y pensé que sería buena idea dejarle el tuyo.
- ¿Y? No lo utilizó, no pasa nada.
- Eso no es todo, el coche de Philip está allí.
- ¿Te refieres al Range Rover?
- Sí, Philip quiere que lo conduzcas tú, hasta que volvamos.
- Claro, lo haré. Me encanta ese coche.
- Genial, cariño. Philip te da las gracias.
- Hoy mismo iré a por el, nos os preocupéis. Ahora te tengo que dejar. Ah, y dile a Philip que lo quiero.
Escuche su risa al otro lado de la línea.
- De acuerdo cariño, dice que él también, te quiero. Llámame por favor.
- También te quiero. Hablamos pronto.

Colgué la llamada, Dios, no me lo podía creer. Aquel coche, era mi sueño hecho realidad. Miré el horario de los autobuses, a las dos salía uno en dirección a mi casa, parece que ma suerte me acompaña. Caminé a paso ligero hasta mi habitación, cogí pequeña mochila, y metí en ella la cartera y las llaves de casa, las de la habitación, unos chicles, mi teléfono, la llave especial que se utilizaba para desconectar la alarma. Recogería el coche y volvería, mañana tenía clase. Podría haber esperado al fin de semana, pero me serviría para despejar mi mente.

Me monté en el autobús, y me senté en una de las últimas filas, cruce mis piernas en cima del asiento. Miré a través del cristal de la ventanilla. Blake se apoderaba de mi mente, en todo momento. Sus besos y sus caricias, hacían que me estremeciera. Estaba confundida, mis sentimientos lo hacían y él también. Había insistiendo tanto en conocerme, que ayer hablará conmigo como lo hizo, fue para mí como una apuñalada, que fue directa hasta el corazón. Por eso mismo, no confiaba en nadie, ni siquiera en mi misma. Quizás cometí el error de hacerlo con él, pero no me arrepentía de haber gastado mi tiempo en él. Mi gran desventaja, era dar segundas oportunidad a las personas, si él me pedía hacerlo, lo haría. Porque sentía algo, no sabía el qué, pero lo sentía. Quizás ahora estaba demasiado enfadada con él para ver a través de mí. Para entenderme a mi misma, o a mis sentimientos, solía pasarme. Me negué rotundamente ante la idea de sentir amor, en tan solo siete días, era imposible.

Al fin llegué a la estación de autobús. Me bajé y caminé hasta mi casa. Abrí la puerta, la nostalgia llegó hasta mí. Hechaba de menos estar allí, antes de empezar la universidad deseaba irme de aquí, vivir nuevas experiencias y abandonar el nido. Ahora era muy diferente, añoraba no estar allí, aquel olor floral que impregnaba toda la casa.

Marqué el código de la alarma de seguridad, antes de que esta comenzará a sonar y me llevarán detenida por allanamiento de morada, en mi propia casa, encima. No podía perder mucho tiempo, ya que mañana tenía clase, pero eso no me impidió dar una última vuelta por toda la casa. Mamá había dejado al cuidado a mi tía Era la misma a la que le presto mi coche. Miré cada fotografía enmarcada, y pasé la yema de mis dedos suavemente por ellas.

𝚂𝙴𝙰𝙼𝙾𝚂  𝚂𝙸𝙽𝙲𝙴𝚁𝙾𝚂 •1• ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora