•2 | El fin de la primera semana de clases |

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Varios estudiantes entran al aula de clases minutos antes de que la campana escolar suene, entre el grupo de alumnos observo la figura de Evan acompañado por una rubia, a quien reconozco como la capitana del equipo de las animadoras. Es la hora de Ingles, me quedé dormida y no llegué a tiempo para economía ni arte, como consecuencia a ello mamá me regañó. Me quito un auricular del oído solo para mirar la escena frente a mi, la rubia ríe tontamente por algo que Evan ha dicho en su oído y el brazo que tiene pasado por los hombros de la animadora lo quita en cuanto ella se inclina para besar su mejilla, haciéndolo rodar los ojos con una mueca de disgusto.

—No te necesito —le dice—, no te hagas ilusiones conmigo, bonita —observo la escena y se me escapa una risita burlona al mirar como ella lo ve indignada, levanta su mano para seguramente profanarle una bofetada pero Evan agarra la mano de la rubia en el aire y la mira vacilante—, me has dado el peor polvo matutino que alguien pueda tener alguna vez en su vida. Es una desgracia.

Hace una mueca. El rostro de la rubia se enrojece, esta ofendida y furica. Quiero reírme pero no es el momento para hacerlo así que muerdo mis mejillas por dentro para evitarlo. Evan se aleja de ella, caminando hacia los asientos y lo miro con fastidio cuando se detiene en el asiento vacío a mi lado, y lo ocupa dejándose caer en el, aun tengo sus palabras de la madrugada rebotando en mi cabeza.

Suspiro y desvío mi vista hacia el ventanal, es típico en él usar a las animadoras por un rato y después desecharlas como si fuesen basura, poca cosa, inservibles dejando en claro su reputación de mujeriego. Y aunque las animadoras de aquí son exactamente eso, basura oculta en zorras con lindos rostros y cuerpos diminutos dentro de trajes de animadoras, no se merecen la clase de trato que Evan les da después de divertirse con ellas, en realidad, nadie merece ese trato pero incluso sabiendo como es él, deciden aventurarse en esas aguas predecibles de las cuales es dueño, amo y señor.

—Ava —me saluda, llamando mi atención al agarrar un mechón de mi cabello entre sus dedos.

—Evan —suspiro, devolviéndole el saludo y alejándome lo suficiente como para que mi cabello deje de estar entre sus dedos.

Vuelvo a colocarme el auricular escuchando la adictiva voz de Halsey y viendo como Evan se concentra en su teléfono, mientras el profesor de inglés entra al aula de clases. Quiero preguntarle por su inútil amigo pero evito hacerlo, se que la única razón por la cual se ha sentado a mi lado es para molestarme así que prefiero ignorarlo como si no estuviera allí, me concentró en mirar al frente y ver que el profesor Owen esta hablando pero no escucho lo que dice pues mis oídos están anonadados con la voz de una de mis artistas favoritas gracias a la canción que se reproduce en mis auriculares.

Trato de distraerme haciendo garabatos en la parte trasera de mi libreta, tal cual como es costumbre para mi. De reojo veo que Evan esta mensajeándose durante clases con alguien que no me interesa saber quien es y suspiro aburrida, dibujando en la hoja de rayas la silueta del ratón de Disney pues es fácil, sencillo y práctico de hacer. Por un momento poso mis ojos al frente y veo como la vista del profesor está puesta en mi, así que apresuró en quitarme uno de los auriculares y finjo en prestar atención a la clase, al tema en específico.

—¿Alguno de ustedes conoce el glorioso y clásico libro Matar a un ruiseñor?

«Si» me gustaría contestar pero en cambio me quedo en silencio para no llamar la atención ni resaltar, pues antes, cuando era pequeña solía leer los libros que descansan el librero de mi casa porque mamá es fanática de la lectura y entre su colección esta ese que el profesor Owen acaba de nombrar, lo he leído y se de que va pero prefiero guardar silencio y escuchar, o simplemente pasar del tema.

El Desenlace De Una IlusiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora