[Aleinah]

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Mayo, 2019

 Veintiun años atrás

Las Vegas, Nevada


Aleinah

Me había mudado con Jae aproximadamente hace unas tres semanas atrás, después de conocerlo por poco tiempo, menos de tres meses, incluso. Una decisión que tomé tras básicamente quedar en la quiebra al no tener más dinero para comer o pagar la renta. Fui presa del pánico en ese entonces, no sabía a donde ir o que hacer, no quería terminar vendiéndome a mi misma por un sueño que comenzaba ver a resquebrajado. Tenía mucho miedo, y sin tener a quien recurrir comenzaba a sentirme enclaustrada.

No tenía dinero siquiera para ir de vuelta a casa y no pude evitar pensar que cuando se te acababa el dinero se te terminaba la suerte.

Pasada las diez de la noche fue cuando tuve ese ataque estando sola en el apartamento que compartía y las paredes se me cerraban porque el único pensamiento en mi cabeza era que a pesar de haberme resistido a terminar como las demás, ahora era solo una más en la enorme lista de chicas fracasadas. Al no poder tolerar más la falta de aire, salí volviendo a caer a la realidad de que no tenía a donde ir.

Entonces recordé la invitación de aquella dulce señora de volver cuando quisiera, era algo que me consolaba.

Mis pies me llevaron hasta el restaurante, Daegu View, dónde había ido con Jaehyun un par de veces antes, aquel en el que la señora Yoon me había recibido de brazos abiertos, siempre negándose a cobrarnos la comida y ahora yo estando sola me asustaba entrar, pero aún así lo hice y con ligera esperanza de que a quién buscaba estuviera allí, la llamé cuando entre. Lógicamente sus ojos mostraron preocupación al verme, y sus manos tomaron las mías.

—¿Está Jaehyun? —pregunté en un sollozo involuntario, intentando ocultar mi rostro con mi cabello mientras bajaba la mirada.

—No viene hace un par de semanas, pero tal vez Namjoon sepa más que yo.

Otro sollozo salió de mi boca. Yo sabía que no le agradaba del todo a Namjoon, desde aquella desvergonzada vez que me había quedado en su casa hasta ahora, siempre que me lo encontraba me miraba con amargura, no lo comprendía y me hacía creer que tal vez tuviera sus motivos. Sin embargo le pregunté a Jae sobre él y me contó un poco sobre su mejor amigo.

Namjoon había nacido en Estados Unidos pero regreso a Corea de meses, cuando tenía siete años sus padres murieron y él quedó a cargo de su abuela, pero ahora estando tan anciana y él sin saber que hacer decidió regresar a Estados Unidos y trabajar para poder pagarle un tratamiento mejor a la única persona que le quedaba.

—¿Puede llamarle? A Jaehyun. —pedí saliendo de mis pensamientos—, he perdido mi teléfono.

La señora asintió.

—¿Quieres comer algo? —me ofreció amablemente—, es una noche fría. Seguro que una sopa te dará algo de calidez.

Quise decir que necesitaba algo mas que sopa para sentirme cálida en un lugar donde me sentía fría, pero me limite a negarme a aquello.

—No, estoy bien. Muchas gracias.

—Vamos, no seas tímida —dijo, tomando mi mano para hacerme caminar hacia el mostrador—, llamaré a Jaehyun pero solo si comes algo mientras esperas. Eres bienvenida y lo sabes.

Terminó accediendo y ella me llevó al interior de donde vivía, un espacio pequeño que lucia cálido y hogareño. Me dio una sopa de pollo que mi estómago recibió gustoso mientras hablaba con la señora Yoon sobre su vida pero mi mente continuaba vagando en diferentes escenarios.

El Desenlace De Una IlusiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora