[Nina]

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Noviembre, 2016

Londres, Inglaterra

Veinticuatro años atrás

Nina

🌠🌵🌠


Había salido de clases esa tarde lluviosa y fría, y lo primero que vi en el campus fue la camioneta negra que conocía tanto como el resto de autos de Luca. Este en especifico, era conducido por Zev para recogerme de la universidad y llevarnos a las particulares citas de Luca en algunas ocasiones. El pelinegro estaba de pie apoyado junto a la puerta del copiloto a orillas de la calle, llevaba lentes de sol sobre los ojos y un paraguas que lo protegía de la lluvia, vestía un usual atuendo negro desde los pies a la cabeza y lo complementaba con una chaqueta de cuero que ocultaba todos los tatuajes de sus brazos.

Mi comunicación con él era casi inexistente, más me relacionaba con Michael y Landon, que eran los más allegados a Luca en negocios y relaciones de amistad, Zev tenía un aura de misterio menor a la de Luca y a veces me resultaba casi incómodo ir en el auto con él, sus facciones duras lo asemejaban a lucir intimidante, como todos ellos lo eran, pero algo en su persona no me terminaba de caer.

—Tu chófer es todo un chico malo —murmuro Kats, al darse cuenta en donde tenia mis ojos puestos—, te la pasas rodeada de todos esos hombres ardientes, debe ser el paraíso. Son unos bombones ardientes.

«Ojala» comentó mi subconsciente.

—Nos vemos el lunes, Kats —dije para irme hacia la camioneta, no llevaba paraguas así que me mojé mientras iba hacia el vehículo, las gotas impactaban mi cuerpo, empapándome casi por completo.

Zev me abrió la puerta sin saludarme, como protocolo que Luca lo obligaba a tener conmigo. Tampoco es como si él tuviera interés en hablarme o yo a él, subí de inmediato y cerró la puerta sin apresuro. Suspiré, tratando de secar lo más que podía de mi y mi ropa húmeda chorreante, para mi suerte, cuando el moreno subió a la camioneta en el asiento de adelante al volante, encendió la calefacción y se lo agradecí en mi mente, sino me daría una hipotermia debido al frío de esta temperatura casi invernal.

Busqué en mi bolso sobre mis piernas el paquete de galletas oreos que había comprado esa mañana y lo abrí para llevarlas una por una a mi boca, tenia hambre y sueño, y mientras saboreaba el gusto a chocolate, dejé salir todo el aire de mis pulmones apoyando mi cabeza en la ventanilla. Las gotas de lluvia bajaban por el vidrio y el agua creaba charcos en la calle, donde los autos salpicaban al pasar; sentía el suéter negro adhiriéndose a mi cuerpo y pensé en como me gustaría tener una muda de ropa extra en mi bolso.

—¿A dónde me llevas? —pregunté al darme cuenta de que no estaba tomando el camino hacia el apartamento de Luca.

Zev me miró por el retrovisor.

—A L'Hanssell Inc —respondió suave.

—¿Por qué? —cuestioné.

—No lo sé —contestó—, solo tengo órdenes de llevarte alli.

Había estado en la empresa sucesiva al imperio de Luca unas escasas tres veces desde que lo conocí. Por eso, cuando el edificio de espejos se alzó a mis ojos, no pude evitar sentirme intimidada. Casi siempre estaba vacío, o al menos eso parecía, porque la realidad era que sus empleados siempre estaban concentrados en sus deberes y responsabilidades, y se mantenían metidos en lo suyo para no husmear en otras actividades ni andar por los pasillos vacilando, cada quien tenía bien conocido cual era su puesto y papel en el lugar.

El Desenlace De Una IlusiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora