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Tener insomnio es algo mucho más jodido que no poder dormir, las horas se me pasan lentas en una tortura mientras doy vueltas y más vueltas sobre mi cama escuchando los pensamientos más profundos de mi mente en la oscuridad de mi habitación a medida que me pregunto cuando va a amanecer.«Evan te besó; y tu lo besaste... dos veces. Y te gustó. Ya has caído por él»
Pongo mala cara a mis pensamientos recriminadores que me sacan en cara la situación con el hijo menor de Howard, todas las mini Ava se encuentran en un ring de boxeo en mi cabeza, peleando para ver que grupo tiene el control. Si el que ha sentido una debilidad por Evan o el que no quiero hacer frente a los dos encuentros de besuqueos ardientes que ha sucedido entre nosotros.
Por mucho, tengo una dificultad para conciliar el sueño casi todas las noches desde que soy pequeña. Eso se debe al exceso de energía que mi cuerpo no logra quemar, razón por la cual a veces mis noches son largas y las almohadas incómodas. Tan incómodas como me siento yo, a esta hora, cerca de la una de la mañana según el reloj despertador digital sobre mi mesa de noche a mi izquierda. Me incorporo cansada de rodar y rodar, y miro a mi alrededor lo oscuro que está mi habitación, se cuela una luz artificial de afuera mezclada con la luz de la luna y entra por la puerta del balcón, donde, después de colocarme de pie y buscar la caja de cigarrillos que compre en el 7-Eleven a una cuadra del gimnasio donde practico kickboxing, salgo a fumar un cigarrillo y me quedo mirando al cielo por unos segundos, sin nubes, con media luna y muchas estrellas que si comienzo a contarlas perderé la cuenta en cuestión de segundos.
Doy una calada al cigarrillo y dejo salir un suspiro, Sailor esta a mi lado haciéndome compañía. Parece que me observa fijamente queriendo averiguar que le pasa a su humana y ronronea dejando de mirar hacia arriba, hacia mi para irse al sofá de dos plazas donde se echa. Llevo mis ojos a la casa de a mi derecha, las luces de las farolas en el jardín y del poste de luz al frente es lo que hace que no se suma en la oscuridad. Lo mismo pasa con mi casa y con las casas de alrededor, las lujosas mansiones de las cuales la gran mayoría están vacías.
Justo ahora esto parece un condado de casas fantasmas. Suelto el humo retenido mientras apoyo mis brazos del barandal sintiendo el frío de la noche con la brisa abrazándome. No hay nada más solitario que no poder dormir porque me hace sentir como si la ciudad esta desierta al no ver a nadie más a mi alrededor, aun cuando se que no es así, porque estamos en Las Vegas y la vida de esta ciudad es nocturna. Aunque claro, eso es en el centro, en el corazón de la ciudad, por estos lados las personas duermen, más aun durante la madrugada de un miércoles.
Cuando termino con el cigarrillo dejo la colilla en el cenicero de cristal sobre la mesita frente al sofá en el que Sailor descansa y entro devuelta a mi habitación para intentar dormir. Después de otro buen rato, logro cerrar los ojos y no abrirlos hasta que el reloj despertador suena. Como es de esperarse, no quiero levantarme y suelto un quejido cerrando con fuerza los ojos mientras estiro mi mano para tocar el botón del despertador y que deje de hacer ruido.
En conclusión, odio el insomnio.
Tardo demasiados minutos en juntar fuerzas para abrir los ojos cuando siento que me estoy quedando nuevamente dormida, pero no es nada que una ducha fría haga que desaparezca así que sigo mi rutina de todas las mañanas: me levanto con flojera, voy al baño, me ducho, me pongo el uniforme, intento hacer algo con mi cabello pero termino recogiéndolo en un moño alto en el que dejo varios mechones sueltos, recojo mi mochila, agarro mi teléfono y verifico que no me falte nada, que estoy completamente lista para abandonar mi habitación y eso hago, yéndome escaleras abajo por las que están al final del pasillo siguiente, no por las principales que dan al recibidor de las casa, sino por las que me llevan al pasillo con acceso al comedor detrás de la cocina, el que tiene un ventanal abarcando toda una pared desde el piso hasta el techo y permite ver a la piscina.
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El Desenlace De Una Ilusión
Teen FictionBORRADOR. Ava Hanssem y Evan Slymour lo tienen todo y nada en común: son niños ricos ¿solo ricos? No, son niños super ricos, con padres exitosos, poderosos y con legados más grandes que ellos mismos. Por eso son beneficiados y pueden hacer lo que qu...