GALA. (PARTE 1)

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"El aroma era el mismo que aquellos domingos por la mañana. Él movía mi cabello para despejar mi frente y me daba un pequeño beso en la cabeza. Me sacudió un momento y el sonido de su risa me recordaba al gorgoreo de algunos gorriones.

—¡Despierta! —decía — Mamá ha hecho pancakes.

Cuando veía que no reaccionaba, cargaba conmigo hasta la cocina mientras yo intentaba averiguar como había llegado hasta ahí. O porque ellos estaban aquí. Los tres comían y platicaban como si yo no estuviese presente.

Me puse de pie, pero ninguno lo notó. La casa estaba intacta y los elfos revoloteaban alrededor, comiendo en su pequeña mesita en la cocina. Nada de aquí tenía color. No se veía nada por fuera de las ventanas. En la sala de estar, un zumbido llamó mi atención.

Todo parecía como lo recordaba, como en los viejos tiempos, cuando era feliz y estaba completa. Me senté en el sillón, pero algo seguía sonando. Provenía de la vitrina de papá. No tenia la llave puesta pero la puertecilla estaba abierta.

Y dentro, en un cáliz, un líquido brillante como la plata, resplandecía como metal recién pulido. Yo sé perfectamente que algo con esa apariencia, por muy intrigante que parezca, no se puede beber. Pero si me daban ganas, de al menos, empapar mis labios en ello.

He cambiado de ser la niña que ha cargado mi hermano hasta la cocina para volver a mi yo de ahora. Esta, la que puede tomar la copa sin problemas. Me la hubiese empinado un poco, de no haber sido por la presencia de alguien a mí lado.

Él me mira fijamente y yo me siento como si hubiese sido descubierta por cometer la peor travesura. Pero no me mira enojado. Es más como si estuviese emocionado o intrigado. Le brillan los ojos.

—Búscalo"



Soñar con mi familia nunca me ha dejado una buena sensación. Para empezar, me despierto nerviosa, incomoda y triste. Cuando vivía sola o, mejor dicho, cuando cientos de kilos de concreto no se me habían caído encima, solía permanecer en cama hasta tarde.

Ahora evito dormir mirando al techo. Mientras sanaba no tenía otra opción que descansar. Pero aun así era tortuoso. Hubo ocasiones en las que la idea de meterme debajo de la cama y dormirme ahí me tentaban demasiado.

Y esa misma idea parpadeaba en cabeza.

>>mira debajo de la cama<<

>>mira debajo de la cama<<

>>mira debajo de la cama<<

No había nada fuera de lo normal. Pero entonces recuerdo...

Tomo mi varita y apunto al vacío de debajo.

—¡REVELIO!

Poco a poco tomaba forma aquella caja en la que había dejado los escritos de mi padre junto con aquel alcohol. Volví a darles una ojeada. Ahora, con más calma.

Entendía solo un poco más a la escritura, pero no a lo que se refería. Mencionaba en varias ocasiones a un tal Fryer. A mi madre también, con respecto a su puesto en el ministerio. Pero mucho de lo que estaba ahí escrito, no lo entendía por el idioma o el código.

No podía despegar la vista de los objetos dibujados. Y uno llamó mi atención más que los otros. Una copa. Como la que apareció en mi sueño, solo que más gruesa y maltrecha. Tenía incrustaciones en los lados. El grafito no dejaba diferenciar que eran esas piedras. Pero tenían el tamaño de una nuez.

MAGIA ENTRE LETRAS {HARRY POTTER Y TU}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora