[32] •Éxtasis, rohypnol y rumores•

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Me pesa abrir los ojos pero de igual manera hago un esfuerzo para abrirlos poco a poco, una luz blanca me ciega durante unos segundos. Mi boca esta seca al igual que mi garganta y la cabeza me palpita como si tuviera migraña, me siento desorientada por el lugar en el que estoy. Huele a desinfectante con una mezcla de incienso que resulta abrazador, me cuesta enfocar la mirada y concentrarme al principio, luego de un momento me doy cuenta de donde estoy: en una habitación de hospital de paredes blancas.

Giro mi cuello para ver lo que me rodea, me siento marear y llevo mis manos hasta mi cabeza palpitante. Miro a Howard sentado en un sofá de tres plazas, su atención esta puesta en su teléfono a la altura de su abdomen y parece no percatarse de mi, observo a su lado a Evan que tiene la mirada en el suelo de mármol y mueve una de sus piernas de arriba hacia abajo como en un tic.

Intento recordar como llegué aquí, miro mis brazos y mi cuerpo, estoy completa, sin signos de alguna cirugía o con un yeso en alguna parte de mi cuerpo.

No entiendo.

Frunzo el ceño intentando recordar que ha pasado como para que yo este aquí, pero es como si en mi cabeza hay una laguna mental, un espacio en blanco.

Paso mis ojos hacia mi derecha, mi madre se encuentra en un sillón de color negro y sus ojos se pasean por una revista. Hay demasiado silencio, mi garganta seca y rasposa me genera incomodidad, vuelvo mis ojos a Haiz y lo contemplo un par de segundos, la horrible camisa Gucci de estampados que viste me hace querer lanzar un comentario sobre ella pero me lo ahorro.

—Amor, despertaste —escucho la voz suave de mi madre. En su tono reconozco alivio profundo, no la miro, estoy demasiado absorta mirando al par de castaños casi idénticos que en cuanto escuchan a mi mamá, me miran al mismo tiempo—, ¿cómo te sientes?

Confundida, mareada, fuera de órbita... la lista es extensa.

—¿Qué me pasó? ¿Qué hago aquí? —la voz me sale ronca cuando pregunto mirándolos. Trato de hacer memoria pero el único resultado que obtengo es una punzada de dolor atacando mi cabeza y vuelvo a llevar una mano hacia ella—, no puedo recordar nada... ¿Por qué no puedo recordar nada?

Es en ese segundo en el que me percato de la intravenosa en mi brazo y nadie dice nada, al menos no la segundo. Howard se coloca y viene hacia mi, mamá también lo hace, ambos se acercan a mi.

—¿Cómo te sientes, cariño? —Haiz me pregunta suavemente y toma mi mano libre de la intravenosa.

—Sed... tengo mucha sed —digo—, ¿Qué me pasó?

—Iré a llamar a una enfermera —avisa mamá.

—¿Quieres algo más aparte de agua? —me pregunta Howard.

Meneo la cabeza negando y trago saliva incómodamente, creo que ninguno de los dos tiene intenciones de responderme sobre por qué estoy aquí. Lo último que recuerdo es la fiesta de Evan en la casa de Haiz y... carajo, mi cabeza duele demasiado.

—Algo para el dolor de cabeza —respondo.

Haiz deja ir mi mano, me regala una sonrisa y se aleja de mi con pasos que lo llevan hasta afuera de la habitación, junto mis manos sobre mi regazo y pongo mis ojos en ellas, la intravenosa comienza a molestarme y me la quiero quitar, cierro los ojos como si eso va a hacer que la punzada dolorosa disminuya drástica y mágicamente.

—Estabas caminando por el borde de la piscina cuando caíste al agua después de perder el conocimiento. —Después de unos segundos en silencio, escucho a Evan hablar.

Por un momento olvidé que esta aquí.

Abro los ojos y los levanto encontrando su mirada en mi, hundo mis cejas arrugando ligeramente el ceño, confundida e incrédula sobre lo que sale de sus labios. Evan se aclara la garganta, echándose hacia adelante en el sofá y me percato de una cosa al mirarlo con detenimiento: va vestido con el uniforme de Badlands High. El formal: camisa blanca de botones que lleva arremangada hasta los codos y la corbata desecha

El Desenlace De Una IlusiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora