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Al final de la tarde termino completamente exhausta cuando vuelvo a casa.
Me doy un baño, le pido a Dorotha que me suba la cena a mi habitación y me quedo mirando televisión todo el rato hasta que la noche cae, aún cuando tengo varias invitaciones para salir a hacer algo, todas las declino y rechazo, prefiero quedarme en la comodidad de mi cama viendo películas con helado y palomitas de maíz, y Evan, que se une a mi casi a las doce de la noche cuando me escribe un mensaje de texto preguntando si estoy despierta.
Miro fijamente el televisor plasma, la película de miedo no me asusta en lo absoluto y por el rabillo del ojo observo que a Evan tampoco. Bostezo vagamente con flojera y abrazo la almohada que tengo entre mis brazos.
No dudo que antes de venir estuvo en una fiesta de algún estudiante de Badlands High y terminó aburriéndose tanto que decidió venir a molestar mi noche pero por alguna razón lo que menos ha hecho es molestarme, se ha limitado a ver la película de miedo conmigo y hacer algún que otro comentario en algunas escenas.
Aparto la vista de película un momento para llevar mis ojos a él, las imágenes que se reproducen en el televisor se reflejan en sus ojos haciendo que el verde sea el fondo para diferentes cambios de colores. Se da cuenta de que estoy mirándolo y mueve sus ojos hacia mí, y termina inclinándose hacia mis labios para besarme suavemente, es un beso corto y tranquilo, y después me mira directo a los ojos con una de sus manos puesta en mi mejilla.
Su teléfono suena sobre la cama y ambos desviamos la mirada sin decir nada, hago una mueca de fastidio al ver en el identificador de llamadas el nombre de Sam. El castaño a mi lado se inclina lo suficiente para tomar el teléfono y desliza el dedo por la pantalla, contestando la llamada y coloca el altavoz.
—¡Evan! ¡Hola hermano! ¿Puedes venir a recogerme? Estoy jodidamente ebrio y uhm, creo que perdí las llaves de mi camioneta, uhm, no puedo ni caminar. Es divertido como todo me da vueltas, prometo no vomitarte la camioneta en el camino.
—Carajo, Sam —masculla Evan a mi lado. Elevo mis cejas casi con sorpresa y ruedo los ojos, la voz del moreno se escucha tan arrastrada que me muerdo el interior de las mejillas para no reírme—, esta bien. Mándame tu jodida localización, estúpido alcohólico.
—Te amo, hermano.
La llamada se corta y miro al ojiverde dejarse caer de espalda sobre el colchón, lleva su mano en un puño hasta su frente y suspira. Miro todas y cada una de sus acciones, su teléfono suena indicando la entrada de un mensaje de whatsApp, supongo que es la dirección de donde el alcohólico se encuentra. Evan se incorpora sentándose y estira su mano para agarrar el teléfono de donde lo dejo sobre el colchón, luego me mira.
—¿Me acompañas? — pregunta.
—Claro, porque no tengo nada más interesante que hacer que ver a Sam borracho —ironizo casi sarcástica, aun cuando es verdad.
Me coloco de pie al ver como Evan se levanta de la cama y lo sigo hasta la salida de mi habitación, apago la luz antes de cerrar la puerta. El pasillo esta a oscuras y casi toda la casa lo está, sino fuera por las luces del jardín que se cuelan por algunas ventanas ni siquiera sabría por donde estoy caminando.
Salimos de mi casa por el frente y observo la Hummer amarilla aparcada en la acera de mi casa siendo la única camioneta que se encuentra estacionada en la calle puesto que al mirar a alrededor, ninguna otra casa resguarda vehículos en sus frentes.
—Deberías decirle a tu amigo que deje de beber alcohol como si fuera agua —digo para romper el silencio una vez que vamos en camino a buscar al idiota y estamos llegando a Paradise en cuestión de minutos.
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El Desenlace De Una Ilusión
Roman pour AdolescentsBORRADOR. Ava Hanssem y Evan Slymour lo tienen todo y nada en común: son niños ricos ¿solo ricos? No, son niños super ricos, con padres exitosos, poderosos y con legados más grandes que ellos mismos. Por eso son beneficiados y pueden hacer lo que qu...