•13 | Puedes contar conmigo. Cuando sea, para lo que sea|

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—Tienes que decirle a tu madre, Ava —me dice Evan mientras estoy tomando un baño de agua caliente en la tina del cuarto de baño de mi habitación.

Él está sentado en el piso de cerámica negra y mantiene uno de sus brazos apoyado en el borde de la tina mientras me mira a la espera de convencerme para que le cuente a mi madre lo sucedido el martes por la noche. Me avergüenza hacerlo, la verdad. Tengo minutos con la mirada perdida en un punto fijo, no he querido mirar a Evan al rostro y se que esta mirándome porque puedo sentirlo. Hace un momento había tenido un ataque en mi cabeza, una caída mental al recordar lo sucedido sin que yo realmente quisiera hacerlo.

Cierro mis ojos un momento con cierta lentitud, aspiro aire llenando mis pulmones y me abrazo a mis piernas apoyando mi mentón sobre mis rodillas juntas.

—Me siento asqueada —confieso en voz alta—, fue tan... repulsivo. Me sentí indefensa, por más que traté de evitarlo, me sentí impotente... Me siento impotente. No logro sacarme eso de la cabeza, intento hacerlo, pero es difícil. No quiero ir a clases, no quiero verlo más nunca.

Odio, odio y detesto con todo mi ser estar vulnerable. Me hace débil y no me gusta eso.

—Yo... solo quiero olvidar lo que pasó. Pero todos están hablando de eso en clases. No me importa, pero, que todo el mundo cuente su propia versión de algo que solo yo se lo que pasó no me ayuda a olvidar.

—Tu madre o mi padre deberían hablar con Abrahms para que le ponga un fin a eso. Él debería buscar una solución —Evan dice.

Me siento tensa, demasiado tenga y de una manera en la que siento como si estoy aguantando muchas cosas dentro de mi; Emociones, realmente.

—No quiero decirle a mi mamá, Evan. Es vergonzoso.

—Le dices tu o le digo yo —sentencia sin doblegarse.

Abro los ojos sólo para mirarlo. Tiene el ceño ligeramente fruncido y aunque puedo ver que esta preocupado por mi, arrugo mi entrecejo sin querer ceder.

—Eso no es algo que deberías ocultar —dice.

—Tampoco es algo por lo que te corresponda decidir o tomar en tus manos. No eres tu, soy yo.

Frunce los labios. Dejo de mirarlo y pongo mis ojos en mi muñeca que tiene un moretón que ha sido causado esa noche, ha disminuido su color y se que en unos días más el color desaparecerá por completo sin dejar rastro de que alguna vez existió, solo permanecerá el recuerdo amargo que debo esforzarme en olvidar. Los ojos de Evan observan mi muñeca, puedo sentirlo y mas aun cuando estira su mano y traza con cuidado el hematoma entre morado y verduzco.

—Pues no me importa —aclara—, es por un bien. Tú bien. Quiero que entiendas eso.

No hay algo que quiera más en el mundo que no sea olvidar eso. Me siento diferente y por mas que quiero fingir y demostrar que todo está bien, que no importa, no puedo. Termino por derrumbarme y siento como algunas lágrimas comienzan a bajar por mis mejillas. Me paso las manos por el rostro para quitarlas, se que Evan se mantiene mirando mis movimientos en silencio.

Me siento patética.

Se que él no va a ceder en lo que está pidiéndome que haga y yo tampoco lo haré. Afuera está oscureciendo según me muestra el ventanal de la pared, no falta mucho para que la noche caiga por completo cayendo la noche y apareciendo la luna y las estrellas, si es que aparecen por allá arriba.

El Desenlace De Una IlusiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora