Capítulo 34. Me he cansado

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SEGUNDO CAPÍTULO DEL MARATÓN.

Si había algo que se me daba mal en esta vida, era vivir. O sea a qué persona normal le ocurren las cosas que me pasan a mí. Ahora mismo estábamos los tres en silencio, y supe que River iba a hundirme en mierda en cuanto abriese la boca.

- Me pidió que viniera a su casa. - Ahí está, os lo dije, River había hablado para, definitivamente, hacerme mal.

Blake se quedó mirándome, mis ojos comenzaron a estar húmedos y simplemente negué con la cabeza, rezando que por favor que no creyese a River.

- Créeme Blake, soy tu amigo. Ella me pidió que viniera y luego se me insinuó.

Lo miré con odio y sin pensarlo dos veces, me puse frente a él e impacte mi mano con su cara, no podía dejar que hablase de mi así. Nunca nadie lo hará.

- Maldita zorra. - River me empujó y cai al suelo.

Blake corrió hacia mí y me ayudó a levantarme.

- ¿Estas bien? - Me preguntó.

Asentí y él tiró de mí para estar detrás suya. No necesitaba que nadie me protegiera, nunca nadie lo a había hecho pero Blake estaba ahí, con toda esa ira en los ojos, aunque no sé si era debido a mí o a River.

- Nunca vuelvas a tocarle ni un pelo. - Blake caminó hacia River. - ¡Nunca! - Le gritó.

- Si prefieres creer a esa zorra antes que a mí, hazlo. - En ese momento Blake impactó su puño con la cara de River. Este cayo al suelo.

- ¡Fuera! - Grito de nuevo Blake.

River se levantó del suelo y salió pero no sin antes mirarme.

- Te arrepentirás de esto.

- Lo harás tú si no sales por esa maldita puerta. - Blake camino detrás suya y cerró la puerta detrás de él, con un fuerte golpe.

- Blake . . .  .

- Bella, solo quiero asegurarme de que estés bien. Luego me iré.

- ¿Por qué no dejas que te lo explique?

- Porque no, Bella. Fue lo que Mara me dijo esta mañana, que tú y él habíais quedado aquí, en tu casa. He venido, y casualmente estabais aquí, los dos.

- ¡Él y yo no hemos quedado! - Le grité. - ¡Si ni siquiera nos llevamos bien!

Vi en sus ojos algo de duda y no iba a seguir haciéndome daño a mi misma. No quería. Porque como dijo Fred, no iba a dejar que la oscuridad me absorbiese, de nuevo.

- De acuerdo, si ni me crees, no tienes nada que hacer aquí. - Camine hasta la puerta y la abrí. - Vete.

Él no se movió del sitio y yo me puse aún más furiosa con él. Se supone que era mi jodido novio, y no me creía, le decía la verdad. El estúpido de su amigo era el que había entrado aquí, con doble intención, o triple, quién sabe.

- ¡Fuera! - Grité de nuevo.

Blake caminó hacia mí e intentó acercarse pero me aleje.

- No necesito que nadie crea en mí o en mis palabras. No me gustan las mentiras, y no miento. Pero claro, es mejor que creas en la encerrona que te han hecho tus queridos amigos. - Suspire. - En fin, cuando te apetezca volver a entrar en mi vida porque estés aburrido, quizás yo no te quiera conmigo.

- Bella, no es eso.

- No voy a esforzarme más en esto, ¿vale? No puedo más.

Lo empuje fuera de la casa y cerré la puerta detrás de él. No pensé ni un segundo en Blake ni en River ni en nadie. Me limité a estudiar y a ocupar mi mente con eso.

Al día siguiente

Desperté en el mismo lugar donde me pasé toda la tarde de ayer. Efectivamente, en la mesa. Tenia una clase de nueve a diez, así que me fui a la ducha a eso de las ocho.

Estuve bajo el agua un buen rato, necesitaba despejar mi mente. Envolvi mi cuerpo y mi cabello en una toalla y camine hasta mi habitación, tenia música de fondo así que no me constó mucho que mi mente solo se centrase en la lista de reproducción de reggaetón.

Miré en el armario y después, a la ventana, hacia viento, lo que suponía frío, y eso significaba que yo podía congelarme. Sí, lo sé, soy muy pero que muy exagerada. Al final me decanté por lo de siempre, unos tejanos negros, una sudadera lisa y una camiseta blanca que sobresalía de la sudadera, a lo que no le di importancia, en invierno siempre iba hecha un cristo. Me calce con unas zapatillas color gris y me puse una chaqueta larga, a ras de los tobillos.

Me maquille un poco, no sé, algo natural, lo de siempre. Cogí mis cosas y salí por la puerta dirigiéndome a la universidad.

A las diez finalizó la clase y me dirigí a la cafetería, mientras desayunaba llamé a mi madre para saber cómo estaba. Me pasé hablando con ella horas, y también la incluí en el plan de este fin de semana, aunque Blake ya no viniera.

- ¿Crees que podrás venir?
- Por mis niños lo que sea. Iremos claro que sí, Philip lo está escuchando y esta encantado.
- ¡Bien! Oye mamá, te tengo que dejar. Empiezo la clase en cinco minutos.
- De acuerdo cariño. Hasta el viernes.
- Besos.

Colgué la llamada y fui a pagar la cuenta.

- Dime qué te debo. - Le dije a Elisa mientras rebuscada en mi bolso, para encontrar la cartera.

- Esta pagada.

- No he venido a pagar nada. - Fijé mi vista en ella.

- Blake se a hecho cargo. - Lo señalo, estaba sentado en la mesa con unos chicos que no conocía. Este me miró, pero aparte los ojos en seguida de él.

- De acuerdo. Dile de mi parte que gracias.

Salí de la cafetería y caminé rápido hasta la clase. No quería hablar con él, bueno, sí, pero primero se tenía que aclarar la mente un poco y ver que a caído en un maldito engaño. Y a esperar que yo quiero volver a saber algo de él, porque ya estaba harta, y hasta el último pelo, de sus queridos amigos y de sus tonterías de niños pequeños.

Espera, ahora que lo pienso, no estaba con Mara, ni con James, ni con River, ni siquiera con Sasha. Ellos siempre están juntos, aunque bueno, en cierto modo me da igual.

Salí de clase sin expresión alguna en el rostro. Conduci hasta casa y allí me hice una ensalada para comer.

¿Realmente sabe alguien a lo que aspira en la vida? Creó que no. Nuestro futuro cambia de la noche a la mañana. Un día quieres comerte al mundo y al otro el mundo de come a ti. Un día luchas por tus sueños y al otro quieres rendirte. Quizás ese sea el problema de las personas, no luchar por lo que verdaderamente queremos. Estar siempre atentos a lo que los demás aspiran y no a lo que nosotros aspiramos. Es fácil criticar, meterte en la vida de los demás o simplemente estar ahí. Pero lo verdaderamente difícil es vivir, ser alguien para ti mismo y sentir.

Ni siquiera sé por qué estoy pensando en esto ahora mismo. Quizás porque una parte de mí siente que no vive, y la otra le dice a gritos que sí, pero esto solo es una mala racha. Quizás debería perdonar a mi padre, estar más con mi hermano e ir a visitar a mi madre. Quizás debía abandonar de una vez por todas ese miedo a quedarme sola, o quizás debería decirle a Blake lo mucho que mi corazón, mi mente y todo mi ser, lo ama. O quizás no, quién sabe. Solo sé que quiero vivir.

Dejé de machacar mi cerebro con tantas dudas y comencé a empacar algo de ropa y las cosas que creía que necesitaría para este fin de semana, aunque ojalá fuera más. Fred me avisó de que llevaría por la noche, ya que su supuesta amiga terminaría un poco tarde de trabajar. Así que tendría que hacerme el viaje hasta casa sola, aunque no me molestaba, disfrutaba de mi propia compañía. Y mamá y Philip llegarían también por la noche, así que la casa era solo para mí.

Conduci con la radio a todo volumen, y cantando hasta que mi voz se quebró. Lo necesitaba tanto que el camino se me hizo más corto que nunca. Varias llamadas de Blake llegaron a mi teléfono, pero no cogí ninguna, tendría que esperar, además seguía enfadada con él.

Al llegar quité un poco el polvo, y prepararé las habitación donde se quedarían los demás, ya que esto había sido mi idea. Compré algo de comida, e hice unas galletas, con mi cocinero favorito, Google.

𝚂𝙴𝙰𝙼𝙾𝚂  𝚂𝙸𝙽𝙲𝙴𝚁𝙾𝚂 •1• ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora