RUPTURAS

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Rayita.

Yo he visto esa mirada, y no precisamente en Draco. No sé qué le pasa, nunca lo había visto tan erguido. Pareciese que quiere tocar el techo con la mandíbula. Siento como si estuviese enfrente de un desconocido.

—¿Qué? —pregunto. Él se queda estático y no contesta —¿tienes otro... efecto secundario, Draco?

No sé por qué me tiembla la voz. Me pregunto cuanto tardaré en sacar la varita. Creo que por eso ninguno se mueve. Estamos midiendo los movimientos del otro.

Él sacude un poco la cabeza, pero no deja de parecer confundido.

—ehh, sí. Eso creo—

—está bien, bueno, creo que debo subir a mi habitación y esperar a Harry —

—¿Harry? —me pregunta.

Espero que estos efectos no se hagan presentes en mí.

—Harry... Harry Potter, ha estado viniendo por las noches a verme ¿no lo recuerdas? Tu diste la orden... —

Entrecierra los ojos y me mira como si acabara de contarle un secreto revelador. Sin embargo, no parece enojado.

—ah, ¿sí? —

—oye—le digo despacio —tal vez debamos bajar la dosis de esas pociones ¿no crees?

Él se esfuerza por sonreír un poco.

—seguro —
—bueno, iré a mi habitación, si necesitas algo, avísame—

Él seguía como ido, pero honestamente era un poco escalofriante que lo único que quería era apartarme de ahí, no sin antes escuchar a mis espaldas.

—sí, claro, ve a tu habitación, aquí... en mi casa —




Harry.

Decir su nombre como es, se sintió como si hablase de alguien más, no de la mujer de la que he estado enamorado desde hace casi diez años.

—bueno—dijo la ministra— ¿eso significa que usted ya no está enamorado de la señorita Weasley?

—siempre tendré un gran respeto y cariño por Ginny Weasley y por toda su familia. Pero no creo que eso sea suficiente para mantener un matrimonio en pie. Así que no. Lo que yo siento por ella no es lo que sentía el día de nuestra boda, por ejemplo. Y claro está, que eso se debe en gran parte por sus propias acciones—

—de acuerdo señor Potter, puede pasar a sentarse en la tribuna —

La ministra esperó hasta que regresé a mi lugar para volver a hablar.

—bueno ahora convocamos a... —buscó en sus papeles hasta dar con el indicado — Silas Vikand, ministro que dio fe del evento en cuestión.



Lo recordaba mayor. El hombre se sienta de inmediato en la silla de testigos y se cruza de piernas. Tan tranquilamente, como si ya estuviese acostumbrado a estos asuntos.

—Silas, amigo mío—habló la ministra. No sé si ese hecho sea bueno o malo. —necesitamos tu testimonio de nuevo.

El sujeto le regaló una sonrisa cómplice, convenciéndome del hecho de que afirmativamente, esto es como rutinario para ambos.

—sabes que tú, mi estimada, y el ministerio cuentan con mi apoyo, siempre —

—gracias, Silas. Queremos que nos ayudes con lo que recuerdas de aquel día en el que el señor Potter y la señorita Weasley contrajeron nupcias o esa era la intención... tu eres un prodigio con la memoria, así que eso nos viene bien—

MAGIA ENTRE LETRAS {HARRY POTTER Y TU}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora