•11 | Gracias por defenderme |

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Lunes por la mañana y falto a clases.

Buena manera de comenzar la semana, excelente la verdad, aunque no falto porque quiero y me provoca hacerlo, sino porque me siento demasiado mal como para ir y tengo calambres en mi vientre después de que mi periodo haya hecho aparición durante la madrugada. Siempre, absolutamente siempre durante el primer día de mi menstruación me siento terrible y es en estos momentos dónde más detesto ser mujer.

Pero ¡Hey! Tras haber tenido mi primera experiencia sexual y segunda, que mi menstruación haga su aparición del mes es buena nueva porque eso significa que no estoy embarazada; y recordando con exactitud ahora una cosa específica que resulta importante en esos encuentros, caigo en cuenta de que Evan nunca uso protección ninguna de las dos veces, y ¡Ay mierda! Si pude haber quedado embarazada de no haber sido porque la estoy pasando fatal en cama.

¿Cómo se le ha... digo, se nos ha podido pasar por alto algo tan importante como lo es el preservativo? Yo no quiero un hijo y mucho menos suyo. Que irresponsables, en serio. No puede volver a suceder algo así... no volverá a suceder porque los encuentros se acabaron.

Y esta vez lo digo enserio, hablo enserio.

Mamá sabe como me pongo durante el primer día de mi período y por esa razón se ha apiadado dejándome faltar a clases. Sabe lo mucho que me duelen los calambres y lo entiende, así que esa es la única manera que me permita perderme un día de clases. Me la paso acostada toda la mañana con un pote de helado de dulce de leche que Dorotha me ha subido a mi habitación, es mi segundo sabor favorito después del de crema y galletas.

Mi periodo suele durar de dos a tres días, no mucho, por suerte. Mañana volveré a clases como si nada, para mi desgracia. Pero la sensación de hoy es horrible, como si mi útero estuviera recibiendo puñaladas con cuchillos y diciendo «he llegado, desgraciada. Aquí estoy, ¿Me extrañaste?» Y así continúa recibiendo puñalada tras puñalada una y otra y otra vez sin descanso haciéndome sufrir.

Aunque un buen par de ibuprofenos son capaces de adormecer el dolor por unas cuantas horas.

Me la paso viendo películas de Tim Burton sin aburrirme y tomo una siesta, el dolor ha aliviado un poco. Aún cuando estoy en la comodidad de mi cama decido dejar de ser una ermitaña para bajar por algo de comer; según el reloj en mi mesa de noche son más de las cuatro de la tarde.

Abandono mi habitación como quien abandona su lugar feliz y seguro, salgo al pasillo y al bajar las escaleras principales reconozco voces que me hacen fruncir el ceño porque una de esas no es particularmente de mi agrado. Una es la de mi mamá y la otra es la de la novia de mi hermano.

Hannah...

Hannah Wenstorm, la novia de Aydan desde la preparatoria. Aydan y Hannah están juntos desde cuarto año de secundaría y son «La pareja perfecta» según, siempre hacen todo juntos y están constantemente visitándose porque mientras Aydan estudia Ciencias Políticas en Virginia, ella estudiar periodismo en La Universidad de Nevada. Ella no me agrada, creo que es tan hipócrita como mi hermano —razón por la cual son perfectos el uno para el otro— sin embargo a mamá si le agrada porque es «buena chica» según dice.

Yo no la soporto, aunque tampoco soporto a Aydan, así que en mi es normal.

Al mirar el recibidor las veo a ambas sentadas en los sillones individuales del espacio. Los ojos azules de Hannah escanean a su alrededor mientras le dice algo a mi madre y se detienen en mi, me dedica una sonrisa tan falsa como mi buen humor a diario y pongo mis ojos en blanco rodándolos.

Mi malhumor y obstinamiento aumenta con cada segundo.

—Ava, hola —me saluda "con dulzura" acomodándose el cabello rubio hacía atrás y le cae por la espalda. Mamá, que esta de espaldas a mi, se gira para verme—, ¿Cómo estas?

El Desenlace De Una IlusiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora