FAMILIA.

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Rayita.

La coraza de mi piel hecha de escamas se endurece y se eriza. Como si quisiera morder. Eso debe ser el sabor amargo en mi boca, veneno. Amargo y espeso.

Controlándome para no llorar. Para no flaquear. Para no derrumbarme.

A mí siempre me criaron con buenos valores, pero no dejamos de ser lo que somos o lo que fuimos. Una familia conservadora. Aun creyendo en que la sangre limpia es un privilegio para nuestros hijos. Y nadie tiene derecho a profanarla. No después de la caza de brujas que hubo años atrás.

Pero debimos mantener una doble cara. Fingiendo que aceptábamos las nuevas reformas de tolerancia hacia los mestizos y muggles que querían aprender magia. Y mostrándonos firmes sobre las buenas costumbres para con los amigos de mi padre. Así vivimos y por eso, en parte, murieron.

George fue el primero en desertar esa idea, mi hermano se había enamorado de una chica de otra casa, una Ravenclaw. Una mestiza. La chica era muy bonita y muy inteligente. Mi hermano ponía cara de imbécil cada que estaba con ella. Me daba golpes en la cabeza si me burlaba de él.

A mamá no le molestó tanto, aunque un día la escuche decirle a papá en la cocina;

>>ya se le pasará. No creo que duren.<<

Por eso no se opusieron mucho.

La chica lo dejó unas semanas después porque él quería mantener las apariencias enfrente de todos. Yo estaba ese día. Ella le dio una bofetada muy fuerte enfrente de todos y se fue llorando.

Ese día me sentí mal por mi hermano, pero feliz por ella, ahora era libre y buscaría a alguien que la quiera tanto que no le dé pena mostrarla ante todos. A pesar de su procedencia.

Yo no veía mucha diferencia entre mestizos y sangres puras. Tampoco sé cómo es que se desbloqueó este recuerdo o si son los ojos de mi padre escudriñándome ahora lo que me da memoria de aquellos tiempos. Esos que seguramente viví hace mil años.

Él me decía que llorar, solo en casa. Por eso nunca supo cuánto lloré en los rincones.

Y ahora, no sé si me permita llorar. No estamos en casa, no sé dónde es casa.

Él está aquí y está vivo. En este lugar sin espacio ni tiempo. Vivo para mí.

Me mantengo con la cabeza en alto, como a él siempre le gustó verme. Me han de brillar los ojos, llenos de lágrimas. Pero ninguna cae. Se me cierra la garganta y respirar es un reto. Aun así, mantengo la mirada de mi viejo. A quien no he visto en no sé cuántas eternidades.

Entonces, él sonríe.

—yo dejé a una niña... No a esta hermosa mujer—su voz es como el rugido suave de un puma.

Trae su mejor traje y su cabello es como el que recuerdo de niña.

Me tiemblan las manos y sé que desde hace rato empecé a llorar así que no hago nada más que abrazarlo.

—papi— es todo lo que puedo decir.

Un llanto descomunal sale de mí y me deja vacía. Me ahoga y cada que quiero detenerme empieza a darme espasmos de nuevo y comienzo otra vez.

Un funeral sin lágrimas. Y ahora no puedo parar.

Después de un rato. Cuando siento que respiro mejor, me aparto.

Él no se ha enojado, me mira tranquilo, sereno.

—¿mejor? —me dice.

Yo asiento.

MAGIA ENTRE LETRAS {HARRY POTTER Y TU}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora