[17] •Tutorías con Hunter Weigand-Keighley•

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Llego unos minutos tarde a la clase de economía porque había tráfico en el camino y el amargado cretino de Holt me mira con tanta amargura como puede permitirse, luego me dice que no vuelva a llegar tarde a su clase. Mi retraso tampoco se debe al tráfico, una parte es porque me quedé dormida sin escuchar el despertador y mamá me despertó cuando se dio cuenta de que no había bajado a desayunar aún.

Paseo rápidamente mis ojos por el aula de clases mientras me acomodo los anteojos para la vista porque uno de los de contactos se me fue por el lavabo y no hubo manera de recuperarlo. Evan tiene sus ojos en su teléfono y ocupa el sitio disponible en mi lugar habitual, el sitio a su lado esta libre y me voy hacía allí para ocuparlo mientras Holt dicta las instrucciones de un trabajo para entregar la siguiente semana y todos en el aula se quejan y protestan.

Todos menos Evan que no presta atención ni mira a Holt porque esta demasiado distraído con lo que sea que lo mantiene ocupado en su teléfono.

No me tomo la molestia de escuchar como el profesor dice que quiere que el trabajo sea elaborado porque me distraigo con la música que se reproduce en mis auriculares, la cabeza me duele ligeramente, me quito los anteojos y los dejo sobre la superficie de la mesa antes de masajearme el puente de la nariz.

Mi vista esta parcialmente jodida, no hay otra manera de decirlo. Tengo miopía desde que era pequeña uso lentes para mejorar mi visión porque a más de un metro de distancia alcanzo a ver borroso si no llevo anteojos o lentes de contacto.

Odio las monturas, las detesto; son incómodas y no se me ven bien, desde que comencé a los siete años a usarlas. Soy más propensa a llevar lentes de contacto, pero siempre los termino perdiendo, terrible. Al menos cada quince días debo ir a consulta por mínimo tres pares nuevos. Mi oftalmólogo dice que a los dieciocho me puede hacer una operación láser para curarme la miopía pero a mi me da pánico y terror operarme aun cuando sea algo simple.

Resulta que aunque soy muy ruda y fría, o al menos yo me percibo así, no significa que no sea miedosa, porque de hecho si lo soy, le tengo miedo a varias cosas; entre ellas las operaciones.

Subo mis manos a mi cabeza y apoyo los codos sobre la superficie de la tabla. Au, las punzadas son dolorosas; cierro mis ojos tratando en un pésimo intento de que disminuyan y siento una mirada sobre mi así que me giro a ver por encima de mi hombro dando un rápido vistazo hacía los asientos en la otra columna de mesas.

Y lo veo.

Me hace sentir pequeña e indefensa, y me incomoda.

Donnovan se encuentra en los asientos hasta el fondo, está mirándome intensamente y me corta la respiración en seco. Me doy vuelta para volver la mirada al frente aun cuando las letras en la pizarra no son algo que pueda leer sin anteojos. Se me sale un auricular que cae sobre la mesa y no hago ni un solo esfuerzo por recogerlo, estoy demasiado tensa como para moverme.

El Desenlace De Una IlusiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora