Capítulo 22. Estas perdonado

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Al fin es viernes. Ayer Philip y mamá se fueron temprano, Fred y yo los llevamos al aeropuerto y después, desayunamos juntos antes de ir a la universidad. Estuve durante todo el día haciendo cosas de clase, obvie mi vida social para poder tomarme el fin de semana libre.

Los chicos me habían dado la dirección de la casa del lago, donde llevaban esperándome desde las dos de la tarde. Según ellos, su turno de los viernes finalizaba a las doce del mediodía, así que me esperarían allí.

Preparé una mochila para el fin de semana, metiendo algo de ropa, las cosas de aseo y un bañador, ya que Fred me aconsejó que lo hiciera, si no quería bañarme en ropa interior, aunque a mí no me importaría, pero creó que a ellos no les gustaría ver mis bragas de ositos, en mi defensa diré, bueno, saben qué, no diré nada.

Eran las cinco, me coloqué la mochila en el hombro y salí por la puerta, observando si me olvidaba algo y haciéndome la lista metal de todo lo que tenía que llevar. Cerré la puerta con llave y camine hacia mi coche, donde puse el GPS y la dirección de la casa. Llegando unos cuarenta minutos después, aunque debería haber tardado menos, pero ya saben, mi sentido de la oritancion no es el mejor.

Salgo del coche, y Fred comienza a caminar hacia mí.

- ¡Por fin! Creí que te había pasado algo. - Dejo caer sus manos sobre mi cintura y me alzo hacia arriba, dándome un enorme y cálido abrazo.

- Bueno, el GPS me ha llevado por la ruta más larga. - Rodeó los ojos.

- Será eso. - Hecho una carcajada.

- Idiota. - Le pego en el hombro.

Abro la puerta de atrás y cojo la mochila con mis cosas.

- Los chicos y yo te dejamos la habitación más alejada, una de las que tiene baño, no queremos que nadie te moleste. - Cogió mi mochila.

- Vosotros no me molestais.

- Lo sé. Peor prefiero que sea así, tú estarás más cómoda y ahora que te tengo a mi lado, no quiero perderte.

- Fred no me vas a perder porque use el mismo baño que los chicos. Estaré bien con vosotros.

- Ya, respecto a eso. - Se llevo su mano a la nuca. - Blake y sus amigos están aquí.

- Me voy. - Giré sobre mis talones en dirección contraria.

- Mara no. - Hizo que me detuviera. - Blake me ha prometido que no te molestará, no quiere verte.

- Genial, yo tampoco quiero verlo. Enseñame mi habitación. - Digo molesta.

- Bella, tú no querías verle, ¿qué problema hay?

- Ninguno, estoy bien. - Intentó fingir caminando hacia dentro de la casa.

- De acuerdo.

Rodé los ojos.

Entramos en la casa donde mis chicos, Blake y sus amigos, otros que ni siquiera conocía, pero que tampoco me interesaba hacerlo, estaban sentados distribuidos por el salón. Las miradas se posaron en mí en cuanto cruce el umbral de la puerta. Me detuve a esperar a Fred, aquellas hienas esperaban su cena, y esa era yo. Mis chicos se levantaron a saludarme con un cálido abrazo, al que yo les correspondí.

- Chicos, a los que no la conocéis, ella es Bella, mi hermana pequeña. - Fred dejó caer la mano en mis hombros.

- Carnaza. - Soltó un idiota.

- Vaya veo que ya me voy cruzando con monos - Solté en un suspiró.

- Sí, estoy seguro de que sois hermanos. - Volvió a decir.

𝚂𝙴𝙰𝙼𝙾𝚂  𝚂𝙸𝙽𝙲𝙴𝚁𝙾𝚂 •1• ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora