PISTAS.

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Rayita.

No es que me haya escapado, porque no es como si Draco me lo haya prohibido nunca. Pero estoy segura de que, si se lo decía, muy probablemente hubiese dicho que no, o en todo caso, habría venido conmigo. Y lo único que quiero ahora es un poco de espacio para no pensar en un par de personas.

El caso es que tampoco hay mucho a donde ir. Menos con un prófugo detrás de nosotros. Así que termino donde todo empezó. Mi casa.

Tiene un encantamiento, parece la fachada original y no parecería que está en ruinas. Así los muggles no se dan cuenta. Es como un velo invisible que la cubre. Al acercarse, cualquiera que pase este escudo, sentirá la necesidad de andar por otro lado. Y así, se evitan los fisgones.

Pero no funcionan con nosotros, los hechiceros. Es gracioso, de verdad. Los muggles solo observan una casa bonita, pero yo tengo que ver el patrimonio de mi familia en ruinas. Cubierto todo en cenizas y pestilencia a humo.

No hay siquiera donde sentarse ni mucho que hacer. Solo paso con cuidado recordando cómo era todo antes de esto. El segundo piso ya no existe, las escaleras terminan en la mitad de su camino. La cocina está partida a la mitad, todo a base de metal sigue más o menos intacto.

Lo que solía ser mi estudio es el lugar que probablemente ardió más. Ahí tenía mis barnices y acrílicos, además de toneladas de papel. Una simple chispa y desataría todo el desastre. Aunque, sé muy bien que nada de esto fue un descuido.

Por otro lado, está lo que fue la sala de estar. Donde solía acurrucarme con una manta, haciéndole compañía a Harry. Pero más importante, donde mi padre me enseñaba a reparar pequeñas cosas. Él decía que no ocupaba nada de eso, que solo quería pasar el rato, y quería que yo aprendiera para ser un poco más independiente.

No sobrevivió ni siquiera un álbum de fotos. Todos esos recuerdos solo viven en mí ahora. Lamenté perder eso más que mis papeles de identificación. No encuentro mucho, más que un par de platos de metal medio carbonizados y derretidos.

Así que mi visita no va a ser muy larga. Ni si quiera sé si voy a recuperarla después. Así que ¿Qué importa si termino de derrumbar algunas cosas a mi paso? Hay algo que bien pudo haber sido la pata de la mesa del centro. Tomo un poco de impulso evitando caerme y lastimarme la pierna y lo golpeo.

El trozo de madera carbonizado sale disparado y supongo que golpeará la pared, pero para mi sorpresa, da contra el aire y rebota. Me pregunto si hay algo malo en el hechizo de camuflaje. ¿podría no estar cubriendo toda la fachada de la casa? en ese caso, correría el riesgo que algún entrometido meta sus narices aquí.

Antes de salir para rodear la casa y asegurarme de que todo esté bien oculto, me acercó a donde golpeo la madera. Me agacho y veo que ha dejado algunas cenizas en el aire. No como si estuviesen flotando, más bien como si estuviesen adheridas a algo. Paso mis dedos para tocarlo y me doy cuenta de que hay una superficie solida invisible.

Me pregunto si Draco me habrá ocultado nuevamente algo. Como, por ejemplo, si pusieron más de un encantamiento en el lugar. O si dejaron alguna criatura que cuidase en secreto y estuviese siendo vigilada ahora mismo. Esa idea me pone los pelos de punta repentinamente.

Aun así, no me giro, recorro con los dedos la superficie de aire. Si tuviese que imaginarla, diría que está hecha de alguna clase de metal porque se siente fría. Trato de memorizar lo que había antes en este mismo sitio. Y solo recuerdo unas cuantas repisas y ...

¡Aquella vitrina!


Mis manos tocan por todas partes tratando de reubicar mi memoria. Siento los pliegues y los grabados. Llego hasta el borde del otro extremo y noto que debió de tener una anchura de casi un metro. De altura, mis manos alcanzan el limite llegando casi al metro ochenta, más o menos.

Al bajar la mano, la manga de mi suéter se atora con algo y al jalarla, se comienza a destejer. Sigo la vista donde el hijo se suspende en línea recta para sentir una forma que se conecta a aquella superficie. Una llave. Sigue pegada a aquella vitrina.

Me emociono como si hubiese encontrado un tesoro. Lo curioso es que no recuerdo bien que había adentro. Una parte de mi sospecha que, que sea lo que sea que hay ahí, podría estar tan quemado como el resto de la casa. Giro la llave sin problema y la puertecilla se mueve hacia afuera con soltura.

Quiero tirarme al piso de la risa. Adentro todo está intacto. Pero eso no es lo gracioso.

El caso es que, de todo lo que se me ha ido, esto sea lo único que pueda quedarme conmigo. Es como si la vida se estuviese burlando de mí, por todo lo que he hecho.

La inmaculada botella repleta de wisky de azufre me sonríe con su reluciente color. Junto a ella, se encuentra aquel gotero de plata en su platito. No tienen ningún rasguño. Esto es obra de alguien más. Mi padre seguramente se aseguró de cuidar muy bien su bebida favorita. Aunque no entiendo como porqué se aseguró de poner un hechizo de protección a este objeto en lugar de ponérselo a nuestros documentos personales, por ejemplo.

¡O a toda la casa en todo caso!



Yo solo me encargué de evitar que alguien lo viese. Así que cuando todo el desastre ocurrió, es lógico que nadie preguntara por ello.

Me agacho para meterlo con cuidado a mi bolso, sintiendome mejor al saber que regreso a la mansion sin las manos vacias, pero es ahí cuando me doy cuenta de algo más. Pensé que el interior de la vitrina solo tenía como objetivo, servir de pedestal para aquella fina botella plateada. Pero en la parte de abajo, encuentro dos líneas paralelas que dividen la madera.

Con la ayuda de mis uñas, intento ver que tan profundas son. Utilizo ambas manos para intentar jalarla y mi corazón se detiene un momento al encontrar aquel cajón secreto.

Dentro, hay varios papeles, casi del grosor del mismo cajón. La idea de sentirme observada puede conmigo así que guardo los documentos en mi bolsa también y cierro la vitrina de nuevo. Esta vez, conservo la llave.




Después de recorrer mi casa marchita, la mansión Malfoy luce tan colosal. Las torrecillas y su peculiar estilo gótico es una señal de advertencia en sí misma. Pero dentro de sus terrenos, dejo de sentirme perseguida.

Me extraña mucho no ser recibida por ningún elfo, pero para ser honesta, no me molesta en lo absoluto. La madera cruje bajo mis pies subiendo la escalera y noto que se me ha quedado una buena cantidad de ceniza en los pantalones.

—¿Quién anda ahí? —escucho decir.

Es la voz de draco. No esperaba que me atrapara de regreso. No quiero darle explicaciones de porque salgo a dar un paseo. O ninguna explicación en general.

Suelto un soplido y me rindo a bajar. La puerta de su oficina está cerrada, ese hombre debe tener buen oído.

Toco antes de entrar y cuando escucho que me deja pasar, me pregunto si no estará enfermo de nuevo, su voz suena un poco ronca.

Abro la puerta e intento no poner la sonrisa más tonta y delatora posible. Sin embargo, él parece estoico.

—¿tú eres... ______ Peek? —

Me mira de pie desde el otro lado, junto a su escritorio. En una postura extraña. Frunce un poco el ceño y entrecierra los ojos.

 Es como, si fuese esta la primera vez que me ve.



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CAPITULO NUEVO!

ME ESTOY PREPARANDO PARA LOS CAPITULOS FINALES.

GRACIAS POR SUS HERMOSOS COMENTARIOS Y ME GUSTA LA IDEA DE QUE TODO TIENE QUE VER CON TODO JUSTO COMO LO DICE EL TITULO.

QUIERO ESCUCHAR SUS TEORIAS SOBRE DRACO. USTEDES LE ACIERTAN BASTANTE. 

POR ESO ME GUSTA CREAR MOMENTOS DE SUSPENSO. 

LO LEEO PRONTO.

XX


MAGIA ENTRE LETRAS {HARRY POTTER Y TU}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora