MALENTENDIDO.

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Malfoy.

"Nos aparecimos en la mansión porque no tenía otro lugar a donde llevarla. Mi castillo y prisión. Cierta parte de mí quería tomar esta oportunidad, porque no sabía si tendría otra. Al llegar, las paredes cobraron vida. Sabían lo que era. Y la habían visto antes. Notaron que no pertenecía aquí.

Detectaron el hedor de su sangre. Ese que yo no puedo notar más.

Ella no me miraba. Estaba de espaldas, justo como aparecimos. Pero respiraba agitadamente por como subían y bajaban sus hombros. No sé si reconoce el lugar, es muy posible que sí. O si simplemente se ha dado cuenta de lo que acaba de hacer.

Tiene una diminuta vena en el cuello que me deja ver que su pulso corre veloz. Es como una presa que sabe que está al asecho de su depredador. Mis labios están sellados. No pienso decirle nada para convencerla de algo. Ella ha tomado mi mano y con ello, me ha dado a entender que estaba de acuerdo.

Aun así, lo llevo con calma. Tiene ambas manos en sus costados, solo se les asoma la punta de los dedos por fuera de las mangas de su abrigo. Así que tomo una despacio, pero ella pega un brinco...

Mi pulso se detiene por completo... ¿y si he ido muy lejos? ¿y si sale corriendo?

Necesito encontrar el Draco Malfoy que existía antes de ayer. El mismo que detestaba a Granger mientras la miraba en el suelo llorando junto a la basura. Nadie es capaz de erradicar el odio por otra persona tan fácilmente. Nadie tiene el poder de provocar eso en alguien más. Ni siquiera ella.

Así que me recuerdo que la odio.

Ella me mira extrañada, como temerosa. Y tal vez se deba a mi ceño fruncido mientras la miro como siempre lo he hecho. No como anoche mientras la besaba. Seguimos sin palabras, pero suavizo mi expresión y vuelvo a levantar la mano, ofreciéndosela.

Se preguntará a donde la llevaré. Debe estar haciéndose una idea mientras subimos las escaleras camino a la planta alta. Hay un silencio completo, cortado únicamente por nuestros pasos. Entramos a mi habitación y ella se queda clavada junto a la puerta mientras yo dejo mi abrigo a su lado.

Mi alcoba no es como el resto. Después de regresar de Azkaban la trasformé para salir lo menos posible de aquí. Así que es mucho más amplia. Con algunos muebles y una mesa de centro. Algunos estantes con varios libros. Incluso hay una versión más pequeña del escritorio que hay en el despacho. Y una chimenea.

Pero supongo que ella ha de creer que solo la llevaré a una sola dirección.

Y aunque, cierta parte de mí se pregunta ¿Qué tal es Granger en la cama? La verdad es que no espero mucho de ella hoy. Pero quiero ver que tal lejos llega sin rechistar. Me acerco a ella y meto ambas manos en su cuello hasta llegar a su nuca. Después, bajo los dedos y recorro su cuello.

Ella no me aparta la mirada. Estamos probando quien es más fuerte. Abre los labios y me permito ser más rápido. Así que le quito la bufanda y con ello también el abrigo para dejarlo junto al mío. Ella ha visto donde está. Por si tiene que correr, no se iría arriesgándose al sereno helado de la noche.

Bajo la mano para tomar la suya de nuevo. La muevo de donde está y la llevo conmigo en dirección contraria a la cama. Tomamos asiento en uno de los sillones. Una vez sentados, no podemos seguir sin decir nada.

—no quiero hacerte sentir incomoda... —le dije.

Ella no contestó. No me sorprende que sea mal educada. Sabiendo de donde viene, es obvio.

MAGIA ENTRE LETRAS {HARRY POTTER Y TU}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora